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La magia de Yucatán y el futuro de su costa

“Sí se acaba el mundo, nos vamos para Yucatán”. ¿Cuántos mexicanos habrán parafraseado tal dicho popular? Y vaya que hay mucha razón para ilusionarse con mi tierra. La península de Yucatán es un paraíso que, junto con la Península del Labrador, son las únicas dos de las 21 que hay en el mundo, que se orientan hacia el norte y que ambas coinciden estar en el continente americano.

Por: Dra. en Arq. Yolanda Fernández Martínez , Directora de Habitar y más

La península yucateca es una gran plataforma que emergió del mar hace 65.5 millones de años como consecuencia de la caída de un meteorito que cambió el rumbo de la vida en nuestro planeta y que dio como resultado el cráter de Chicxulub que, junto con un anillo de cenotes, generaron un sistema de ríos subterráneos único en el mundo. Nos asentamos sobre una planicie que no tiene accidentes geográficos visibles, no hay ríos ni montañas, pero todo ocurre en el subsuelo: cavernas, cenotes y altos grados de humedad.

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Yucatán es un territorio que se mezcla entre la magia de la cultura y la herencia que los científicos mayas nos dejaron, para ser reconocidos hoy en día como poseedores de una de las maravillas del mundo: Chichen Itzá. Que, junto con los cenotes y las cavernas, se posicionan como los destinos turísticos más exitosos a nivel internacional. Asimismo, las playas del sureste mexicano con sus mares de color aguamarina y arenas blancas como el azúcar, ofrecen los mejores paisajes y, además, son playas amables que se pueden disfrutar porque no son aguas profundas y son tranquilas para los paseantes y lugareños.

Chichen Itzá es un complejo ceremonial, cuyo auge se calcula aproximadamente alrededor de los 600 años DC, que merece todo nuestro reconocimiento y admiración, toda vez que habrá que imaginar sobre qué tipo de personajes estuvieron tomando decisiones sobre el territorio para determinar el lugar exacto para la construcción del emblemático Castillo, y garantizar que una vez concluida la obra, se pudiera manifestar por la eternidad, el juego de sombras durante el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, en los cuales se percibe a la serpiente descendiendo por las escaleras de la pirámide.

Como antecedente más cercano en el tiempo, tenemos que el auge del Oro Verde, durante el siglo XIX con los procesos de industrialización y comercialización a nivel mundial, llegó a posicionar a Yucatán como una de las regiones más ricas del mundo. Sin embargo, en los albores de la Segunda Guerra Mundial y con el surgimiento de los textiles sintéticos que vinieron a sustituir las fibras naturales, el henequén dejó de generar riqueza para los industriales yucatecos y el llamado “monocultivo”, nos dejó haciendas y tierras abandonadas esperando un nuevo destino.

En este sentido, las actividades del sector de la construcción y del comercio, se posicionaron paulatinamente a partir de la década de 1970 como los pilares de la economía yucateca. A la par que se desarrollaba Cancún, muchos empresarios yucatecos fueron pioneros en la rama turística y de servicios. Mientras en que en Yucatán se concentraban las actividades económicas, culturales, educativas y de salud principalmente en Mérida. Asimismo, la capital yucateca se ha posicionado como una de las ciudades más seguras del país y desde el año 2010 ha tenido una importante atracción para el desarrollo inmobiliario.

Ante el fenómeno de la concentración económica y la centralización de los poderes, Mérida se ha ido expandiendo, superando al millón de habitantes y concentrado casi al 50% de la población yucateca. Asimismo, la capital del estado cuenta con un atractivo más, su proximidad a la playa. 33 kilómetros que se recorren cómodamente en 20 minutos a lo largo de vialidades, a las cuales se les ha invertido lo mejor de la infraestructura carretera del Estado. A lo largo de la costa yucateca, se asientan en su mayoría las segundas casas de los meridanos, quienes tradicionalmente disfrutan del mar en temporadas vacacionales.

Sin embargo, desde Gilberto en 1988 e Isidoro en 2002, nuestra idea de temporada de huracanes cambió drásticamente con los eventos meteorológicos del pasado 2020, los cuales se concentraron en dos meses y únicamente fueron 3 tormentas y un huracán de muy baja categoría. En junio nos sorprendió la tormenta Cristóbal y en julio Gamma y Zeta junto con el Huracán Delta categoría 2, representaron una combinación climática que elevó en 5.7 mt el nivel del manto freático en una planicie cuya altura máxima sobre el nivel del mar anda aproximadamente en los 8 mt, y como consecuencia nos dejó evidencias de la vulnerabilidad de nuestra tierra ante estas circunstancias ambientales.

Lo cual no ha sido impedimento para posicionar el auge inmobiliario en la costa, en donde estadounidenses procedentes de la Florida, están interesados en vivir, principalmente en los puertos de Celestún, Sisal, Progreso, Telchac y Chicxulub, según los aportes del Foro Inmobiliario 2021 de AMPI Capítulo Mérida.

De esta manera, tenemos que la costa yucateca está teniendo un comportamiento importante en cuestiones de inversiones inmobiliarias, en donde el tema de la migración, tanto por nacionales como por extranjeros, la posicionan como uno de los mejores lugares para invertir en diferentes tipologías, como lo son la vivienda unifamiliar de playa, así como marinas con departamentos y hoteles con usos mixtos, que progresivamente van aumentando los valores del suelo y prácticamente volver estas tierras inaccesibles para los locales.

Si bien las inversiones en Yucatán siempre son bienvenidas, habrá que reflexionar sobre los alcances que estos municipios costeros tienen con respecto a la normatividad y los instrumentos de planeación, y ni qué decir sobre la visualización de escenarios futuros, toda vez que, así como los científicos mayas establecieron con total precisión y con una visión holística y cósmica la construcción de una obra que cumple con su función año con año y siglo con siglo, habría por tanto que, determinar el futuro de la costa yucateca en términos socio-ambientales, para que con ello se definan los criterios finos para las inversiones inmobiliarias.

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