La publicación de OXFAM “Los mitos detrás de los impuestos a las grandes fortunas de México”, documenta que la capacidad recaudatoria de México es precaria: en el año 2020 solo recaudó 17.8 % del PIB, cifra que está muy por debajo del promedio para América Latina y el Caribe. Y plantea que para que el gobierno disponga de los recursos para financiar la educación, la salud, la seguridad social y un sistema de cuidados necesita una profunda reforma fiscal.
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Los cálculos de Oxfam muestran que, en 2021, el pago de la deuda, las pensiones y las participaciones de las entidades federativas y municipios, hacen que los gastos ineludibles del gobierno federal representen casi 40 de cada 100 pesos, cifra que aumentará por el envejecimiento de la población.
De la información desplegada se desprende que los impuestos no son pagados por los sectores sociales adinerados quienes recurren a artificios legales que les permiten eludir o evadir impuestos.
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El informe plantea que las crisis que desató la COVID tuvieron efectos perniciosos sobre la economía de los trabajadores lo que llevó a un mayor endeudamiento de sus hogares. A contrapelo las grandes fortunas del país se beneficiaron de manera extraordinaria. Justo cuando las familias mexicanas necesitaban más de bienes y servicios públicos para evitar el aumento del gasto de bolsillo, las fortunas de los super ricos crecieron en más de 33%.
En la página 10 del informe Oxfam se afirma que “Tras décadas de una falsa creencia de que los impuestos a las grandes fortunas desincentivan la inversión y reduce el crecimiento económico -lo que la reciente evidencia desmiente- los impuestos a la riqueza empiezan a formar parte del futuro de América Latina”. Sin embargo, cobrar impuestos a la riqueza tiene complejidades que van más allá de la relación entre los gravámenes a los ricos y el crecimiento económico.
De hecho, ha habido autores como Fernando Fajnzilber (1989) quien exploró la posibilidad de modificar la desigualdad económica reduciendo la concentración de la propiedad, o en otros términos, de la riqueza. Su preocupación fue que las políticas económicas no operan en un vacío, sino que están limitadas por las restricciones que impone el poder en manos de los ricos. De hecho, pensando específicamente en América Latina, se preocupaba por las limitaciones que debe superar el Estado para, a la vez, promover la transformación estructural de la agricultura y jugar un papel central en el estímulo a la industrialización. Su concepción apuntaba hacia los vínculos entre los actores sociales que emergen de la heterogeneidad de las actividades productivas –élite económica— y su influencia o representación de sus intereses en las instancias decisorias del poder –élite política.
El pensamiento de Fajnzilber seguía las pautas establecidas por Jorge Graciarena (1972) quien ya en esa época sostuvo que la estructura del poder actúa de varias formas: garantiza las relaciones de propiedad, opera a través de la política social (educación, salud, seguridad social, etc.) y la política económica (gastos, inversión pública, etc.) e incide en la capacidad de negociación de los grupos sociales.
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Pero, podría pensarse, esta fue la preocupación de “economistas radicales”. Sin embargo, en los últimos años los economistas ortodoxos también han puesto atención sobre los vínculos entre la concentración de la riqueza y el poder, y han señalado las maneras como influyen sobre la desigualdad y el crecimiento económico.
En un documento del Banco Mundial, De Ferranti et al sostiene que “la concentración de la riqueza y del poder en manos de las élites hace que éstas tengan mayor libertad para elegir estrategias que les favorezcan” (De Ferranti et al., 2003: 12).
Sin embargo, Levy y Walton desarrollan el argumento con detenimiento a partir de la idea, muy característica del neoliberalismo, de que los mercados libres son eficaces. Sostienen que la combinación entre la distribución de la riqueza y el poder, en combinación a las imperfecciones del mercado influyen sobre el diseño de las instituciones y la política social. Las relaciones entre el poder, las instituciones que estructuran las oportunidades, y la elección de las políticas económicas interfieren en el libre funcionamiento del mercado de modo que no asignan los recursos de manera eficaz, sino de criterios tales como mantener el poder en lugar de lograr el crecimiento económico (2009: 16).
