por Mario Luis Fuentes
De acuerdo con el INEGI, de los 52.12 millones de personas ocupadas en el país, 29.83 millones laboran en condiciones de informalidad. Asimismo, según los datos de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, el salario mínimo real equivale a 60.9 pesos del 2010, un valor inferior al que había antes de la crisis de 1995.
El mundo del trabajo se encuentra fracturado: la economía crece muy poco y de manera concentrada; las microempresas, es decir, las que tienen menos de 10 empleados, siguen siendo las principales generadoras de empleos en el país, pero al no estar integradas en cadenas de valor, y al enfrentarse a un mercado interno desestructurado, generando más del 90 % de los puestos de trabajo, obtienen apenas una cifra aproximada de 20% de la riqueza generada en el país.
Por el contrario, las grandes empresas, es decir, las que tienen más de 500 empleados, generan menos del 1% de los empleos del país, pero se quedan con más del 30% de los recursos que se generan por la totalidad de las unidades económicas que hay en el país.
Estas asimetrías se traducen en condiciones laborales precarias y, de acuerdo con la CEPAL, hemos llegado al extremo en el que nuestra economía es estructuralmente tendiente a condiciones de informalidad, es decir, se generan pocos empleos, y los que se crean, no dan acceso a salario digno ni a prestaciones económicas y sociales, como la seguridad social.
Un mundo informal
De acuerdo con el INEGI, las condiciones de informalidad laboral se refieren a aquellas en que las personas, aun teniendo un puesto de trabajo fijo, no tienen acceso ni a seguridad social ni a prestaciones médicas o económicas. En esa lógica, es importante destacar que de los 52.12 millones de personas ocupadas que hay en el país, 22.28 millones se encuentran en condiciones de ocupación en formalidad; mientras que 29.83 millones se encuentran en condiciones de informalidad.
Ante esta paradoja, en la cual hay más personas en condiciones de informalidad que en condiciones de formalidad, también es importante decir que hay 14.18 millones de personas que laboran en el sector informal, es decir, trabajan sin un puesto de trabajo fijo, en actividades que no cuentan con un establecimiento fijo, no tienen un horario, ni ingresos estables.
Jóvenes y adultos mayores, los más vulnerables
De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del INEGI, al cuarto trimestre del 2016, las y los jóvenes de 15 a 24 años y las personas adultas mayores de 65 años son quienes registran las más altas tasas de informalidad.
En efecto, analizando los datos por grupos de edad es importante destacar que hay 8.85 millones de adolescentes y jóvenes entre 15 y 24 años de edad que trabajan; entre ellos, hay únicamente 2.93 millones que laboran en condiciones de formalidad, es decir, prácticamente el 66% de ellos se encuentra en condición de informalidad; o, dicho de otra forma, dos de cada tres adolescentes y jóvenes que trabajan lo hacen en las condiciones descritas.
Por su parte, en el grupo de 25 a 44 años de edad, el INEGI tiene un registro de 25 millones de personas que trabajan; entre ellas, únicamente 12.12 millones lo hacen en condiciones de formalidad, es decir, sólo un 48.4%. Asimismo, para el grupo de 45 a 64 años de edad las condiciones no son muy distintas. Entre ellos laboran 15.59 millones de personas, de las cuales, únicamente 6.66 millones lo hacen en condiciones de formalidad, es decir, el 42.7%.
Finalmente se encuentra el grupo de las personas adultas mayores de 65 años, entre quienes hay una suma de 2.6 millones que trabajan, y entre las cuales únicamente poco más de 546 mil lo hacen en condiciones de informalidad, esto es, apenas un indicador del 20%.
Salarios de hambre
México enfrenta un inaceptable estancamiento en lo que respecta al salario real que perciben las y los trabajadores. De acuerdo con el CONEVAL, el salario laboral per cápita no supera los $1,800 pesos mensuales. Mientras que, de acuerdo con los datos presentados por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI), el salario mínimo real, deflactado a precios del 2010, fue 17% menor en el 2016, respecto de lo que se ganaba en 1994.
Es interesante observar que, aún en 1995, el año en que se dio una de las peores crisis económicas que ha enfrentado en su historia nuestro país, el salario mínimo real fue de 64.1 pesos diarios, mientras que en 1996 se ubicó en 58.8 pesos diarios. A partir de esa fecha, el salario real no ha tenido ninguna recuperación relevante, y en el cuarto trimestre del 2016 se ubicó, de acuerdo con la CONASAMI, en 60.9 pesos por día.
En ese sentido, debe destacarse que entre los años 2010 y 2015 el salario mínimo real de las y los trabajadores en México ha sido de 58.3 pesos diarios, por lo que quienes perciben dos o menos salarios mínimos en el país se encuentran por debajo de los umbrales de la pobreza.
El factor educativo
Los bajos salarios que existen en el país están directamente asociados con el nivel educativo de las personas; de acuerdo con el INEGI, de los 52.12 millones de personas ocupadas que hay en el país, 33.8 millones cuentan apenas con estudios de secundaria o menos. Entre esa suma, 6.4 millones tienen estudios de primaria incompleta; 9.6 millones, de primaria completa, pero sin secundaria; mientras que 17.7 millones tienen estudios de secundaria.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 02-mayo-2017, p.16.
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