La consecuencia más dramática de la invasión a Ucrania son los muertos y la crisis humanitaria por los desplazados y los refugiados, no hay que olvidarlo, pero al mes de iniciada la guerra, además, se están concretando las previsiones acerca de un impacto social global con graves implicaciones para el desarrollo humano de muchos países, aunque no estén directamente relacionados con el conflicto. La OCDE lo califica como un shock humanitario y económico.
Escrito por: Enrique Provencio D.
Ya antes de esta guerra había una crisis global por la enorme cantidad de personas forzadas a huir por diferentes tipos de violencia, perturbaciones de la paz, violaciones a los derechos humanos, desastres y otras causas. La ACNUR registra que casi 90 millones de personas, el doble que en 2011, se han tenido que marchar por la fuerza de sus lugares de residencia, de los cuales más de 30 millones están refugiadas en otros países. La mayor parte de estas son menores de edad.
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Esa agencia de la ONU tenía poco más de 20 millones de seres humanos directamente bajo su cuidado. De los refugiados, 6.7 millones salieron de Siria y 2.6 millones de Afganistán. Es una tragedia que toca a América intensamente, pues cuatro millones han salido de Venezuela en años recientes, acogidos sobre todo por Colombia.
Alemania acaparó la atención cuando estuvo en su apogeo la llegada de sirios a Europa, pero países como Turquía, Pakistán, Uganda y la propia Colombia, han acogido a más refugiados que Alemania. De hecho, de cada 100 que tienen que huir a otros países, apenas 14 logran ser admitidos en países desarrollados https://bit.ly/3utkup0 .
Que ya antes de la guerra estuviera configurada esta tragedia humana, no implica que sea de menor importancia la emergencia que está viviendo la población ucraniana. A un mes de iniciada la invasión rusa, 3.7 millones de personas han salido del país invadido, sobre todo a Polonia (2,2 millones) y a otros países vecinos o cercanos. A fines de febrero pasado se estimaba que sería hasta seis meses después que se llegaría a los cuatro millones de refugiados, pero eso podría ocurrir para principios del mes entrante, o antes.
Además de esos 3.7 millones que han salido de Ucrania, otros 6.5 millones han tenido que desplazarse de sus ciudades y pueblos hacia otras partes de su país, lo que suma más del veinte por ciento de la población ucraniana. Adicionalmente, dice ACNUR, las operaciones militares están afectando directamente a otras 12 millones de personas que hasta ahora no son refugiadas ni desplazadas, y cuyas necesidades de ayuda humanitaria crecen exponencialmente https://bit.ly/3uoCAIV . Con razón se dice que esta es la crisis humanitaria en Europa más intensa desde 1945.
De forma indirecta, y aunque no sea a una escala siquiera comparable, las repercusiones de la guerra en el resto del mundo también pueden terminar generando grandes consecuencias sociales, pues ya se están transmitiendo sus ondas expansivas a través de diferentes canales. La OCDE difundió hace días su reporte Impactos económicos y sociales e implicaciones políticas de la guerra en Ucrania https://bit.ly/359Q8zj , en el que da cuenta una gran vulnerabilidad global ante el conflicto.
Desde hace años se venía diciendo en cuanto informe se publicaba, que los conflictos geopolíticos eran un riesgo para la estabilidad y la mejor marcha de la economía global, sobre todo después de la ocupación de Crimea en 2014. Ahora ya no es un riesgo, es un hecho, y puede ser peor si la guerra se prolonga y, además, si no hay medidas de contención adecuadas.
La Federación Rusa y Ucrania no suman más del 2 por ciento de la economía y el comercio del mundo, y a pesar de eso la guerra puede hacer que la expectativa de crecimiento económico mundial para 2022 sea un punto porcentual menor al que se esperaba a principios del año.
¿Qué tanto es un punto porcentual en este caso? Representa un crecimiento menor equivalente a una cuarta parte de lo que se estimaba antes de la guerra. Es un impacto muy significativo, que afecta sobre todo a Europa pero que se está propagando ya todas las demás regiones.
El efecto económico de la guerra es un lastre, dice la OCDE, que al entorpecer la recuperación prolongará aún más la salida de la crisis, pero sobre todo la hará más costosa en términos sociales por la mayor inflación, las distorsiones en los flujos de energía, los impactos en los precios de los alimentos, la inestabilidad financiera, y nuevas afectaciones a las cadenas productivas globales, entre otras repercusiones.
La cifra no dice mucho en sí, pero la pérdida económica global por la guerra rondaría un billón de dólares, solo en 2022. No importaría si solo fuera una magnitud monetaria no realizada, pero es muy relevante si se ve como empleo perdido o no generado, como mayor pobreza o más alta inseguridad alimentaria y energética. Además, la inflación elevada suele repercutir en el agravamiento de la desigualdad. Pronto habrá estimaciones cuantificadas de estas consecuencias.
No es inevitable que estos y otros efectos se concreten completamente, pues hay decisiones de política que pueden compensarlos, sobre todo en el uso inteligente del espacio fiscal para disponer de medidas contra cíclicas a través de la inversión pública y del presupuesto en general. Las medidas deben tener un diseño que no empeore el efecto distributivo, como está ocurriendo en México con los subsidios a los combustibles, que benefician sobre todo a los grupos de mayores ingresos.
A otra escala, por otros motivos y con otras medidas, puede ser algo parecido a lo que muchos países hicieron en la crisis de la pandemia, no solo con la hacienda pública sino también con la política monetaria. Así que no estaría de más que revisáramos nuestra política económica para responder mejor a estas nuevas dificultades. No lo hicimos en 2020, hoy tenemos la oportunidad de intentarlo.
Debemos apoyar con mayor energía los esfuerzos multilaterales para poner fin a la guerra, por apoyar a las personas desplazadas y refugiadas, no solo por sus consecuencias intrínsecas y por la tragedia humanitaria directa que provoca, sino también porque afectará socialmente al resto del mundo, y sobre todo a los países más vulnerables.
P.D.
La decisión de un grupo de diputados federales del PT, MORENA y PRI de crear un grupo de amistad con Rusia es vergonzosa, es un acto inmoral e irresponsable que apoya sin tapujos a la parte agresora. Por eso el embajador ruso agradeció el gesto, aprovechándolo para reiterar los sofismas con los que su país justifica la agresión. No solo contribuye a justificar la invasión a Ucrania, sino que también ofende a tantos millones de personas que están sufriendo en carne propia el efecto destructor y mortífero de la guerra. Es una hipocresía crear un grupo así y decir que se pronuncian por una salida diplomática al conflicto. Qué lamentable.
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