Escrito por 12:00 am Cultura, Investigaciones

La educación que no queremos

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De acuerdo con las estadísticas oficiales, en México el 36.7% de los mayores de 15 años se encontraban en rezago educativo al cierre del 2014; el coeficiente de Gini en el país tiene un valor de .503, es decir, hay una muy alta desigualdad; el grado promedio de escolaridad es de apenas 9 grados cursados; una de cada cuatro escuelas carece de agua entubada en su interior; y tres de cada cuatro mantienen barreras físicas para la inclusión de las niñas y niños con discapacidad. En ese contexto, es difícil una educación de calidad. La prueba PLANEA así lo confirma


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Tenemos un sistema educativo nacional que funciona a medias: las escuelas abren; se les paga a las y los maestros; las niñas y niños tienen, en su mayoría, acceso a las aulas; contamos con un sistema nacional de libros gratuitos y existen esfuerzos para avanzar hacia escuelas incluyentes de todas y todos.

A pesar de ello, los resultados que se obtienen en materia de rendimiento, trayectoria y aprovechamiento escolar son sumamente deficientes. No se garantiza el derecho a una educación de calidad, oportuna y pertinente para las niñas, niños y adolescentes, y existe evidencia para pensar en que la escuela ha dejado de ser un entorno de protección.

Los resultados de la prueba PLANEA confirman que las condiciones que se habían detectado a través de las pruebas PISA y EXCALE no se han modificado en lo sustantivo, y que el aprendizaje de las niñas y niños sigue estando muy lejos de la realidad deseada para nuestro país. Esa es la educación que definitivamente no queremos.

Los resultados

De acuerdo con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en México hay 8 entidades en las que la mitad o más de sus estudiantes de primaria obtuvieron resultados en los niveles I y II en la prueba PLANEA; esto significa que se encuentran muy por debajo de los estándares de aprendizaje deseado. Estas entidades son: Morelos con 50.4%; Tlaxcala con 50.9%; Sinaloa con 51.4%; Jalisco con 52%; Zacatecas y Chihuahua con 52.4%, cada uno; Guanajuato con 54.8%; y Tabasco con 57.5%.

Debe destacarse además que en los estados de Michoacán, Oaxaca, Guerrero y Chiapas no fue posible llevar a cabo la prueba debido a la oposición de las agrupaciones gremiales para llevarla a cabo; sin embargo, dados los niveles de otros indicadores, es válido asumir que se encuentran en niveles similares a los de los estados con resultados más bajos.

Los contextos

Los resultados de PLANEA muestran que son las y los estudiantes de más bajos ingresos y cuyas familias viven con mayores carencias, quienes obtienen los resultados más bajos en lo que al aprendizaje se refiere. A ello habría que agregar que hay otros factores de contexto que también son relevantes. Entre los más sugerentes se encuentran los siguientes:

a) Escuelas no inclusivas.  Uno de los principales mandatos constitucionales en materia de educación es que ésta debe ser democrática, es decir, debe promover un estilo de vida basado en valores como la tolerancia, el diálogo y la inclusión y respeto de la diversidad. En ese sentido, son muy pocas escuelas las que han sido adaptadas arquitectónicamente para incluir a las niñas y niños con discapacidad.

Así, entre los estados mencionados con menores niveles de aprendizaje lo que se encuentra es que sus escuelas carecen de lo más elemental para el acceso a las niñas y niños con alguna discapacidad: rampas y señalamientos para el acceso y la movilidad segura en su interior.

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En efecto, de acuerdo con el Censo de Maestros, Alumnos y Escuelas (CEMABE), construido por el INEGI y la SEP, en Oaxaca el 97% de las escuelas no cuenta con rampas para acceso; en Chiapas el indicador es de 93%; en Guerrero es de 91%; en Michoacán es de 84%; en Sinaloa es de 80.4%; en Zacatecas es de 79.2%; en Durango es de 77.6%; en Tabasco es de 76.2%; en Jalisco es de 73%; en Morelos es de 72.9%; en Guanajuato de 67.1%; en Chihuahua es de 66.9%; mientras que en Tlaxcala es de 61.3%

b) Escuelas sin lo elemental: agua. Otro indicador de enorme rezago que tenemos en el país es el relativo a la no disponibilidad de agua potable en las instalaciones de las escuelas; más aún cuando se trata de uno de los derechos humanos reconocidos por la Constitución, así como uno de los elementos fundamentales para cumplir con el principio del interés superior de la niñez, pues sin agua limpia es prácticamente imposible tener una buena salud, una buena alimentación y, en consecuencia, un buen aprendizaje.

En los estados con menor aprendizaje, los datos son más que preocupantes: en Chiapas el 53.9% de las escuelas carecen de agua potable entubada al interior de los planteles; en Guerrero el indicador es de 50%; en Oaxaca de 38.2%; en Tabasco de 38%; en Durango es de 36.2%; en Michoacán es de 32.8%; en Chihuahua es de 26.3% y en Guanajuato es de 21%.

c) La cuestión de fondo: pobreza y desigualdad. Los cuatro estados con mayores porcentajes de pobreza en el país son también entidades con bajos niveles de aprovechamiento. Sin embargo, también está la cuestión relativa a la desigualdad, tema que por cierto, forma parte de las Metas del Desarrollo Sostenible.

En ese sentido es importante subrayar que entre las entidades señaladas en este texto, hay 6 entidades con altos niveles de desigualdad. En efecto, en Chiapas el coeficiente de Gini tiene un valor de .517; en Oaxaca es de .513; en Zacatecas es de .507; en Guerrero de .489; en Sinaloa de .486 y en Jalisco es de .468. 

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