por Mario Luis Fuentes
La discriminación es uno de los grandes obstáculos que deben superarse si de verdad se quiere construir un México de inclusión social, política, económica y cultural de todas y todos. Su persistencia impide que pueda fortalecerse la cohesión social, y su ejercicio cotidiano limita las posibilidades de impulsar nuevas relaciones de solidaridad.
El racismo, clasismo, xenofobia, misoginia, machismo y sexismo; la homofobia, lesbofobia y transfobia; la intolerancia religiosa; son sólo algunas de las expresiones —aunque quizá las principales y más evidentes—, de las distintas formas que adopta la discriminación y cuyos efectos en el ejercicio y disfrute de los derechos humanos de quienes son objeto de estas prácticas, es inaceptable, pues en muchos casos derivan incluso en la muerte de las personas.
A pesar de los esfuerzos que se han hecho fundamentalmente por parte del Consejo Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Conapred), así como del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), para generar información confiable sobre la magnitud y dimensiones de la discriminación, aún hace falta mucho por hacer para diagnosticar con mayor precisión, pero sobre todo, para mejorar el sistema de políticas públicas, relativo a la prevención y erradicación de las múltiples formas que adopta la discriminación en nuestro país.
Una de las aristas que es necesario abordar al respecto de esta cuestión, es la relativa al vínculo que existe entre las condiciones de pobreza y desigualdad que nay en el país; es decir, nos hace falta saber cuál es el impacto de las prácticas discriminatorias en la calidad de vida y en los niveles de bienestar de las personas.
Lo anterior es relevante porque es difícil asumir que es resultado sólo del azar que las personas con alguna discapacidad, las personas hablantes de lenguas indígenas; las y los habitantes del mundo rural, así como las niñas y los niños, sean los grupos de población en los que se registra una mayor incidencia en los niveles de pobreza, y al mismo tiempo sean de los grupos que son mayoritariamente discriminados. A continuación se describen los ejemplos más notables.
Los hablantes de lenguas indígenas
De acuerdo con la información del Conapred; en México, “ocho de cada diez mexicanas y mexicanos manifiestan que no han sido respetados sus derechos por motivo de sus costumbres o su cultura, por su acento al hablar, por su color de piel, por provenir de otro lugar, por su educación, por su religión o por su forma de vestir.
En tanto, “siete de cada diez indicaron que fue por su condición de ser hombre/mujer, su edad, su apariencia física o por no tener dinero (Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, Enadis 2010).
“La misma Enadis 2010 indica que 44 por ciento de mexicanos y mexicanas consideran que no se respetan los derechos de las personas indígenas”.
Otros datos relevantes destacados por el Conapred son los siguientes:
* “En general, el principal problema que perciben las minorías étnicas es la discriminación (19.5%), seguido de la pobreza (9.4%) y el apoyo del gobierno (8.8%). Además, consideran que la lengua (6.8%) es otro problema principal.
* Casi cuatro de cada diez miembros de un grupo étnico (39.1%) consideran que no tienen las mismas oportunidades que los demás para conseguir trabajo.
* Tres de cada diez (33%) consideran que no tienen las mismas oportunidades para recibir apoyos del gobierno.
* Uno de cada cuatro dijo no tener las mismas oportunidades para tener acceso a servicios de salud (27.1%) o educación (26.2%)”.
Por su parte, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) estimó en su medición multidimensional de la pobreza 2012, que 73.2% de las personas hablantes de lenguas indígenas viven en condiciones de pobreza; que 81% carece de seguridad social; 60% es vulnerable por carencia de servicios básicos en la vivienda y que casi 35% es vulnerable por carencia de acceso a la alimentación.
Personas con discapacidad
Quienes viven con alguna discapacidad enfrentan de manera cotidiana barreras, no sólo físicas, sino sobre todo culturales. En ese sentido, constituyen uno de los grupos de población que en mayor medida ven vulnerados sus derechos.
Al respecto, el Conapred destaca:
“Según los resultados de la Enadis 2010 más de siete personas de cada diez, creen que los derechos de las personas con discapacidad no se respetan o sólo se respetan en parte. De la población en México, 23.5% no estaría dispuesto, o sólo lo estaría en parte, a que en su casa vivieran personas con discapacidad.
“De la población con discapacidad encuestada… sólo para 19.1% sus ingresos son suficientes para cubrir sus necesidades… Para 78% de esta población resulta difícil o muy difícil recibir apoyos del gobierno y sólo para 33% los servicios de salud son suficientes porque le brindan la atención que necesita”.
De acuerdo con el Coneval, entre las personas con algún tipo de discapacidad que viven en nuestro país, 51.2% lo hace en condiciones de pobreza; mientras que 31.2% de ellas y ellos viven en vulnerabilidad por carencia de alimentación.
Las niñas y los niños
De especial importancia es el dato que señala a la pobreza y a la inequidad como los factores de discriminación más marcados en la infancia y la adolescencia.
Como nos muestra esta publicación, entre la población de 12 a 17 años, casi 25% considera que sus derechos no han sido respetados debido a su situación económica, y esto influye en la discriminación más que cualquier otro factor como el género o la educación.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 53% de las niñas, niños y adolescentes en el país viven en condiciones de pobreza, mientras que 28.2% vive en condiciones de vulnerabilidad por carencia de acceso a la alimentación.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 28- Abril- 2015, p.24
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