René Girard, en obras como La violencia y lo sagrado (1972), El chivo expiatorio (1982) y Aquél por el que llega el escándalo (2001), ofrece una interpretación profunda sobre la figura de Jesús de Nazaret, su crucifixión y el significado que tiene dentro de su teoría de la violencia mimética. Girard considera que la historia de Jesús revela una estructura arquetípica de la violencia humana, al mismo tiempo que ofrece una posibilidad única para superar este ciclo a través del sacrificio propiciatorio de Cristo.
Un Artículo de: México social/ Saúl Arellano
La teoría de la violencia mimética
Según Girard, la violencia humana surge del deseo mimético: los seres humanos tienden a imitar los deseos de los otros, lo que genera rivalidad y conflictos inevitables. Este mecanismo tiene un carácter contagioso, y si no se controla, conduce a situaciones de violencia generalizada. Para restaurar el orden, las sociedades desarrollan el mecanismo del chivo expiatorio, es decir, seleccionan a una víctima inocente sobre la que descargan toda la violencia acumulada, instaurando así una paz temporal (Girard, 1972).
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Jesús como víctima propiciatoria y la desactivación del ciclo de violencia
En El chivo expiatorio, Girard sostiene que la narrativa cristiana subvierte este mecanismo de manera radical. A diferencia de los mitos fundacionales de otras culturas, en los que la víctima es presentada como culpable o responsable del mal que aqueja a la sociedad, los Evangelios revelan la inocencia de la víctima. Jesús no es un culpable, sino el inocente por excelencia: “El evangelio es el único texto religioso que revela la lógica del chivo expiatorio, haciéndola evidente” (Girard, 1982, p. 123).
La crucifixión de Jesús, desde esta perspectiva, no es solo un sacrificio más, sino una denuncia definitiva de la violencia estructural de la sociedad. Jesús muere, no para perpetuar el ciclo de violencia, sino para exponer su funcionamiento. De este modo, Girard interpreta la resurrección como el símbolo de una nueva forma de vida, basada en el amor y el perdón, que rompe con la necesidad de sacrificar víctimas para mantener la paz.
Jesús de Nazaret como “la víctima por excelencia” y el concepto del “escándalo” en René Girard
René Girard profundiza en la figura de Jesús de Nazaret como la víctima por excelencia, una idea central en su interpretación cristológica que aparece en La violencia y lo sagrado (1972), El chivo expiatorio (1982) y Aquél por el que llega el escándalo (2001). En su visión, Jesús no solo expone el ciclo de la violencia mimética y la lógica del sacrificio, sino que se convierte en la última víctima que desmantela este mecanismo, revelando su injusticia y ofreciendo una salida transformadora para la humanidad.
Según Girard, la crucifixión de Jesús es única porque hace visible lo que otras religiones y mitologías han ocultado: la injusticia de culpar a una víctima inocente para restaurar el orden social. El mecanismo del chivo expiatorio funciona solo si la comunidad cree en la culpabilidad de la víctima, pero en el caso de Jesús, los Evangelios dejan claro que es inocente: “La verdad del evangelio está en denunciar el carácter inocente de la víctima y, por lo tanto, revelar la mentira en que se basa la violencia sacrificial” (Girard, 1982, p. 128).
Jesús es la víctima perfecta porque, además de ser inocente, acepta su muerte sin responder con violencia, rompiendo así el ciclo mimético. Su sacrificio no se realiza para apaciguar a los dioses ni para mantener un orden social, sino para exponer la estructura violenta sobre la que descansan las sociedades humanas: “El sacrificio de Cristo revela el mecanismo de la violencia, al exponer que no es necesario matar para asegurar la paz” (Girard, 1982, p. 143).
El escándalo y el rechazo del sacrificio
En Aquél por el que llega el escándalo, Girard profundiza en la paradoja que representa la figura de Jesús. La enseñanza cristiana del amor y la no-violencia resulta escandalosa precisamente porque amenaza las estructuras de poder basadas en la rivalidad y el sacrificio. “El mensaje de Cristo pone al descubierto los fundamentos de la sociedad, y por eso mismo es rechazado por muchos” (Girard, 2001, p. 78). Este rechazo no es un accidente, sino parte de la dinámica que Jesús vino a denunciar y transformar.
El concepto del “escándalo” es pues otro pilar fundamental en la obra de Girard. En la obra señalada, el autor explica que el mensaje de Jesús es escandaloso porque desenmascara las estructuras de poder basadas en la violencia. El escándalo, según Girard, surge cuando una verdad que desestabiliza el orden establecido se hace evidente y provoca una reacción adversa. Jesús escandaliza porque propone una ética basada en el amor incondicional y el perdón, desafiando las normas sociales que justifican el uso de la violencia como mecanismo regulador (Girard, 2001, p. 84).
La muerte y resurrección de Jesús abren la posibilidad de romper con el ciclo de la violencia mimética. A diferencia de los sacrificios tradicionales, que perpetúan la necesidad de nuevas víctimas, el sacrificio de Jesús es definitivo: expone la violencia como innecesaria y señala un camino hacia la reconciliación. Este camino, sin embargo, no es fácil de seguir, ya que implica renunciar al deseo mimético y abrazar una vida basada en el perdón y la entrega desinteresada.
Girard enfatiza que el cristianismo no ofrece una solución mágica, sino una invitación a vivir en verdad y a reconocer la violencia enraizada en el deseo humano. La revelación cristiana, al exponer la dinámica del chivo expiatorio, confronta a la humanidad con la responsabilidad de superar la violencia sin recurrir a nuevas víctimas.
El escándalo también se manifiesta en la forma en que el mensaje cristiano confronta la naturaleza mimética del deseo humano. La invitación de Jesús a romper con las rivalidades y a no responder a la violencia con violencia resulta difícil de aceptar: “El escándalo no es un simple obstáculo; es una confrontación que revela las contradicciones más profundas del ser humano” (Girard, 2001, p. 91).
Cierre
Para Girard, la narrativa cristiana ofrece una posibilidad inédita: la superación del ciclo de la violencia mimética. La muerte de Jesús expone la violencia del mecanismo del chivo expiatorio, y su resurrección invita a una nueva forma de vida basada en el perdón y la reconciliación. En lugar de perpetuar la violencia mediante el sacrificio, el cristianismo propone el amor como fundamento de la comunidad.
Conclusión
En la obra de Girard, Jesús de Nazaret no es solo una figura religiosa, sino la encarnación de un modelo alternativo de vida. Como víctima perfecta, Jesús revela la injusticia del mecanismo sacrificial y ofrece una vía para salir del ciclo de violencia mimética mediante el perdón y la reconciliación. Sin embargo, este mensaje es escandaloso porque desnuda las estructuras violentas del deseo humano y del poder social. La invitación del cristianismo, según Girard, sigue vigente: abandonar la violencia y construir una comunidad basada en el amor y la verdad.
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Referencias
- Girard, R. (1972). La violencia y lo sagrado. Editorial Anagrama.
- Girard, R. (1982). El chivo expiatorio. Editorial Anagrama.
- Girard, R. (2001). Aquél por el que llega el escándalo. Editorial Anagrama.