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Urge planear mejor la infraestructura en México

La infraestructura en México

Pablo García sostiene que el desarrollo de la infraestructura en México se encuentra desarticulado, pues se abandonaron los procesos más básicos de planeación del desarrollo…

Sigue al autor, Pablo García Aguilar**, en Twitter: @Pablo_Garcia71

El nivel y la calidad de infraestructura de un país es un reflejo directo de su capacidad de desarrollo y competitividad. El concepto de infraestructura es usado de muchas maneras y enmarca diferentes sectores según quién y cómo lo esté mencionando; en términos generales abarca los bienes públicos que dan servicios de transporte, energía eléctrica, agua, petróleo, gas, educación, salud y otros.

Miles de millones de pesos

En el caso particular de México, cada seis año se anuncian planes nacionales de infraestructura con montos que oscilan entre los 100 mil y los 150 mil millones de pesos; pero si algo han tenido en común estos planes es que en general, más del 80% de esos recursos se enfocan en petróleo y gas, es decir van dirigidos principalmente a Pemex.

El desarrollo de infraestructura en todos los sectores no es solo un mecanismo de desarrollo económico y de generación de empleo; un plan de desarrollo estudiado y planeado adecuadamente debe tener como objetivos principales el desarrollo en toda su amplitud: conectar poblaciones aisladas, brindar servicios de salud y educación adecuados a las zonas marginadas, llevar luz y agua potable a toda la población, tener puertos eficientes, y otros servicios que, en su conjunto, aportan al desarrollo social y económico en el corto, mediano y largo plazo.

Uno de los principales retos en el desarrollo de la infraestructura en México se encuentra, como se menciona arriba, en generar un plan de desarrollo de infraetsructura estudiado y planeado adecuadamente. En este sentido, llevamos décadas atrapados en el “cortoplacismo” del sexenio, lo cual es catastrófico para proyectos de infraestructura; pues un proyecto de infraestructura en general implica grandes inversiones de alta complejidad técnica y social, por lo que su evaluación y planeación requiere de periodos de entre 5 a 8 años.

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Los límites a la planeación de largo plazo

Nuestra estructura política y social nos lleva a armar proyectos de infraestructura sexenales desarrollados en un par de meses de campaña, y en los mejores eescenarios, de un año de inicio de sexenio. Por lo mismo, el desarrollo de la infraestructura en México queda a expensas de que el gobierno en turno acierte en la definición de las inversiones y proyectos.

Históricamente hemos tenido en México historias de éxito en los planes de desarrollo de infraestructura, que han logrado trascender al ciclo presidencial. Entre estos se encuentran los planes de CONAGUA para construir plantas de tratamiento de agua en las principales ciudades del país. Esta planeación y ejecución se llevó a cabo en periodos de más de 15 años, teniendo resultados de gran éxito.

Igualmente, los programas de las grandes hidroeléctricas planeadas por la Comisión Nacional de Electricidad (CFE) durante mas de 30 años con resultados exitosos. Frente a ellos, es preocupante ver que hoy en día, las principales dependencias del país encargadas de desarrollar infraestructur, carecen de áreas de planeación y proyectos de mediano y largo plazo que pudieran continuar los ejemplos de éxito ya tenidos.

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La trampa del corto plazo

Los proyectos de infraestructura desarrollados en el corto plazo tienden a ser una trampa en la que la mayoría de nuestros gobernantes caen recurrentemente. Este error se explica en el hecho de que es de gran valor político anunciar grandes proyectos que representan inversiones relevantes, empleo y, al final, la idea de dejar en el país obras que, por su tamaño y relevancia, se antojan como “legado” de cualquier gobernante.

Es tan atractivo que no solo en México, sino en muchos otros países, se ve a los gobiernos cayendo en la trampa de anunciar grandes inversiones. Casi siempre dirigidas a la construcción de lo que normalmente terminan como “elefantes blancos”.

Una grave consecuencia de comprometerse a estos grandes proyectos sin planeación ni estudios, es que por su naturaleza y características, se convierten en hoyos negros que succionan recursos sin un fin claro, y sin la capacidad de estimar el costo real de la obra.

En ese sentido, es común ver a grandes proyectos quedarse a la mitad, o que al concluirse, su operación demuestra que no eran los proyectos adecuados. O peor aun, proyectos que se concluyen técnicamente deficientes, como fue el “paso exprés de Cuernavaca”, con consecuencias fatales.

México requiere de una planeación de corto, mediano y largo plazo de proyectos de infraestructura; es nuestra responsabilidad con las futuras generaciones. Y para el impulso del desarrollo social, urge crear los mecanismos institucionales de evaluación y planeación. Solo así lograremos salirnos del “ciclo sexenal” y de seguir cayendo en la trampa de los grandes elefantes blancos.

Sobre el autor

Pablo García tiene más de 20 años de experiencia en Administración, Gestión y Financiamiento de Proyectos en el sector de Infraestructura. Desarrolló su carrera de Financiamiento de Infraestructura en Banco Santander, donde trabajó por más de 13 años en Nueva York, Madrid y la Ciudad de México. Fue Director Operativo del corporativo ICA; y actualmente es Director General Adjunto de EXI Operadora Quantum, empresa dedicada a la gestión, administración y operación de proyectos de infraestructura.

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