Este año se conmemora un siglo desde que la Organización Internacional del Trabajo comenzó con sus esfuerzos para, en aquel momento reducir, y en nuestros días, para erradicar el trabajo infantil. Se trata de una de las problemáticas del capitalismo contemporáneo de más larga data, y que revelan el carácter injusto y desigual del modelo de desarrollo.
Para estimar la magnitud de esta problemática, el INEGI había levantado, desde el año 2002, el Módulo de Trabajo Infantil, como parte de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, (ENOE).
De manera lamentable, debido a los recortes presupuestales que se propusieron por la Presidencia de la República, y que fueron aprobados por el Congreso de la Unión, este año no se contará con la actualización bienal que se tenía de manera regular desde el 2009, con lo que simplemente no podrá saberse cuántas niñas y niños trabajan, y en qué condiciones lo hacen.
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A pesar de ello, y aunque ya se conocen en varios espacios, es relevante mostrar algunos de los datos más relevantes que pueden conocerse a través de la información de que se dispone, y hacer un llamado a que se reconsideren este tipo de recortes presupuestales y se priorice la generación de datos relativos a la infancia mexicana, en cumplimiento del principio superior de la niñez.
Excluidos de la escuela
Un dato que sobresale es el relativo a la no asistencia a la escuela de niñas, niños y adolescentes. En efecto, es uno de los indicadores con mayor estancamiento: en el año 2011 la cifra fue de 2.57 millones entre los 5 y los 7 años de edad, que no asistían a la escuela.
Así, para el año 2013 la cifra descendió a 2.11 millones; para el 2015 la reducción fue marginal, ubicándose en 2.08 millones; mientras que en el 2017 se tuvo un nuevo incremento llegando una vez más a 2.12 millones de niñas, niños y adolescentes privados de su derecho a la educación.
Simultáneamente es importante destacar que en 2017 el INEGI estimó que había 29.34 millones de niñas, niños y adolescentes entre 5 y 17 años de edad; y que de ellos, 12.65 millones recibieron alguna ayuda del gobierno, siendo 7.15 millones quienes recibieron alguna beca para estudiar; 4.81 millones recibieron otro programa de gobierno; 576 mil recibieron ayuda de algún familiar que vive en otro hogar y 104 mil recibieron otro tipo de ayuda.
En México hay más de 2 millones de niñas y niños entre 5 y 17 años de edad que no asisten a la escuela. De manera dramática, la cifra se mantuvo prácticamente constante del 2013 al 2017, por lo que uno de los mayores retos que tendrá el nuevo gobierno es lograr la cobertura y permanencia universal, desde el preescolar, hasta, al menos, bachillerato.
En contraste, hubo 16.68 millones que no recibieron ningún tipo de ayuda, de los cuales 8.56 millones eran hombres y 8.12 millones fueron mujeres. Esto significa que el 56.6% de quienes se encontraban en edad escolar obligatoria en 2017, no recibieron ningún tipo de ayuda o beneficio de programas públicos o privados.
De acuerdo con los datos del INEGI, la razón por la cual niñas, niños y adolescentes no asisten a la escuela que tuvo mayor incremento entre 2015 y 2017 es la catalogada como “falta de interés, aptitud o requisitos para asistir”. Destaca igualmente que el embarazo adolescente, la inseguridad y el trabajo doméstico son motivos que no se redujeron en el periodo señalado.
La tragedia del trabajo infantil
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, a nivel mundial 7 de cada 10 niñas y niños que trabajan lo hacen en el sector agrícola; en nuestro país ese es uno de los mayores rezagos.
A pesar de algunos avances, no se ha logrado reducir significativamente el número de niñas y niños jornaleros agrícolas; a ellos deben sumarse quienes son víctimas de las peores formas de explotación infantil, tales como la mendicidad forzada o la trata de personas con fines de explotación sexual comercial.
La reducción en el número absoluto de niñas y niños trabajadores en México ha sido muy lenta en los últimos años. Urge una nueva estrategia de erradicación del trabajo infantil que permita, como lo propone la OIT, que trabajen en conseguir sus sueños y no en el sustento familiar.
En efecto, de acuerdo con los datos del INEGI, entre el 2011 y el 2017 la cifra de quienes tienen de 5 a 17 años de edad, y que trabajan, se redujo de 3.035 millones a 2.32 millones; es decir, 715 mil en un lapso de 6 años, o bien, un promedio aproximado de 119,166 por año. Esto significa que, al ritmo que vamos, tardaríamos 20 años más en la erradicación de este pernicioso fenómeno.
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