Cultura

LA MUJER Y UNA “HABITACIÓN PROPIA”

Cuando se piensa en la labor de la mujer a lo largo de la historia en la literatura puede reflexionarse, sobre todo, lo que ellas han tenido que sortear para dedicarse a lo que más han querido: escribir. Moralistas, tratadistas, teólogos, pensadores, siempre han tratado de encontrar alguna diferencia para restarle valor al papel femenino. Las mujeres han estado siempre en la búsqueda de una “habitación propia” como lo plantea Virginia Wolf…

Sigue a la autora Mónica Muñoz en Twitter: @Monimunoz_mx

El que la mujer se dedicara al oficio de escribir no comenzó en el siglo XX, viene desde mucho más atrás; hubo mujeres trabajando en los scriptoria de los monasterios medievales, otras lo hicieron desde un convento; muchas más se vieron obligadas a permanecer escondidas a través de un seudónimo.

Sobre Cristina de Pisan

“Los que insultan a las mujeres por envidia son hombres indignos que, habiendo conocido a muchas mujeres de mayor inteligencia y de más noble conducta que la suya, sienten hacia ellas amargura y rencor.”  Cristina de Pisan

Lo más interesante y digno de mencionar es que las mujeres escritoras han luchado contra viento y marea por hacerse un lugar en el mercado literario. En muchas de ellas vemos ejemplos de gran valentía y fuerza pese a los duros periodos históricos que les tocó vivir. Un ejemplo maravilloso es el de Cristina de Pisan que nació en Venecia en 1364 y perteneció a una familia culta que la educó e instruyó rompiendo el esquema general de su época, el cual era estar destinadas al matrimonio y la procreación familiar, sin recibir instrucción.

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Épocas difíciles para una habitación propia

Como expresaría santo Tomás de Aquino: “Tal y como dicen las escrituras, fue necesario crear a la hembra como compañera del hombre; pero como compañera en la única tarea de la procreación, ya que, para el resto, el hombre encontrará ayudantes más válidos en otros hombres, y a ella solo la necesita para ayudarle en la procreación”[1].

Sin duda, vivió una época difícil (tiempos de la Peste Negra), pero aun así logró ser reconocida como poeta, historiadora y tratadista de asuntos morales y políticos. Pisan fue la primera escritora que vivió de escribir, y como añadiría Ángeles Caso en su libro “Las Olvidadas”: “fue la primera escritora que logró ganarse la vida con sus libros y una de las primeras en alzar fuertemente su voz a favor de sus congéneres y entregarse con valentía a su defensa” (Caso, 2005).

Miniatura del libro más famoso de Pisan “La Ciudad de las Damas”.

Pisan tuvo una infancia llena de afecto e incluso le tocó vivir en el recién estrenado palacio del Louvre. Sus padres la casaron a los 15 años con Étienne du Castel, notario y secretario real. Sin embargo, fue muy feliz, le tocó la fortuna de amar a su marido y ser correspondida de igual forma por él. Por aquella época existía un tratado francés para las esposas titulado Le Ménagier de Paris, es cual era un conjunto de consejos para las amas de casa medieval francesa, el cual gozó de fama por varios siglos. Éste llegaba a especificar que las damas podían leer, pero solo aquellas cosas escritas por sus maridos (Yalom, 2003).

El desarrollo de la vida de Pisan

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Pisan presentando su libro a Margarita de Borgoña

Al poco tiempo de casada fallece su esposo y Cristina se queda a cargo de su madre, sus tres hijos pequeños y una sobrina sin recursos, que vivía con ellos. Fueron años muy difíciles en el contexto en el cual vivió: le embargaron su casa, perdió su herencia, vendió sus joyas, tapices y cuanto pudo para sobrevivir. Pero lo que la salvó fue la literatura y su ansia de conocimiento. Se acostumbró a pasar su tiempo libre en la Biblioteca Real, la cual fue como “su pequeño estudio” como le llamó.

De esta forma, escribió varias obras interesantes entre ellas, “Cien baladas”, “El Libro de la mudanza de Fortuna” (en donde narrará las muchas odiseas que sufrió en esa época en la que perdió a su esposo y pese a todo se transformó en un ser fuerte), y su obra más famosa fue “La ciudad de las damas”; adornaba sus libros con pequeñas miniaturas realizadas por su amiga y colaboradora Anastasie, y eran bellamente encuadernados. Justo en ese momento se originaría lo que más adelante se llamaría “La querelle des dames” (La querella de las damas), el cual fue un intenso debate sobre las cualidades intelectuales y morales de las mujeres que con el paso del tiempo implicó a moralistas y ensayistas de ambos sexos, en varios países europeos.

La ciudad de las damas

En su obra “La ciudad de las damas”, Cristina de Pisan recrea un espacio utópico en el que puedan reunirse todas las mujeres que a lo largo de la historia han demostrado su valor, su talento, su castidad, su fuerza, su inteligencia, su generosidad, sus muchas virtudes en campos diversos; dejará claro un mensaje general: “La excelencia o la inferioridad de los seres no residen en sus cuerpos según el sexo, sino en la perfección de sus conductas y virtudes”. (Caso, 2005) Su obra provocó polémica y también cosechó éxito. Pisan se destacaría en la defensa de la dignidad de la mujer. Sin embargo, fue hasta el siglo XX que el feminismo redescubrió su figura y la consideró su precursora.

