Hay una voz dentro de nosotros que nunca conseguimos acallar. Es la voz de la conciencia. Ella está por encima del orden establecido y de las leyes vigentes. Hay hechos delictivos como violar inocentes, quitar de la boca del hambriento el pan que lo salvaría de la muerte, robar el dinero destinado a la salud y a la educación, practicar la corrupción como verdadero pillaje de millones de reales destinados a las infraestructuras y otros crímenes horrendos.
La conciencia persigue al corrupto aunque nadie lo condene

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