Escrito por 12:00 am Especial, Violencia

La forma sutil de la violencia sexual

por Gabriela J. Saldívar Hernández

En una relación amorosa o de noviazgo se esperaría que se incluyera una interacción sexual de tipo positivo y deseada; desgraciadamente, en ocasiones ésta puede implicar algún tipo de violencia sexual, generando grandes problemas en las áreas de la salud mental, sexual y reproductiva de los sujetos que la sufren (II)


En la mayoría de las culturas, el noviazgo es una etapa de experimentación y de búsqueda para los jóvenes y adolescentes, en donde el enamoramiento, el juego, el flirteo y la aventura de conocer a otra persona los hace sentir diferentes. También es cierto que brinda la oportunidad de vivir situaciones nuevas que les permite crecer, y en ocasiones, puede llegar a ser un preámbulo para una relación de mayor duración.

Sin embargo, existen cierto tipo de experiencias como la violencia, que no siempre son funcionales para iniciar una pareja estable. Este tipo de violencia entre los jóvenes y adolescentes está comenzando a ser reconocida como un serio problema que se afronta en la actualidad en las relaciones de parejas jóvenes.

Si bien es cierto que la violencia en el noviazgo es un fenómeno menos estudiado que la violencia marital, se han detectado principalmente tres tipos de violencia es esta etapa: la física, la psicológica y la sexual (I). Asimismo, diversos estudios mencionan que el tipo de violencia menos frecuente en las relaciones de noviazgo es el de tipo sexual, sin embargo, la violencia sexual es un fenómeno donde hombres y mujeres pueden ser víctimas, y varias investigaciones documentan que es un fenómeno que afecta predominantemente a las mujeres y niñas de distintas edades, condiciones de vida y regiones geográficas.

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Para acotar un poco el gran espectro que puede definir a la violencia sexual, recientemente se está estudiando uno de sus tipos: la coerción sexual, definida como la imposición de acercamientos sexuales no deseados a una persona por parte de otra para obtener cualquier tipo de actividad sexual que puede incluir besos, caricias, penetración o sexo (oral, vaginal o anal) (II).

Las tácticas de coerción sexual pueden variar desde la presión psicológica o física, incluyendo la intimidación, el chantaje, las amenazas de daño físico y las lesiones. Este tipo de violencia se diferencia de la violencia física ya que atenta en primera instancia contra la libertad sexual de la persona y no solamente contra su integridad física (III).

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En los últimos años se ha encontrado que la coerción sexual se asocia con muchas consecuencias físicas y psicológicas para las víctimas, como los embarazos no planificados, síntomas de estrés postraumático, depresión, salud sexual no plena, bajo desempeño académico, entre otros.

No se ve como un problema

Un elemento en común que se puede encontrar en las definiciones de coerción sexual es la “presión a hacer algo que no se quiere”. En estos casos, la presión se define como un tipo de coerción psicológica en la cual se involucran la persuasión verbal; la amenaza de “dejar de querer”; el soborno; o la intoxicación por algún tipo de sustancia. Este tipo de presión psicológica es utilizado principalmente por los hombres, sin embargo, también las mujeres llegan a ejercer coerción sexual hacia su pareja masculina.

Es muy importante señalar que cuando se está en una relación de pareja, ya sea iniciando o con un poco más de tiempo, existen ciertas conductas en el área sexual que no son identificadas como un problema o algún tipo de violencia, ya que se ven como formas normales de la relación; por ejemplo, existe la creencia de que en los roles tradicionales de género los hombres tienen que insistir cuando una mujer dice “No” a un avance sexual. Porque “No” significa “Sí”, pero dentro de los roles masculinos tradicionales un hombre cree que una mujer dice “No” al principio, porque no quiere parecer “tan accesible” a la conducta sexual.

Cuanto más sutil es el tipo de presión verbal para tener accesibilidad a algún tipo de gratificación sexual, más difícil será reconocer para hombres y mujeres que están sufriendo este tipo de violencia, esto se debe a que los involucrados en la relación no conocen la definición o tácticas relacionadas con este fenómeno.

En una investigación cualitativa realizada en estudiantes universitarios mexicanos para conocer el significado de coerción sexual y las tácticas utilizadas por hombres y mujeres, se encontró que no es fácil para los estudiantes reconocer o definir el término de coerción sexual como un evento posible en una relación de pareja (IV).

Perspectivas interna y externa

Los hombres y las mujeres de esta investigación asocian más el término con violencia hacia las mujeres en donde puede existir la fuerza física o una violación; en menor medida el término se identifica con la violencia familiar.

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Dada la sutileza de muchas de tácticas utilizadas en la coerción sexual no es fácil poder definir el fenómeno por parte de las personas que la sufren, ya que se pueden manejar dos perspectivas: la interna y la externa. La perspectiva interna es cuando la víctima incluye los sentimientos negativos de la pérdida de control ante la relación sexual no deseada, o la víctima no quiere reconocer el evento coercitivo como tal por miedo a reconocer que ha sufrido violencia o porque la contextualiza como natural en una relación.

