“La pandemia de la COVID-19 ha pasado de ser una crisis de salud a convertirse en la peor crisis económica y para el mercado de trabajo al menos desde la Segunda Guerra Mundial”, alerta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su nota “Prevenir la exclusión del mercado de trabajo: Afrontar la crisis del empleo juvenil provocada por la COVID-19”.
El impacto de esta crisis ha sido global, exacerbando las desigualdades y la vulnerabilidad de los grupos más desfavorecidos. Entre ellos, se encuentran los jóvenes que necesitan un trabajo y no logran insertarse en el mundo laboral o que terminan en un empleo que no está relacionado con sus estudios.
“Dado que la recesión provocada por la crisis de la COVID-19 es mucho más grave que episodios anteriores, la pérdida de ingresos para los jóvenes en todo el mundo en los próximos años probablemente sea mucho más perjudicial”, señala la OIT.
Así, la OIT advierte que habrá mayor competencia y menos puestos de trabajo. Los periodos de desempleo serán más largos y los jóvenes seguirán siendo excluidos. Las consecuencias pueden llegar a ser graves: “si el desempleo se prolonga, probablemente tenga efectos perjudiciales durante toda la vida en las competencias, el empleo y el salario de esa persona”.
El organismo señala que hay tres dimensiones preocupantes en términos de la crisis del empleo juvenil:
1) Las interrupciones de la educación, la formación y el aprendizaje en el trabajo.
2) Incremento de las dificultades para los jóvenes que buscan empleo y quienes se incorporan por primera vez al mercado de trabajo.
3) Pérdida de empleos e ingresos, junto con el deterioro de la calidad del empleo.
Antes de la llegada de la pandemia, el desempleo afectaba a 67.6 millones de mujeres y hombres jóvenes, es decir, al 13.6% de la fuerza de trabajo juvenil. La cifra se ha mantenido por encima del 13% desde la crisis de 2009.
Aunado a lo anterior, la OIT informó que “los jóvenes de entre 15 y 24 años tienen tres veces más probabilidades de estar desempleados en comparación con los adultos que están en el apogeo de la edad productiva, de 25 años o más”.
Todo este panorama de jóvenes que no estudian ni tienen acceso a oportunidades de trabajo deviene en lo que la organización denomina como una subutilización de la fuerza de trabajo juvenil. Antes de la pandemia, 267 millones de jóvenes se encontraban en esta situación, y la cifra es particularmente elevada entre mujeres jóvenes de países de ingresos medios-bajos, con casi el 40%.
La OIT explica detalladamente las condiciones a las que se enfrentan los jóvenes al mundo. Cada una de ellas debe llevar a una reflexión y a la propuesta de soluciones que permitan su inserción laboral en condiciones formales, su pleno desarrollo profesional y el cumplimiento de todos sus derechos:
-Los jóvenes que están empleados se concentran en tipos de trabajo en los que corren el riesgo de perder sus ingresos y empleos durante la crisis actual.
-Más de tres de cada cuatro trabajadores jóvenes en el mundo tenían empleos informales antes del inicio de la crisis, en comparación con el 60 por ciento de los adultos de 25 años o más.
-Los trabajadores jóvenes ocupados en el sector informal no tienen acceso a la protección social o a otras prestaciones relacionadas con el empleo.
-Están excesivamente representados entre los trabajadores pobres4 y en las modalidades de trabajo menos protegidas, como el empleo temporal y el trabajo esporádico.
-Los menores de 30 años representan el 70% de las corrientes migratorias internacionales.
-Persisten las brechas salariales considerables por motivo de género y la segregación ocupacional entre las mujeres y los hombres jóvenes.
-Las mujeres jóvenes dedican bastante más tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado y al trabajo doméstico.
-El cierre generalizado de las escuelas y la indisponibilidad de servicios de cuidado infantil están intensificando la doble carga que asumen con frecuencia las mujeres jóvenes.
-Al haber más solicitantes de empleo compitiendo por un número limitado de empleos, los jóvenes están en situación de desventaja en comparación con los trabajadores más experimentados.
-Despedir a los trabajadores jóvenes es menos costoso: Las recesiones conllevan también un aumento de la reducción de personal, y los jóvenes, en promedio, han pasado menos tiempo en el empleo que los trabajadores de más edad.
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