En México, más de un cuarto de la población total es joven, es decir, tienen entre 15 y 29 años, y a pesar de que han estudiado más que sus padres, la situación de pobreza en este grupo de población es más alta que en el agregado total nacional.
En el marco del Día Internacional de la Juventud, que fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas y que se conmemora el 12 de agosto, abre una oportunidad para observar las situaciones de desventajas sociales que enfrenta la población joven.
De acuerdo con la última medición de pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en 2018 52.4 millones de personas vivían en situación de pobreza, el equivalente al 41.9% del total de la población nacional.
Por su parte, la población joven, aquella que tiene entre 12 y 29 años, el año pasado sumaba 38.3 millones de personas: representan el 30.6% de los 125.2 millones de mexicanos.
Del total de la población juvenil, 16.2 millones se encontraban en situación de pobreza, cifra equivalente al 42.4% de la población joven: esta proporción se encuentra medio punto porcentual por arriba del agregado nacional.
De los anterior se deriva que en total, tres de cada 10 personas que viven en situación de pobreza son jóvenes que tienen entre 12 y 29 años.
Si bien la situación de pobreza a la que se enfrenta la población joven ya es complicada, también se enfrentan a una situación de vulnerabilidad más alta que el resto de la población.
Esta vulnerabilidad se determina dependiendo del número de carencias sociales a las que se enfrentan los jóvenes. Por definición, la población vulnerable es aquella que presenta una o más carencias sociales, pero que tienen ingresos superiores al costo de la canasta alimentaria más la no alimentaria; si bien no son clasificados en situación de pobreza, son vulnerables y podrían formar parte de estas estadísticas si su nivel de ingresos o de poder adquisitivo se ve afectado.
La última medición de la pobreza también reveló que, la población juvenil es el grupo más vulnerable, ya que el 32.1% de ellos es vulnerable por carencias sociales. Al comparar esta cifra con el agregado total de población bajo esta misma situación (que es de 29.3%), entre la población juvenil esta cifra es superior por 2.8 puntos porcentuales.
Un elemento que es relevante entre la población joven es su grado de escolaridad. Según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID), en 2018 la población de entre 15 y 29 años contaba con un grado promedio de escolaridad de 10.8 años, esto es, un año más que el promedio nacional.
Por otro lado, en la medición de pobreza de CONEVAL correspondiente a 2018 también se confirmó lo anterior. El 11.4% de la población joven tiene carencia por rezago educativo; esta proporción es inferior a la que presenta el resto de la población, entre quienes este mismo indicador asciende a 16.9%: 5.5 unidades porcentuales por arriba de lo que representa el rezago educativo entre la población juvenil.
Sin importar el aumento del grado promedio de escolaridad y de la disminución del rezago educativo en los jóvenes, no se registran mejoras significativas en sus condiciones socioeconómicas.
Otras carencias de acceso a sus derechos sociales en las que los jóvenes de entre 12 y 29 años se encuentran en una peor situación, comparado con el resto de la población mexicana es el acceso a los servicios de salud y a la seguridad social.
La desventaja más severa se encuentra en el acceso a la seguridad social. No debe de soslayarse que en general, este derecho es al que menos mexicanos tienen acceso, ya que 71.7 millones de personas carecen de él, cifra que en 2018 representó al 57.3% de la población total, sin embargo, entre la población joven de entre 12 a 29 años, esta proporción es mucho más elevada.
En el grupo etario mediante el que se identifica a los jóvenes, el 65.5% no cuenta con acceso a un esquema de seguridad social, cifra que involucra a unos 25 millones de personas, lo que representa el 35% de los mencionados 71.7 millones de personas que carecen de este derecho.
Por otro lado, el 19.6% de la población joven en el rango de edad de referencia no tiene acceso a los servicios de salud, y entre 2016 y 2018, esta proporción incrementó 0.6 unidades porcentuales, lo que involucró un aumento de unos 400 mil jóvenes más bajo esta situación, al pasar de 7.1 a 7.4 millones entre ambos años.
Lo anterior significa que, la falta de acceso a los servicios de salud es superior por 3.4 puntos porcentuales entre los jóvenes comparado con el agregado nacional, y adicionalmente, del incremento en el número de personas que carecen de este derecho social observado entre 2016 y 2016, el 31% son jóvenes.
Otra de las carencias que es más severa entre los jóvenes que en el resto de la población es en el de la calidad y espacios de la vivienda, ya que, mientras que entre el agregado nacional el 11.1% de la población no disfruta de este derecho social, en los jóvenes esta misma proporción se eleva a 12.1%: un punto porcentual más.
A propósito de la juventud y de la pobreza, no puede pasar desapercibido que, a medida que la población es más joven, los niveles de pobreza y de vulnerabilidad son más altos.
Desde esta perspectiva, se evidencia que el deterioro de las condiciones socioeconómicas afectan en mayor medida a quienes se van integrando a la vida estudiantil o a la vida laboral.
Además de las cifras sobre la situación de los jóvenes que ya se presentaron, también destaca que prácticamente la mitad de la población menor de 18 años (el 49.6%), es decir, de los niños, se encuentran en situación de pobreza, comparado con el 32.9% de la población de 18 años y más.
Desde esta perspectiva, pareciera que conforme pasa el tiempo, y los niños se integran a la juventud y la juventud llega a la edad adulta, los niveles de pobreza y de vulnerabilidad acompañan a las generaciones.
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