Durante muchos años, las grandes tradiciones antiguas han tratado de responder a una de las preguntas más importantes: ¿Qué es la conciencia?
Karl Jaspers nos dice que el Hinduismo, Confucianismo, Budismo, Racionalismo Griego, Monoteísmo Rabínico –de donde viene el Judaísmo, el Islam y el Cristianismo– y el Taoísmo, las tradiciones con mayor relevancia en la antigüedad, han llegado a las mismas conclusiones:
- El espíritu existe.
- El espíritu se encuentra en el interior.
- La mayoría de nosotros vivimos inconscientes de esta realidad, porque estamos en una realidad de separación con el espíritu, una realidad dual, en conclusión, una separación.
- Hay una forma de salir de esta ilusión, de este estado de “pecado”, es decir, hay un camino de salvación.
- Si seguimos este camino hasta su lógica conclusión el resultado será la iluminación, la experiencia directa de reconocimiento del espíritu, la liberación.
- La liberación marca el final del sufrimiento y del “pecado”
- El final del sufrimiento necesariamente nos lleva a la compasión por aquellos que aún viven en la ilusión y nos compele a la acción social de la misericordia.
La mera noción de que las tradiciones religiosas mas importantes del mundo hayan llegado a la misma conclusión es asombrosa, pero, además, en un periodo de 600 años (del 800 A.C. al 200 A.C.) y cuyo epicentro de cada una de estas líneas de pensamiento se encuentran a más de 8000 kilómetros entre sí (Grecia y China).
Ahora, ¿en qué consiste esta ilusión en la que vivimos? ¿qué es este dualismo?
Cada tradición tiene su repuesta, pero si el lector me lo permite, voy a dar la conclusión que me parece más universal y esta es la identificación con lo contingente, como dice el maestro: “Muéstrame tu verdadero rostro, el rostro que tenías antes de que nacieran tus padres”. Sólo el espíritu es real y es este el que se desenvuelve en el presente para alimentar la experiencia, más allá de la ilusión, todos somos uno.
Entonces, ¿qué es la conciencia para todas estas religiones?
Una vez que todos llegamos a entender que la separación con el espíritu es una ilusión y que todo lo demás es contingente, entonces la conciencia se define como la experiencia del presente por parte del ser sin estar identificado con un objeto contingente, ¿ósea Whaaaaat? Jajaja, Esto, en términos simples, quiere decir que cuando tomamos una vivencia y usamos un objeto para calificarla, limitamos la experiencia a lo que este objeto nos permite.
Imaginemos que vemos un partido de Chivas vs América y nosotros somos partidarios del América, si Chivas mete gol entonces nuestro objeto con el que nos identificamos (fanatismo por el América) nos limita la experiencia y nos dice que esto es malo y por tanto sufrimos, sin embargo, la experiencia en sí no es buena ni mala. Simplemente es.
Esto implica que a mayor conciencia del ser menos limitada la experiencia y por tanto más posibilidades de percibir la realidad como es. A esto se le llama estar presente.
Desde este punto, la conciencia del estar presente cobra una importancia suprema ya que cuando nuestro yo es indistinguible del ser, la palabra eternidad deja de significar algo que dura para siempre, sino un instante donde todas las cosas están conectadas por la conciencia.
Es por esto, queridos amigos, que los invito hoy, más que nunca, a estar presentes en sus vidas, a contribuir con su vivencia a la conciencia que todos compartimos o como lo dijo Carl Sagan:
“Somos una forma de que el cosmos se conozca a sí mismo”.
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Referencias:
- Jaspers, K. (1949). Origen y Meta de la Historia. México: Fondo de Cultura Económica.
- Armstrong, K. (2006). La Gran Transformación: El mundo en el siglo XXI. México: Taurus.
- Wilber, K. (2017). La Religión del Mañana. México: Ediciones la Llave.
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