Escrito por 12:00 am 2018, Desigualdades, MS en Excélsior

La justicia social y el trabajo digno

por Mario Luis Fuentes

En México, de acuerdo con el CONEVAL, el 41% de quienes trabajan perciben ingresos por debajo del valor de la Canasta Alimentaria, es decir, menos de $1,940.86 pesos mensuales. Asimismo, el INEGI estima que el 14.2% de quienes trabajan lo hacen en el Sector Informal; el salario real ha perdido el 26% de su valor entre 2008 y 2017; y sólo el 4.6% de quienes trabajan perciben ingresos por arriba de los cinco salarios mínimos


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Hoy se celebra el #DíaMundialdelaJusticiaSocial. Se trata de una fecha instaurada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de lograr que en todos los países se den las condiciones para cumplir con los Objetivos del Desarrollo Sostenible, y con ello se logre el objetivo mayor de garantizar justicia social para todas las personas del mundo.

Este año, el #DíaMundialdelaJusticiaSocial está centrado en la justicia salarial, y particularmente en la relativa a los trabajadores migrantes, quienes viven generalmente condiciones de explotación y de vulnerabilidad, especialmente cuando se trata de trabajadores en situación migratoria irregular.

La justicia social debe comprenderse, no es posible sin garantizar empleo digno para todos; una categoría que ha sido relegada de los objetivos centrales del crecimiento, y que impide asumir lógicas virtuosas como las propuestas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): “igualar para crecer, y crecer para igualar”.

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Empleo e informalidad

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), al cierre del cuarto trimestre del 2017 había, según los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), un total de 54.69 millones de personas que formaban parte de la Población Económicamente Activa. De ellas, 56.82 millones se encontraban “ocupadas” y 1.83 millones se encontraban en condiciones de desocupación.

El sector en el que hay una mayor cantidad de población ocupada es el terciario, con un total de 31.96 millones; en segundo lugar, se encuentra el secundario, con 13.52 millones; y, en tercer lugar, el primario, con 7.56 millones.

El Inegi estima también que hay 14.24 millones de personas ocupadas en el sector informal; 2.34 millones más en el trabajo doméstico remunerado; y 1.7 millones en actividades de agricultura de autosubsistencia.

Bajos Salarios 

De acuerdo con la ENOE, al cierre del tercer trimestre del 2017, había 7.92 millones de personas ocupadas que percibían ingresos por hasta un salario mínimo mensual, y 3.42 millones de personas que, aun trabajando, no perciben ingresos por las actividades que desarrollan.

En total se trata de 11.34 millones de personas en esas condiciones, los cuales representan un 21.5% de la población ocupada, es decir, una de cada cinco personas que trabajan se encuentran en ese rango de ingresos o sin percepciones.

Asimismo, el Inegi estima que 14.21 millones de personas percibían, en la fecha de corte señalada, entre uno y hasta dos salarios mínimos mensuales.

Se trata del segmento con mayor población ocupada, pues representan 26.9% del total de las personas que trabajan en el país. Como se observa, si se adicionan ambas categorías, lo que se tiene es que 48.4% de quienes tienen una ocupación perciben ingresos por debajo de los dos salarios mínimos al mes.

En el siguiente rango salarial, es decir, quienes perciben de dos a tres salarios mínimos mensuales, se encuentran 10.53 millones de personas, quienes representan 19.9% de la población ocupada en el país.

Por su parte, quienes perciben entre tres y cinco salarios mínimos suman 6.69 millones de personas, lo que representa 12.7% del total de la población ocupada; mientras que únicamente 3.42 millones perciben cinco salarios mínimos al mes, o más; es decir, sólo 4.6% de la población total ocupada en México.

Vulnerabilidad  

De acuerdo con el Inegi, de los 56.82 millones de personas que trabajan, únicamente 19.67 millones, es decir, 34.61% del total, tienen acceso a servicios de salud por el trabajo que desarrollan, en ese mismo sentido, el promedio de horas trabajadas en el país es de 45 por semana, lo que permite sostener que hay una intensa explotación en el trabajo, pues se tiene que laborar mucho más allá de las 40 horas semanales establecidas por la ley.

Ingresos reales a la baja  

Todo lo anterior permite ampliar el contexto del dato recientemente dado a conocer por el Coneval, relativo a la caída del poder adquisitivo de los ingresos salariales en el país. En efecto, de acuerdo con el Coneval, el ingreso laboral per cápita (deflactado con el valor de la canasta alimentaria), se ubicó en mil 492.2 pesos al mes, valor que contrasta con el que había en el cuarto trimestre del 2013, el cual se ubicó en mil 570 pesos. Lo anterior significa que entre el 2013 y el 2017 los ingresos reales de las y los trabajadores del país cayeron 4.8%.

Lo anterior corresponde a una tendencia general de la economía, la cual se agudizó a partir del 2008, año en el que el valor real del ingreso laboral per cápita se ubicó en dos mil 32.20 pesos; es decir, en la década que va del 2008 al 2017, los ingresos laborales de las personas han perdido 26% de su valor real; es decir, por cada 100 pesos que un trabajador ganaba en el 2008, al cierre del 2017 obtendría sólo 75 pesos.

En síntesis, de acuerdo con el Coneval, 41% de quienes trabajan obtienen ingresos por debajo del valor de la “canasta alimentaria”, o sea, los recursos requeridos para satisfacer sus necesidades de alimentación y de sus familias; por lo que puede afirmarse que hoy trabajar no garantiza que se logrará escapar de la pobreza.

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 *Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 20-febrero-2018, p.14.

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