Walter Benjamin, quizá el más emblemático crítico de la cultura moderna, advirtió con acierto los riesgos que se generaban cuando los intereses económicos y políticos aprovechan los “progresos técnicos” para promover, posicionar y defender sus intereses
Cuando apareció la radio, narran algunos biógrafos de Benjamin, Einstein pensó que se trataba de un invento que fortalecería a la democracia, pues tenía la capacidad de transmitir mensajes sin distinción de condición económica, credo o ideología.
Frente a la posición optimista de Einstein, a Benjamin le aterraba el uso que ya en la entonces Unión Soviética, y sobre todo en Alemania, se estaba dando a la radio, pero también al cine y a la prensa escrita, para posicionar al fascismo.
Desde esta perspectiva, sostenía Benjamin, para que un medio de comunicación resulte verdaderamente revolucionario, debe estar o ponerse en manos de un revolucionario.
El tema tiene relevancia porque ante la emergencia de las sorprendentes capacidades técnicas de internet, y en particular de instrumentos como las redes sociales, la pregunta que debemos hacernos, con una visión crítica, es qué tanto se encuentran “blindados” respecto de los grandes intereses económicos y políticos dominantes.
No debe olvidarse que los medios de comunicación pueden ser instrumentos tanto para promover lo mejor de los valores humanos y fomentar la unidad como para promover y sembrar discordia, y esto es peor cuando el discurso del odio y de la confrontación está auspiciado por grupos de interés.
El problema, una vez más, es en manos de quién o quiénes están tales medios. En el caso particular de las redes sociales, ¿está garantizada la seguridad de nuestros datos personales? ¿Quién nos garantiza que éstos no son compartidos o negociados con las agencias de seguridad nacional de uno o de varios países?
¿Es sensato que una empresa privada sea depositaria de los datos de más de mil millones de personas en todo el mundo? ¿Es ético que una compañía tenga información de cientos de millones de personas, respecto de sus gustos, preferencias, aficiones, patrones de consumo, preferencias políticas, etcétera?
¿Tiene algún sentido democratizador que un sitio de internet albergue cientos de millones de fotografías, las cuales contienen las metatags, y con ello, patrones de viajes y hasta geolocalización de las personas en todo el orbe?
Como Benjamin, quien entre 1927 y 1933 participó regularmente en programas de radio, debemos ser sensatos y utilizar para los mejores fines los medios e instrumentos técnicos que tenemos a nuestro alcance. A final de cuentas, las redes sociales también han permitido, en distintos momentos, denunciar la violencia, los casos de abuso y convocar a la movilización en contra de sujetos y regímenes autoritarios.
Tengamos a la mano a la técnica, pero tengamos siempre al frente de la discusión pública las mejores ideas que seamos capaces de construir, porque en ello nos jugamos la posibilidad de construir regímenes verdaderamente democráticos y permanentemente democratizadores, mediante su contribución a garantizar los derechos a la libertad de expresión y a la información.
Sin duda alguna, internet es una ventana que nos permite exigir la construcción de modelos de gobierno verdaderamente abiertos, gobiernos que rindan cuentas y que en su desempeño cotidiano tengan también el acceso a la ciudadanía para convocarla a la defensa de los derechos humanos y la igualdad.
Estamos también ante el reto de construir medios de comunicación que, sustentados en las herramientas y posibilidades de la Internet, estén verdaderamente comprometidos con la democracia y la libertad, que dejen de ver a las personas como simples sujetos que “están del otro lado” de la conexión, sentados y esperando a que les sea mostrado el nuevo producto de los aparadores cibernéticos.
No olvidemos que en medio de todo esto hay más de 800 millones de personas hambrientas, y que el mundo fáctico de la vida cotidiana sigue exigiendo salud, educación, atención médica, comida, agua, aire para respirar y eso no es sustituible por ninguna red electrónica.
@saularellano
Artículo publicado originalemte en “la La Crónica de Hoy” el 07 de julio del 2016
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