por Mario Luis Fuentes
En nuestro país, 43 de cada 100 defunciones se concentran en cinco grandes grupos de enfermedad: la diabetes mellitus; las enfermedades hipertensivas; la enfermedad cerebro-vascular; la cirrosis y las enfermedades hepáticas del hígado; y las muertes violentas sumaron en 2012 más de 263 mil defunciones. Lo más preocupante es que en todas ellas la tendencia es creciente aun cuando son, casi todas, defunciones que no debieron ocurrir.
Nuestro país enfrenta un complejo panorama epidemiológico que se está traduciendo en cientos de miles de muertes anuales provocadas por causas que pudieron prevenirse e incluso evitarse. Se trata de defunciones que son causadas por enfermedades cuyo control y cura son posibles con base en los recursos, conocimientos e infraestructura médica con que contamos.
En efecto, a partir de la década de los noventa se inició un acelerado tránsito de las tendencias de morbilidad y mortalidad, pasando de una carga mayoritaria que se generaba por las enfermedades infecto-contagiosas o enfermedades transmisibles, hacia una carga dominante provocada por enfermedades crónico-degenerativas o no transmisibles.
La relevancia del análisis de las causas de morbilidad y mortalidad se encuentra en que en ellas se sintetiza el conjunto de contradicciones sociales y económicas que vivimos: por un lado, se han logrado avances relevantes en el mejoramiento de viviendas, dotación de algunos servicios públicos y acceso a otros servicios sociales; sin embargo, la fractura del mundo del empleo, el desorden urbano, la violencia y la desesperanza social están generando una mortandad de dimensiones que no habíamos conocido nunca en nuestra historia.
Diabetes: la gran mortandad
Cuando en la década de los noventa inició una tendencia creciente acelerada en términos de incremento en las tasas de incidencia y prevalencia de diabetes mellitus tipo II, la cual comenzó a reflejarse dramáticamente en las cifras de mortalidad en el año 2000, la comunidad científica generó dos hipótesis.
La primera, reduccionista al extremo, intentó explicar este fenómeno a través del “código genético”, es decir, se argumentaba en diversos círculos que el problema era que las y los mexicanos somos portadores de un gen que nos predispone a padecer esta enfermedad en algún momento de nuestras vidas.
Sin embargo, esta hipótesis no se sostiene, porque históricamente habríamos sido portadores de tal gen; es decir, si ésta fuese la causa principal, ¿por qué antes de la década de los ochenta la mortalidad por diabetes era sumamente baja respecto de las demás causas y por qué sólo hasta la década de los noventa el gen que portamos habría decidido comportarse tan agresivo?
La segunda hipótesis apunta a factores sociales y ambientales: el alto consumo de azúcares, el sedentarismo, y en general la imposibilidad que tienen las personas de tener una vida saludable debido a la pobreza y la desigualdad nos han llevado a una verdadera pandemia de proporciones catastróficas tanto en términos sociales como económicos.
En efecto, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México fallecieron en el año 2000, un total de 46,614 personas a causa de la diabetes mellitus; para el año 2006 la cifra había crecido a 68,421 defunciones; mientras que para el 2012 se ubicó en 85,055; es decir, un crecimiento de 96% en un lapso de 12 años.
De manera acumulada, considerando el periodo que va del año 2000 al 2012, el INEGI contabiliza un total de 881,168 defunciones, que, debido a las tendencias, para 2015 habrán superado fácilmente el millón de defunciones debido a la diabetes mellitus; todo esto en un periodo de sólo 15 años.
Esta tendencia no es ajena ni puede disociarse de otras causas de mortalidad, que apuntan a una fractura social que es pertinente observar y revertir rápidamente, si de verdad queremos garantizar la viabilidad de nuestro país en el mediano y largo plazo.
Hipertensión: el otro asesino silencioso
Asociado a las causas que generan la diabetes mellitus, se encuentran las enfermedades isquémicas del corazón, entre las que las enfermedades hipertensivas tienen el mayor peso. Al igual que la diabetes mellitus, este tipo de padecimientos muestra un crecimiento expansivo en lo que a la carga de mortalidad se refiere.
En el año 2000 se contabilizaron 43,753 defunciones por esta causa; para el año 2006 la cifra ascendió a 53,619; mientras que para el año 2012 la mortandad provocada por este tipo de padecimientos llegó a 74,057 casos. En el acumulado del periodo, el INEGI contabiliza un total de 651,032 defunciones.
Debe destacarse que de acuerdo con las estadísticas de mortalidad del INEGI, en 2012 las muertes provocadas en conjunto por diabetes y enfermedades isquémicas del corazón representaron el 26.41% del total; es decir, en nuestro país una de cada cuatro defunciones tiene a estas causas como el elemento determinante.
Enfermedad cerebro-vascular
Esta causa de mortalidad está íntimamente ligada a las enfermedades isquémicas; de hecho, hay expertos que aseguran que en ocasiones se determinan o generan mutuamente.
En el año 2000 este tipo de padecimientos causó 25,357 defunciones; para el año 2006 la cifra creció a 27,350 casos, mientras que en 2012 llegó a 31,905. Esto implica un crecimiento de 30%, el cual en evidencia es sumamente superior al crecimiento de la mortalidad general en el país, y muestra una tendencia acelerada de incremento que es necesario frenar.
A manera de resumen, en lo que respecta a esta causa de mortalidad, basta decir que el INEGI ha contabilizado un total de 371,925 defunciones en el periodo que va de 2000 a 2012.
Alcohol: cuando lo que se consume es la vida
Si hay un elemento en común a miles de las muertes mencionadas y cuya causa principal es la diabetes, la hipertensión o la enfermedad cerebro-vascular, éste es el abuso en el consumo del alcohol. Debe señalarse que de acuerdo con expertos, alrededor del 30% del total de las defunciones por las causas señaladas están asociadas al abuso en el consumo etílico.
Adicionalmente, hay otras defunciones que son causadas por la cirrosis hepática causada por alcohol y por otras enfermedades alcohólicas del hígado. Según los datos disponibles en el sitio electrónico del INEGI, en el año 2000 se contabilizaron 25,378 por este tipo de enfermedades. Para el año 2006 la cifra creció a 26,715; mientras que en el año 2012 llegó a un total de 28,904.
Estos datos implican un crecimiento de 13% en el periodo señalado, cifra que igualmente supera el “crecimiento natural” de las tasas de mortalidad que existen en el país. Así, en total, para el periodo señalado el INEGI contabiliza 355,418 defunciones acumuladas en 12 años.
La sombra de la violencia
Las agresiones se han convertido en una de las principales causas de muerte, sobre todo entre la población joven. En este rubro el INEGI muestra que entre el año 2000 y 2007 se había logrado generar una tendencia, aún ligera, a la baja en la mortalidad causada por los homicidios.
Sin embargo, emblemáticamente, a partir de 2008, el número de homicidios creció aceleradamente para sólo mostrar una ligera disminución en los años 2012 y 2013. Así, en los años 2000 y 2001 se registraron 10,638 y 10,166 casos, respectivamente; en el año 2007 se llegó a 8,814 casos, mientras que en 2012 el indicador se ubicó en 25,967 homicidios. En total, en el periodo considerado, INEGI estima en 191,698 el número de homicidios que se han cometido en nuestro país.
A esta causa deben agregarse los accidentes como principal causa de mortalidad para la población de 14 a 29 años. En efecto, en el año 2000 los accidentes ocasionaron 14,708 defunciones; para el año 2006 la cifra se ubicó en 17,454; mientras que en 2012 se ubicó en 17,726 defunciones.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 10- Marzo- 2015, p.23
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