La Hidra de Lerna representa a las violencias con decenas de cabezas que se multiplican, lo que requiere una estrategia inteligente para acabarla. Desde la mitología griega, la Hidra de Lerna era hija de Tifón y de Equidna, nieta de Forcis y de Ceto, a su vez, hijos de Ponto y de Gea, hermana de la Quimera, del León de Nemea, de Cerbero y de la Serpiente del Cólquide, guardiana del Vellocino de Oro y el Águila que martirizaba todos los días a Prometeo, amigo de los seres humanos. La Hidra tenía muchas cabezas, siete, nueve, once, diez mil; sólo una de ellas era inmortal. Serpiente acuática de aliento venenoso, que moraba en el lago de Lerna, cuidaba una entrada al inframundo, la Hidra era casi invencible. Sus cabezas renacían tan pronto eran cercenadas a menos que las heridas fueran cauterizadas.
Jesús Vaca-Cortés[1]
Para matar a la Hidra, Hércules, en su octava encomienda, incendió los árboles en los cuales ésta se guarecía. (Ortiz, 2002, pág. 3).
La Hidra anunciaba tragedias y en la tragedia el desenlace siempre suele ser desgraciado, lamentable, infausto, inevitable. El destino es fatal y el final irremediablemente triste, sus protagonistas, sus héroes y heroínas mueren o enloquecen, o enloquecen y luego mueren.
La violencia se manifiesta de múltiples formas, monstruo de mil cabezas, Hidra de aliento venenoso. Hay que entender, considero, la violencia que existe detrás de la violencia, violencia impalpable.
Desde Sócrates, el ateniense, hay una pretensión de intelección completa de los hechos. La expectativa de que nuestras facultades intelectuales pueden captar, por carencia o defecto, lo malo que ocurre: la injusticia, la impiedad. En el origen del mal (“Unde malum”), estaría en primer término la ignorancia, no la mala voluntad. (Aguilar Sahagún).
Dos mil años después de Sócrates Emmanuel Kant advirtió sobre la existencia del “mal radical”, de “una inclinación hacia la maldad” en el hombre junto a una disposición al bien, más originaria, y que puede ser restaurada. Para filósofos como Armando Aguilar cuando la filosofía se plantea problemas como el mal o la violencia queda inacabada, abierta, aun cuando pueda dar cuenta de su propio carácter inconcluso. Para Paul Ricoeur el mal es un símbolo y como símbolo es una expresión con múltiples sentidos, que “dan que pensar” y bajo sus también múltiples interpretaciones, ayudan a vivir. (Huete, 2001, pág. 1 y Porée, 2006, pág. 46).
El mal es injusticia y conlleva una dualidad, el “mal moral” y el “mal físico”, el mal que se hace y el mal que se padece y que, sólo puede ser entendido mediante el análisis de sus símbolos. Ricoeur, suma tres conceptos determinantes: a) La mancha, b) El pecado y c) La culpabilidad. En las tradiciones judeocristianas se nace con culpa y con pecado, de ahí el rito del bautismo que pretende limpiar “el pecado original” que la humanidad, o parte de ella, arrastra desde inmemoriales tiempos. Para entender el mal humano hay que estudiar sus símbolos siguiendo tres pasos:
1.- El mal engloba a la humanidad en masa en una historia ejemplar, el hombre es un universal concreto.
2.- La expresión de los mitos debe su carácter a la narración de la experiencia humana.
3.- El mito pretende abordar el enigma de la existencia humana; la discrepancia entre la realidad fundamental y las condiciones reales en que se debate el hombre manchado, pecador y culpable.
Al final sólo queda la esperanza, pues cada cual es su propia esperanza. Distinguida de la fe con un sentido más amplio que el de una creencia relativa a una religión determinada. Así sucede (Dice Porée, 2006, pág. 60) como:
“con los pescadores de la línea del canal San Martín, que no pescan nunca pero se encuentran cada mes en el mismo lugar. ¿Qué esperan? Ellos mismos no lo saben. Eso prueba que hay siempre más que esperar que cosas no esperadas. Desaparecida la fe, resta la forma vacía de la esperanza. Nos corresponde rellenar esta forma. Deberemos, a tal efecto, restablecer antiguos relatos o quizás inventar nuevos símbolos. ¿Somos capaces de ello? ¿Estamos aún a tiempo?”.
[1] Doctor en Filosofía y Ciencias Humanas; Maestro en Ciencias (Psicología Social); Especialista en: Psicología Forense y Jurídica; Victimología; Prevención del delito, Perfilador Criminal. Creador del Modelo Multifactorial para la Resolución de Delitos Recurrentes (MURDER) y del algoritmo para la investigación delictiva: O = [ D + + I (f/d/t) + VF]. Contacto: jvc.vaca@gmail.com www.jesusbvaca.wordpress.com