Aunque la terminología sea distinta los economistas ortodoxos no discrepan, la concentración del poder es un obstáculo al crecimiento económico, en la medida que interfiere en el libre funcionamiento de los mercados por lo que no se logran los óptimos económicos, además, de que “crea tensiones que atentarían contra la estabilidad de la democracia” (Bourguignon, 2004).
Las referencias bibliográficas apuntan inequívocamente a relaciones entre la riqueza (élite económica) y el poder (élite política) que llevan a que los mercados no funcionen con eficacia, sino que generen las condiciones para que la distribución del poder no cambie.
Stiglitz, por otra parte, complejiza el análisis al centrar su atención sobre sobre la relación entre el poder, las leyes, la política, las regulaciones del sistema económico y la distribución del ingreso.
Stiglitz complejiza aún más la relación entre riqueza, poder y funcionamiento del mercado. Plantea que un sistema político que amplía las voces de los ricos da la posibilidad de diseñar leyes y regulaciones, así como su administración, para enriquecer a los ricos a expensas del resto de la sociedad. La política moldea los mercados y lo hace de tal forma que le da ventajas a la cúspide a costa del resto. Sostiene que hay muchos marcos legales diferentes con consecuencias diversas sobre la distribución, el crecimiento, la eficiencia y la estabilidad. La élite ha empujado en pro de un marco legal que le beneficia por sobre el resto de la sociedad, pero no es un sistema eficiente ni justo (Stiglitz 2012: xix).
La mirada de Stiglitz se desplaza a los marcos legales existentes y a las condiciones políticas que actúan sobre el funcionamiento de la economía. En tanto que los ricos son los que tienen mayor poder, pueden hacer valer sus intereses e incidir sobre la elaboración de las leyes y las regulaciones económicas. En consecuencia, la desigualdad en la distribución del ingreso sería una resultante de este proceso complejo, en que están involucrados la distribución de la riqueza, las leyes, el poder y las instituciones.
En efecto, el sistema fiscal mexicano no es eficiente ni justo, tal como señalan Stiglitz y Oxfam, pero su cambio, modernización y adecuación a las circunstancias actuales, de acuerdo con las ideas planteadas por el puñado de autores que hemos citado, necesariamente dará lugar, si llega al plano de la discusión pública, a un proceso complejo de negociaciones que no se reducirá únicamente a la economía.
Por último, hay que destacar que Rolando Cordera apunta una dimensión adicional que deriva de la debilidad fiscal del Estado: “Sin recursos, no es posible sostener, menos ampliar, la cohesión de las sociedades cruzadas por una desigualdad que hasta hace poco se consideraba intolerable para unas democracias representativas que celebraban sus victorias al final de la Guerra Fría”.
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Bourguignon, F. (2004). “The poverty-growth-inequality triangle”. Ponencia, Indian Council for Research on International Economic Relations, Nueva Delhi.
Cordera Rolando (2023), “La globalización, sus avatares…y renovados descontentos”, periódico El Financiero.
De Ferranti, D., Perry, G., Ferreira, F., & Walton, M. (2003). Inequality in Latin America and the Caribbean: Breaking with History? Washington, Banco Mundial.
Fajnzylber, F. (1989). Industrialización en América Latina: De la “caja negra” al “casillero vacío”. (N. Unidas, Ed.) Cuadernos de la CEPAL (60).
Graciarena, J. (1972). “Estructura social y distribución del ingreso en América Latina”. En F. México, Teoría y metodología, política del desarrollo de América Latina. Buenos Aires y Santiago: FLACSO.
Levy, S., & Walton, M. (2009). “Equity, competition, and growth in Mexico: An overview”. En S. Levy, & M. Walton, No Growth without Equity? Inequality, Interests and Competition in Mexico. Washington, D. C.: Palgrave Macmillan y Banco Mundial.
OXFAM (2022) “Los mitos detrás de los impuestos a las grandes fortunas de México”.
Stiglitz J. (2012), The Price of Inequality, W. W. Norton, New York.
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