El ejercicio del gasto público ha sido deficitario desde 2010, es decir: se gasta más de lo que se ingresa al erario federal, y aunque ésta es una medida que pretende tener beneficios económicos y sociales a largo plazo, el Banco de México ha reducido su rango de crecimiento de 3% a 1.5% y existe un entorno de incertidumbre después de la elección presidencial estadounidense.
El Presupuesto de Egresos de la Federación aprobado para ejercer el gasto público durante 2017 asciende a 4.8 billones de pesos. Éste se divide en gasto programable y no programable. Al programable se le ha asignado 72.6% del total del gasto presupuestado y corresponde al financiamiento de servicios públicos y de sus instituciones correspondientes.
Por otra parte, al gasto no programable, destinado al pago de obligaciones como la deuda pública, participaciones a entidades federativas y a municipios, le fue asignado un 27.4% del gasto público total; es decir, 1.3 billones de pesos. Esta cifra aumentó 12% respecto del monto asignado en 2016.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público estima que la deuda del país alcanzó en 2016 su punto más alto en los últimos siete años, pues representó 50.5% del Producto Interno Bruto, mientas que en 2010 representaba tan sólo 36.2%. Sin embargo, se espera que en 2017 sea de 50.2% y que disminuya a 47.7% en el año 2022.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la economía mexicana es vulnerable a choques externos, pues sus socios comerciales están implementando políticas proteccionistas. Es necesario que las decisiones de la administración sean eficientes para que la economía despunte de la mano del beneficio social y el mejoramiento de la calidad de vida de toda la población.
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