¿Qué pasa cuándo algo se olvida? ¿Qué se siente cuándo no se recuerda un dato? Resulta una sensación de vacío, de pérdida, de desolación. Así es, no recordar es morir un poco. Lo anterior no sólo es metafórico, es físico, real, el hipocampo, lugar donde se evoca la memoria, no está suficientemente estimulado. La memoria nos hace o nos deshace…
Por Andrea Rodríguez. Síguela en Twitter: @AndreaRodrguez2
“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.” Gabriel García Márquez
Una forma de consolidar las remenbranzas y evitar que se desvanezcan, es a través de la imagen, de una escena, incluso de algo más elaborado como una escenografía. Se aumenta la memoria por medio de hilos, de referentes que logran reorganizar todo un acto. El cerebro es un productor audiovisual nato.
Recordar nos hace ser extraordinarios y fortalece nuestra estima. La alusión, modifica nuestra actividad cerebral y permite mejorar la memoria, por eso es tan lamentable que en algunas patologías el recuerdo se pierda, al ocasionar al mismo tiempo que se fulmine toda una experiencia vital.
Una mirada filosófica
El filósofo español Emilio Lledó afirma que la no memoria es la muerte de la historia, de la educación, debido a que ésta es la esencia de los seres humanos, no hay futuro si no hay memoria. Incluso, puede ser más drástica la sentencia, no hay presente sin ella. En este sentido, no hay tiempos para saber lo que se ha sido, la respuesta está en lo que se es, y esta condición depende de lo que se recuerde.
Cuando alguien muere es común escuchar una frase lapidaria que afirma, “La vida sigue”, y que usualmente se usa para dar consuelo, pero en realidad no sólo es absurda sino humillante para quien trascendió. La vida sigue, pero de otra manera, en falta de alguien a quién solo queda invocar para hacer menos difícil esa ausencia. Los recuerdos son una razón motivacional, y otorgan incentivos para actuar.
El recuerdo literario
Gabriel García Márquez, escritor colombiano rememora a los que un día le dirán: ‘Esto fuiste’, ‘esto hiciste’ o ‘esto imaginaste’, Gabo se les adelanta y dice simplemente: soy, seré, imaginé y esto recuerdo. Así es como gran parte de su legado literario (Cien años de soledad, El coronel no tiene quién le escriba, El otoño del patriarca, etc) se construye con las memorias de su memoria.
El recuerdo es una restauración de lo pasado a partir del material conservado en la memoria. Dicho material puede ser agradable o no, puede ser confortante o incómodo. Independientemente de su carga emocional es parte de una historia, que si se recuerda se puede o no repetir. La alusión gratificante hace que se produzcan en el cerebro conexiones neuronales, que vistas desde una tomografía son de colores y brillan, a ese nivel las emociones transforman los procesos neuronales.
Mientras que la memoria es la función del cerebro que permite al organismo, codificar, almacenar y recuperar la información del pasado. En la memoria se encuentran dos mundos el biológico y el emocional. Es la aproximación entre lo sensorial y lo material. Por eso la reminiscencia espacial necesita del lugar de la experiencia y de una representación lo más cercana al hábito inicial, es decir la música, los olores, los sabores, son excelentes colaboradores para rescatar esa vivencia y lograr la anagnórisis (reconocimiento o reencuentro entre dos personajes)
La memoria nos hace o nos deshace
De esta manera la memoria se convierte en el guardián de la mente (William Shakespeare). En tiempos de tanta muerte se vuelve imperativo el recuerdo porque éste revela vida, y por momentos hace que la orfandad no sea tan aniquilante, por ende, la vinculación a la evocación tendría que ser permanente, es más necesaria para mantener una calidad de vida deseable. No es fortuito que la memoria tenga un proceso de conciliación durante el sueño, el bien dormir también favorece la neurogénesis (el desarrollo de neuronas).
La pérdida de la memoria es también el inicio de un proceso demencial. Por lo anterior, preocupa que el memorial cultural de México tenga hoy en día un panorama desolador, al evaporarse poco a poco las instituciones y los recintos culturales.
La cultura en riesgo
La cultura está en riesgo (Fuentes) la crisis económica y la emergencia sanitaria están modificando, los patrones de consumo de bienes y servicios culturales en todo el mundo, y en México no es la excepción. Lamentablemente, este es un país que tiene muy bajos niveles de acceso a la cultura, determinados en buena medida por un deficiente nivel de oferta de servicios culturales de calidad.
Dado que muchos de los museos que operan en el país son privados; y que muchos más que son públicos son muy pequeños y con muy bajo presupuesto, es posible que, ante la crisis económica y los constantes recortes presupuestales, haya cierres de varios de ellos; amén de la complejidad que implicará adaptar servicios, acceso y horarios a la llamada “nueva normalidad”. Recuperado de https://mexicosocial.org/la-cultura-esta-en-riesgo-los-museos-ejemplo/
La muerte verdadera está en el abandono de las remembranzas, para evitarlo sólo queda el decreto de las palabras y la culminación de los actos. El olvido es el resultado de una agonía ontológica. De un desprecio por la herencia genética y cultural. Siempre hablemos de los recuerdos, de aquellos que nos provocaron felicidad, emoción, sin omitir aquellos que nos estremecieron, de esta manera se recompensa la vida.
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Frase clave: La memoria nos hace o nos deshace