por Roberto Vélez Grajales
Recientemente se liberó al público el Informe sobre Desarrollo Humano México 2016: Desigualdad y movilidad, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Como su nombre lo indica, el documento aborda la discusión sobre el desarrollo humano desde una aproximación a la movilidad social
Se analizan dos tipos de movilidad: la absoluta, entendida como un aumento o disminución en el tiempo del nivel de desarrollo humano, y la igualadora de oportunidades, que se refiere al cambio en la distribución del desarrollo humano con relación a la situación inicial. Los resultados son contrastantes. Aunque por un lado se reportan avances, por el otro se identifica que los problemas de desigualdad y baja movilidad persisten en México y, sobre todo y de manera preocupante, en la dimensión de ingreso.
Aunque hay más, los resultados que a primera vista llaman la atención son tres. En primer lugar, a pesar de que la desigualdad medida a través del índice de desarrollo humano se ha reducido entre regiones, resulta significativo que los avances en salud y educación superen de manera más que significativa a los de ingreso. En ese sentido, y al observar la dinámica más reciente, se puede observar, de hecho, que el ingreso se ha constituido en un lastre para la movilidad igualadora (ver figura 1).
Los problemas de desigualdad y baja movilidad persisten en México, sobre todo en la dimensión de ingreso
En segundo lugar, al analizar la dinámica por grupos de edad, se encuentra que, además de que las desigualdades se acumulan a lo largo del ciclo de vida, la movilidad absoluta muestra un descenso para el grupo de edad que pasó de 12 a17 años a 18 a 24 años de edad entre 2006 y 2012.
La evidencia sugiere que una de las razones principales de esta situación es, justamente, el hecho de que este grupo de edad esté compuesto por una proporción importante de jóvenes que al desertar de la escuela incrementaron sus ingresos laborales, pero con el tiempo perdieron ese impulso inicial para después colocarse en una tendencia que los lleva a una situación donde sus opciones de ingreso permanente, y de desarrollo humano en general, han quedado limitadas (ver figura 2).
La movilidad absoluta descendió para el grupo de edad que tenía de 18 a 24 años en 2012
En tercer lugar, cuando el análisis se concentra en los resultados del mercado laboral, se encuentra que, a pesar de que en el periodo 2005-2015 se observa movilidad igualadora en los ingresos laborales, ésta es resultado de una dinámica donde el acercamiento se deriva de un incremento en los salarios de la base de la distribución, sí, pero también, y en mayor medida, debido a una caída en los ingresos laborales de los demás estratos.
En otras palabras, dicha dinámica es una que se explica por una “convergencia hacia el estancamiento” y no como una en donde hay incrementos en ingreso laboral a lo largo de toda la distribución, siendo éstos de mayor peso en las franjas que de partida se ubican en la parte baja y media de dicha distribución.
En cuanto a las posibles barreras a la movilidad, el Informe identifica que el gasto público no está repartido en correspondencia con el grado de carencias en desarrollo humano en las distintas entidades federativas. Asimismo, se muestra que, además del alto grado de informalidad existente en el mercado laboral, ésta muestra diferencias marcadas entre regiones.
Hay una alta correspondencia con el grado de carencias antes mencionado. Asimismo, y a nivel nacional, se observa una tasa de participación laboral femenina de alrededor del 50% contra una del 80% entre los hombres; es decir, una brecha de alrededor de 30 puntos porcentuales. Lo anterior resulta muy distinto al tamaño de las brechas observadas en la mayoría de los países desarrollados. Finalmente, y de manera muy significativa, se muestra que la precarización en el ingreso laboral está lejos de deberse a problemas de productividad: a pesar de observarse avances en este rubro, indicadores de referencia, como el salario mínimo, presentan caídas sostenidas en su valor real (ver figura 3).
A pesar de observarse avances en la productividad, indicadores como el salario mínimo presentan caídas sostenidas en su valor real
Bajo todo el escenario antes descrito, el Informe identifica tres necesidades de acción: integrar a las entidades federativas con mayores rezagos, redistribuir el gasto público a lo largo del ciclo de vida y fortalecer el mercado de trabajo formal.
Para lograrlo, se proponen una serie de instrumentos de política pública interrelacionados unos con otros. Una primera propuesta es la de colocar a la inversión en capital humano en el centro del quehacer del Estado con un enfoque regional y de ciclo de vida progresivo.
También se recomienda —como se ha hecho en otros espacios de reflexión y análisis— la construcción de un sistema de protección social universal no contributivo que facilite la integración regional del mercado laboral, que priorice mecanismos para hacer viable la finalización de la vida laboral y que apoye el fortalecimiento, tanto de la oferta como de la demanda laboral.
En ese sentido, el acento se pone en realizar una revisión amplia sobre el margen de incremento en el salario mínimo por un lado, y por el otro, en facilitar la incorporación de las mujeres al mercado laboral, tanto a través de la ampliación de la ventana de oportunidades desde el inicio del ciclo de la vida, como con acciones puntuales como lo son la igualación a la alza de las licencias de maternidad/paternidad y la constitución de economías del cuidado. En cuanto al gasto público, la propuesta es redefinir sus criterios y reglas de asignación en sentido progresivo en relación con las carencias en desarrollo humano.
El Informe identifica tres necesidades de acción: integrar a las entidades federativas con mayores rezagos, redistribuir el gasto público a lo largo del ciclo de vida y fortalecer el mercado de trabajo formal
Durante el seminario que el Centro de Estudios Espinosa Yglesias organizó para discutir los resultados del Informe, los expertos convocados coincidieron en la riqueza del análisis, así como en la sensatez y la integralidad de las propuestas de política pública ahí plasmadas.
Así, por ejemplo, Rogelio Gómez Hermosillo resaltó la importancia de acompañar la decisión del incremento en el salario mínimo de la construcción efectiva del sistema de protección social universal. Por otro lado, y en relación con temas que quedan pendientes, Valeria Moy estableció la necesidad de profundizar el análisis de la calidad, ya sea educativa o en otras dimensiones del desarrollo humano.
Asimismo, Gerardo Esquivel planteó la necesidad de discutir y acordar la forma de financiamiento de políticas de gran calado como las propuestas en el documento. A partir de aquí, la tarea del PNUD y de los autores del Informe, Rodolfo de la Torre y quien suscribe, es la de llevar a la mesa de discusión pública los hallazgos de este estudio.
Roberto Vélez Director de Movilidad Social y Bienestar Socioeconómico del CEEY. Economista con estudios doctorales en Historia Moderna por la Universidad de Oxford. Sus áreas de investigación se concentran en movilidad social, desarrollo humano e historia antropométrica. Twitter: @robertovelezg |
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