Así como Cristina de Pisan hizo mención a ese espacio donde leía y absorbía conocimiento -la Biblioteca Real-, “su pequeño cuarto personal”, lugar que adoraba para poder generar ideas, más adelante nos encontraríamos con la escritora inglesa Virgina Wolf, quien considerará ese espacio imprescindible, un espacio personal, “Una habitación propia”, para la actividad intelectual de las mujeres.

Virginia Wolf: la habitación propia

“Cuanto puedo ofreceros es una opinión sobre un punto sin demasiada importancia: Una mujer debe de tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”.

Virginia Wolf es considerada como una de las escritoras más importantes del siglo XX. Nació en Londres en 1882. Wolf, perteneció a una familia culta y liberal; procedente de críticos literarios y editores, acostumbrada a los ambientes artísticos. Fue miembro del grupo de Bloomsbury un grupo de intelectuales literarios. Entre sus obras más famosas están: “La señora Dalloway” (1925), “Al faro” (1927), “Orlando: una biografía” (1928), “Las olas” (1931), y su breve ensayo “Una habitación propia” (1929).

Una de sus obras primeras obras fue la titulada “Fin de viaje”, en la que refleja en cierto modo la historia de su vida; sus preocupaciones, sus pasiones y también el contexto de su época.

El inicio del debate

Posteriormente, justo en “La habitación propia”, destacará la enorme importancia de un espacio propio para crear, que más allá de un espacio físico, se refiere a un espacio intimo donde se pueda crear y reconocer sus propios deseos, sus aspiraciones y necesidades.

Con esto Wolf dará inicio al debate sobre la literatura femenina. Ese debate consistirá sobre si existe una forma diferente por parte de las mujeres de reflejar el mundo a través de sus obras. Allí va a desgajar con ironía las situaciones de inferioridad a las que se ven sometidas las mujeres de su tiempo:  Desde la imposibilidad de acceder a una biblioteca si no llevaban un acompañante, hasta la necesidad de tener permiso paterno para trabajar; también desmitifica la maternidad, y el efecto de la pobreza en la mente vinculando una relación en la estabilidad económica y el poder dedicarte a la literatura, aludiendo que la independencia económica abre la mente y da libertad de pensamiento.

Buscando el espacio para la habitación propia

Lo anterior lleva a reflexionar si hoy en día las mujeres tenemos esa “Habitación propia” para poder trabajar escribiendo o investigando, sin la interrupción del espacio doméstico, la crianza de hijos, el poder adquisitivo para sentarse a escribir…

Aunque hay avances en materia de igualdad, las mujeres siguen peleando por las mismas causas, pues no se ha logrado erradicar los núcleos duros de las disparidades e inequidades sustentadas en el sexo y el género de las personas. Como recientemente publicó la Gaceta UNAM: “Este sistema es complejo y difícil de erradicar, y no ocurrirá sólo por medio de leyes y reglamentos o políticas públicas, se requiere además de cambios culturales en cuanto al significado que tiene lo femenino y lo masculino, y cómo se traduce en prácticas sociales.[i]

Según datos del INEGI, de acuerdo con el Módulo sobre Lectura del INEGI (2019), solo cuatro de cada diez mexicanos habían leído al menos un libro en el último año.

La desigualdad se mantiene

Ahora, como expresó Tamara Martínez Ruiz, coordinadora para la Igualdad de Género en la UNAM: “De acuerdo con la Unesco, en la actualidad alrededor de 30 por ciento de los investigadores pertenecen al género femenino. Y ahora con la pandemia del Covid-19 se ha profundizado la inequidad pues trabajar desde casa, más a parte lidiar con el trabajo doméstico, recortes de horas o alteraciones de proyectos, el cuidado del hogar, adultos o niños, o quizá no tener los recursos habituales económicamente sigue aportando inequidad. Otros datos contundentes como: los que aporta el periódico Milenio:  La mayor diferencia se encuentra en el ámbito de la salud física y mental, donde las mujeres reportaron más casos de complicaciones, 59 y 61 por ciento, en comparación con los varones, con 45 y 56 por ciento respectivamente”[1].

Al parecer, el escribir y vivir de la profesión, así como lo defendió a capa y espada Cristina de Pisan y posteriormente Virginia Wolf, sobre el tener, recuperar y sostener ese espacio para poder desvincularnos de todo y sentarnos a escribir, a investigar,  a simplemente crear obra literaria, y vivir de ello…  Urge esa “Habitación propia”. Sigue siendo una tarea pendiente, ¿no creen?

Referencias


[1] A su vez citando a San Pablo, 1 Corintios, 14, 34 en la Biblia.

[1] Pandemia profundizó desigualdad entre hombres y mujeres de la UNAM: estudio. https://www.milenio.com/politica/comunidad/pandemia-profundizo-desigualdad-hombres-mujeres-unam

[i] Gaceta UNAM. Autor: Laura Romero / Guadalupe Lugo. Fecha: Mar 7, 2019. https://www.gaceta.unam.mx/persiste-la-desigualdad-entre-hombres-y-mujeres/

Sobre la autora

Mónica Muñoz Carmona, es Licenciada en Ciencias de la Comunicación, con estudios de Doctorado en Historia Contemporánea, por la Universidad Carlos III de Madrid. Es profesora universitaria en diferentes temas asociados al Arte y la Estética, la Historia y la Cultura en la producción artística, últimamente ha desarrollado e impartido cursos y diplomados con relación la Moda y el Arte, La Mujer en la Historia del Arte, así como Arte y Género. Desarrolla procesos de capacitación en empresas y organización sobre Comunicación e Imagen corporativa, Desarrollo Humano y Comunicación efectiva. Cuenta con más de 20 años de experiencia profesional.

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