México lleva ya más de tres décadas con un crecimiento económico mediocre. «De 1987 a la fecha, la tasa anual promedio de expansión del Producto Interno Bruto en términos reales fue de 2.6%, menos de la mitad del promedio registrado en el periodo de 1960 a 1981 que fue de 6.7%»
La falta de dinamismo económico que registra nuestro país se expresa también en una reducción importante de su participación en el PIB mundial, pues mientras que en 1990 ésta fue de 2.7%, en 2013 aportó el 2.1% de éste, y para 2017 su contribución dentro del PIB mundial fue de únicamente 1.4%.
De hecho, de acuerdo con el último Informe de Desarrollo en México del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, «después del año 2012, la economía mexicana agudizó su desaceleración y se encontró aún más entrampada en una senda de lenta expansión» de tal manera que «con un pobre desempeño de la formación de capital fijo y la pérdida de dinamismo de las exportaciones» el sexenio que concluyó en noviembre de 2018 fue «el primero en décadas en que año con año la tasa de expansión del PIB real fue inferior al 3%».
Frente a este panorama, la perspectiva económica para 2019 es incierta y con una tendencia a la baja, por debajo, incluso, del promedio histórico de los últimos 30 años. Lo que es más, «la trayectoria de la economía mexicana apunta a un bajo crecimiento en el periodo 2018-2024, dando continuidad a su prolongada etapa de pobre desempeño», con lo que «el PIB estaría creciendo a una tasa media anual de 2.5% entre 2018 y 2024», muy por debajo del 4% prometido por el actual presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador.
Así, dado el escenario de la economía mexicana para los próximos años, urge que la estrategia del actual gobierno federal apuntale a ese crecimiento mediante nuevas rutas que rompan con la mediocridad del desempeño económico que el país viene arrastrando desde hace varios años.
Es importante decir que para crecer más no bastará con la inversión productiva del Estado; se requiere, sobre todo, de la inversión privada, tanto nacional como inversión extranjera directa, a fin de construir una nueva política industrial que sea sostenible y que permita detonar procesos sostenidos de crecimiento en el mediano y largo plazo. Además, se debe avanzarse hacia una política impositiva progresiva, y a la par debe revisarse el pacto fiscal y diseñarse una nueva estrategia de distribución equitativa de la riqueza; es decir, construir los instrumentos para darle cause a la propuesta de la CEPAL de crecer para igualar, e igualar para crecer.
Consulta el número completo de la Revista Economía UNAM en la siguiente liga: http://www.economia.unam.mx/rev_econunam.html
Hacia una nueva política económica y social 2019-2024
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