Uno de los fenómenos que en mayor medida preocupa a los economistas, pero también a filósofos y sociólogos, es la llamada “Gran Renuncia”. Un fenómeno del ámbito laboral que se registró a partir del impacto de la pandemia, y las lecciones que muchas personas aprendieron de ella. Una de las más relevantes, es que somos mucho más que el trabajo que desarrollamos y el rol que jugamos en nuestros ámbitos laborales.
Escrito por: Saúl Arellano
La “gran renuncia” es una tendencia que se ha generado, principalmente en las economías más granes, y en el cual se ha generado una oleada muy importante de personas que han dejados sus trabajos y que han decidido tomar opciones laborales, quizá con menores ingresos a los que tenían antes de la pandemia, pero que les da la oportunidad de disponer de mayor tiempo para estar con sus familias o desarrollar proyectos personales que habían dejado de lado.
De acuerdo con el último reporte del US Bureau of Labor Statistics (oficina de los Estados Unidos para las Estadísticas Laborales), emitido el 1 de noviembre de 2022, hasta el 30 de septiembre de este 2022 se habían registrado 4.1 millones de renuncias a empleos, más 1.3 millones de despidos por múltiples razones.
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Por su parte, en Europa, según la nota de Stefan Elleberck para el Foro Económico Mundial, al menos dos quintas partes de las personas están descontentas con su trabajo y están pensando en dejar sus empleos, pero en algunos países, como la India, el porcentaje se eleva al 60%.
En Japón hay casi 900 mil vacantes de empleos que no pueden cubrirse debido a que no hay personas que los quieran; mientras que, en el Reino Unido, por primera vez desde que se tiene registro, hay más empleos disponibles que solicitudes de puestos de trabajo. Ahí la razón entre ambas categorías es de 1.27.
De esta forma, Elleberck reseña que en la República Checa ha renunciado el 5.3% de las y los trabajadores; en Holanda, 4.9%; en Bélgica 4.8%; en Austria, 4.7%; en Alemania el 4.1%; en Finlandia 3.9% y en Dinamarca y Suecia el 3.6%, respectivamente.
Por su parte, el Pew Research Center llevó a cabo un estudio para determinar las razones por la cuales dejaron su trabajo las personas. En primer lugar, hubo un 63% que renunció porque consideró que su salario era demasiado bajo; pero un porcentaje igual declaró que renunció porque no tenía oportunidades de desarrollo o avance en sus ámbitos laborales.
Asimismo el 57% declaró que renunció porque no se sentía respetado en su trabajo; el 48% debido a la necesidad de desarrollar actividades de cuidado de sus niños; el 45% porque no había suficiente flexibilidad para adecuar sus horarios; el 43% porque las prestaciones no eran lo suficientemente buenas; el 39% porque estaba trabajando demasiadas horas; el 35% porque se recolocaría en otro ámbito o sector laboral; y el 19% porque el empleador exigía estar vacunados ante la COVID19.
A la llamada “Gran renuncia” le ha seguido, según varios expertos, lo que se llama la “renuncia silenciosa”, fenómeno que consiste no en dejar el puesto de trabajo sino en simplemente no dar más allá del tiempo y el esfuerzo estrictamente contratado. Es decir, nada de “salidas tarde” o quedarse más tiempo en las oficinas o generar productos extra que agregan valor a las compañías.
¿Pero qué ha pasado en México? ¿Se ha dado este mismo fenómeno? Los datos aún no son concluyentes, no al menos no en los sectores de mayor cantidad de personas empleadas. Y esto podría explicarse simplemente por el hecho de que son tan precarias las condiciones laborales en todos los sectores, tan bajos los salarios, tan elevado el desempleo, que las personas simplemente no tienen esa opción.
Adicionalmente no debe olvidarse que en México no tenemos mecanismos de protección social como un seguro de desempleo, o prestaciones y servicios médicos de calidad sin vínculo laboral; lo cual evidentemente impide que las personas puedan “darse el lujo” de decirle no a empleos mal remunerados o que no cumplen con sus expectativas laborales o de prestaciones económicas y sociales.
De esta forma, según los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en el primer trimestre del 2022, se registraron 773,252 eventos de abandono laboral; de ellos, en 7.8% de los casos, la causa reportada fue por “conflictos laborales o con sus superiores”; en el 14.39% fue porque las personas “no podían responder a las exigencias del trabajo”; en el 16% fue porque las condiciones laborales se deterioraron o implicaban riesgos personales o de salud; en 19.12% de los casos fue porque las personas querían seguir estudiando o retomar sus estudios. En 13.7% fue por matrimonio, embarazo u otras responsabilidades familiares; el 15.99% quería ganar más o tener otras oportunidades de superación en el trabajo; el 5.9% fue por retiro o jubilación; mientras que en el 3.25% se debió a condiciones o eventos de discriminación o acoso.
Como puede verse, la cifra absoluta de eventos de abandono es relevante en México, aunque dista mucho de las magnitudes y proporción de lo que se ha registrado en otros países. Aún con ello, no es menor, pues las causas identificadas por el INEGI muestran que hay un enorme descontento laboral; y que las empresas, sin duda alguna, habrán de enfrentar nuevos retos para mantener sus plantas laborales y condiciones de operación suficientes para seguir desarrollando adecuadamente sus actividades.
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