Según cifras de la ONU, en el mundo, nueve de cada diez personas respiran aire impuro y la contaminación del aire provoca alrededor de 7 millones de fallecimientos prematuros al año.
Respirar aire contaminado puede originar enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y otros padecimientos respiratorios.
De acuerdo con el el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la contaminación por ozono es responsable de la pérdida de 52 millones de toneladas de cultivos cada año en todo el mundo.
“La contaminación del aire es el mayor riesgo ambiental para la salud humana, tiene un impacto desproporcionado en los más pobres”, señala Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
Asimismo, António Guterres, secretario general de la Organización, ha advertido que, además de la salud y el medio ambiente, la contaminación del aire también es una amenaza para la economía y la seguridad alimentaria de la población mundial.
Por eso este 2020 se conmemoró por primera vez el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul.
Este día surge con el objetivo de impulsar a los Estados Miembros a reducir el número de muertes y enfermedades causadas por productos químicos peligrosos y por la polución y contaminación del aire, el agua y el suelo como parte de los Objetivos de la Agenda 2030.
“El aire limpio es importante para la salud y la vida cotidiana de las personas, y la contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas de muerte y enfermedad en todo el mundo que se podrían evitar”, señala la ONU sobre esta grave problemática global.
Apunta que esta contaminación afecta mucho más a mujeres, niños y personas de edad avanzada. Además, la contaminación ambiental aumenta los riesgos asociados al COVID-19, por lo que es urgente trabajar para reducirla.
En este sentido, una de las situaciones más alarmantes es el que en algunos lugares ya se estén superando los niveles de contaminación previos al confinamiento por el COVID-19. Por ello Guterres advierte que se necesita un cambio “drástico y sistémico”.
“Hoy más que nunca se necesitan normas, políticas y leyes ambientales reforzadas que impidan las emisiones de contaminantes atmosféricos. Los países también deben poner fin a los subsidios para los combustibles fósiles”.
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