La perspectiva externa en este caso podría ser cuando una persona externa a la relación, como un amigo, menciona a la víctima que ciertas conductas como presionar a tener conductas sexuales no deseadas o no obtener gratificación sexual son parte de la coerción sexual. La persona externa a la relación (perspectiva externa) puede identificar la presión vivida por el sujeto en el evento sexual, pero la víctima (perspectiva interna) no lo reconoce como tal, ocasionando que el fenómeno de la coerción sexual sea difícil de identificar y evidenciar.

Actos de “seducción normal”

Para muchos otros es particularmente difícil determinar los límites entre la seducción y la coerción, ya que no saben identificar los eventos violentos. La seducción, al igual que los conceptos como el amor, la tristeza, la soledad, etcétera, ha tratado de ser definida por ciertas áreas de las ciencias sociales, pero sólo se ha llegado a una aproximación de los conceptos: se le conoce como el “arte de ligar”, y se basa primordialmente en tácticas de negociación, en una serie de señales que cada uno de los individuos tiene que descifrar según su realidad, donde se tiene que deducir si la otra persona te está “dando entrada” o si sólo te quiere “como amigo(a)”.

Las estrategias de seducción requieren de la participación de la conciencia, la inteligencia y la voluntad de ambos miembros de la pareja, ya que en muchas ocasiones el término de seducción es utilizado a favor de los agresores, pues estos se sienten con el derecho de cometer el delito sexual argumentando “me sedujo”, ya que existe una delgada línea entre donde termina la seducción e inicia la coerción sexual. Por lo tanto, al no comprender de una manera clara el concepto y las conductas involucradas en la seducción, se origina que un alto porcentaje de víctimas no reconozca que está viviendo un evento de violencia sexual en su relación de pareja (V).

Tácticas directas e indirectas

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Los tipos de tácticas más utilizados por hombres y mujeres para obtener un encuentro sexual van desde las tácticas verbales hasta el uso de la fuerza física. En la literatura se han identificado dos formas básicas de tácticas de coerción sexual: las indirectas y las directas. Las tácticas indirectas son estrategias en las que la persona oculta su propósito sexual y que, precisamente por su sutileza, pueden ser muy efectivas para lograr el objetivo pues “confunde” a la víctima al disfrazar la intención (obtener el comportamiento sexual deseado) por otro motivo (obtener “una prueba de amor”, por ejemplo).

Las tácticas directas son estrategias en donde la persona usa abiertamente la fuerza física o psicológica para obligar a que la persona se involucre en cierta actividad sexual. Entre las tácticas de tipo verbal más usadas destaca la amenaza de terminar la relación si el encuentro sexual no ocurre.

En una investigación realizada en México en 320 estudiantes universitarios se encontró que un 33.4% de la muestra total menciona que ha sido víctima de coerción sexual (VI). Las mujeres (56.1%) reportan haber sido víctimas principalmente de coerción sexual a diferencia de los hombres (43.9%.). El grupo que ha sufrido coerción menciona a él o la novio(a) (57%) como el o la principal perpetrador(a), seguido(a) del amigo o la amiga (22.4%); un o una conocido(a) (14.7%), etcétera.

Un 9.4% de la muestra total menciona que ha ejercido coerción sexual hacia su pareja. Los hombres (83.3%) reportan haber ejercido principalmente coerción sexual hacia su pareja a diferencia de las mujeres (16.7%).

También en este mismo estudio se preguntó sobre las tácticas utilizadas por hombres y mujeres para obtener cualquier tipo de gratificación sexual por parte de su pareja.

En general los y las participantes mencionan que las tácticas indirectas son las más utilizadas por los hombres. El tipo de tácticas indirecta más utilizadas por los hombres fueron el chantaje (26.6%); los engaños verbales (20.9%); amenazas psicológicas (10.6%); prueba de amor (17.2%); y el uso de la caballerosidad (3.4%). En cuanto a las tácticas directas utilizadas por los hombres se encontró que fueron las frases insistentes (13.1%); el uso de violencia física (2.8%); las amenazas de violencia física (1.9%); tocamientos insistentes (1.6%); y el uso de alcohol y drogas (2.2%).

En cuanto a las tácticas utilizadas por las mujeres para obtener algún tipo de gratificación sexual por parte de su pareja, el uso de las tácticas indirectas en mujeres fue de la más frecuente, entre las más utilizadas están el chantaje (19.7%), los engaños verbales (14.1%) y las amenazas psicológicas (2.8%).

Los tipos de tácticas directas más frecuentes utilizadas por mujeres fueron: insinuaciones sexuales usando el cuerpo o frases insistentes (36.9%); uso de violencia física (0.3%); uso de la violencia verbal, cuestionando la preferencia sexual del hombre (12.2%); y uso de alcohol y drogas (1.6%).

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Es cierto que el fenómeno de la violencia en pareja no es un fenómeno exclusivo de las parejas establecidas, también está presente en las relaciones de pareja nuevas, no formales o en proceso de establecimiento formal como el noviazgo.• 

GSaldivar
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