por Mario Luis Fuentes
El Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) dio a conocer a través de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), que el 67.7% de la población considera que sus ciudades son inseguras; sólo el 13.7% considera que las condiciones mejorarán en los próximos meses; 67.1% ha presenciado robos o asaltos; mientras que 67.1% considera que sus policías municipales son poco o nada efectivas. Un contexto que obliga, sobre todo a entidades y municipios, a hacer mucho más, pero mejor, en esta materia.
La captura del delincuente más buscado en el país ha puesto nuevamente en el centro de la atención y discusión pública a la agenda de la inseguridad y sus efectos en la vida cotidiana de la mayoría de la población nacional.
En ese sentido, es importante destacar que muchos expertos han advertido que, sin dejar de ser relevante la captura de los “grandes capos”, los cárteles y grupos delincuenciales han evolucionado a tal grado que pueden mantener su presencia y capacidades operativas en ausencia de sus liderazgos más conocidos, y mantener por tanto su fortaleza y nivel de desafío a las autoridades del Estado.
Frente a tales consideraciones es relevante entonces conocer cuáles son los niveles de inseguridad que la población continúa percibiendo, porque ello da cuenta de las posibilidades reales que tienen las autoridades para recuperar la confianza ciudadana.
En esa tesitura, se presentan a continuación los resultados más recientes de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), dados a conocer el día de ayer, 11 de enero, por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI).
¿Mismas acciones, mismas percepciones?
Las y los expertos sostienen que tiene igual relevancia y gravedad la violencia realmente existente frente a la violencia realmente percibida. Esto es porque para la autoridad la violencia puede medirse únicamente desde los datos oficiales construidos con base en las denuncias presentadas ante el Ministerio Público, así como en las estadísticas de mortalidad, lo que da como resultado la existencia de una “cifra negra” de enorme magnitud, como el propio INEGI ha documentado mediante la Encuesta Nacional sobre Violencia y Percepción del Delito (ENVIPE), y cuyo indicador rebasó en 2015 el 90% de delitos no denunciados.
La ENSU, por otra parte, ofrece un panorama que, desde los ámbitos urbanos, que son aquellos en donde mayor criminalidad y violencia se registra, resulta preocupante porque documenta que entre los años 2014 y 2015, con mediciones al mes de diciembre, las percepciones sobre la inseguridad pública no muestran mejoría.
En esa lógica debe recordarse que la seguridad pública, en lo que hace a los delitos del orden común, es responsabilidad de los estados y los municipios, y en ello las autoridades locales se han visto desbordadas en sus capacidades y recursos para atender y resolver la problemática.
El resultado es que en los meses de diciembre de 2014 y 2015, un porcentaje de 67.9% y 67.7% de la población urbana nacional, respectivamente, afirmó que sus ciudades y entidades federativas son inseguras. Cabe destacar que estos indicadores no son estadísticamente distintos a lo registrado en 2013, año en que el dato fue de 68% de percepción negativa sobre la seguridad.
La desconfianza se proyecta al futuro
Uno de los peores fenómenos que pueden registrarse en una sociedad es la pérdida de esperanza en que el futuro será mejor que el presente y el pasado. En ese sentido, lo que muestra la ENSU (2015) es que el 36.6% de la población urbana cree que la inseguridad “continuará igual de mal”; sin embargo, hay un 26.6% adicional que piensa que las cosas van a empeorar; mientras que un 21.8% sostiene que las cosas “seguirán igual de bien”; y únicamente un 13.7% sostiene que vislumbra que la seguridad “mejorará”.
Debe señalarse que el indicador relativo a la posibilidad de mejoría percibida por la ciudadanía presenta un retroceso respecto de 2014. En efecto, en diciembre de aquel año el 15.1% de la población percibía que la seguridad mejoraría en los siguientes meses; empero, en diciembre de 2015 el indicador se ubicó en el ya mencionado el 13.7% de la población urbana.
Cuando la amenaza acecha
Otro de los indicadores relevantes de la ENSU se encuentra en la identificación de los niveles y la magnitud de la presencia de actos delincuenciales o violentos en las ciudades del país. En ese sentido, la Encuesta documenta que el 55.69% de la población urbana ha presenciado actos de vandalismo; 69.8% el consumo de alcohol en las calles; 67.1% (dos de cada tres) han presenciado robos o asaltos; 32.6% actos de bandas violentas o pandillerismo; 43.5% la venta o consumo de drogas; y 22.15 (al menos uno de cada cinco) disparos frecuentes de armas de fuego.
Autoridades locales cuestionadas
De acuerdo con la ENSU, el 67.1% de las personas que identifican a la policía preventiva o municipal consideran que su desempeño es poco o nada efectivo; entre quienes identifican a la policía estatal, el 59.8% la consideran poco o nada efectiva; entre quienes identifican a la policía federal el 43% considera que su trabajo es poco o nada efectivo; y entre quienes identifican a la gendarmería nacional el 27.9% considera que su trabajo es igualmente poco o nada efectivo.
En ese sentido es importante destacar que a las policías municipales las identifica el 82.1% de los habitantes de zonas urbanas; a la policía estatal el 81.6%; a la policía federal únicamente el 70.9%; mientras que a la gendarmería nacional sólo el 35.6% de la población.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 11- Enero- 2016, p.22
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