Esta es la segunda parte del artículo “La mujer y el desnudo”, del cual puedes leer en este enlace la primera parte
Sigue a la autora Mónica Muñoz en Twitter: @monimunoz_mx
Desde principios del siglo XX, las mujeres artistas han ido explorando el tema de la representación del cuerpo desde varios enfoques. Se sabe que el desnudo es la representación del cuerpo, y por mucho tiempo se le representó a la mujer asociándola a su naturaleza y connotación simbólica bajo el discurso del patriarcado; se habló inclusive sobre la diferenciación de una estética femenina y de un arte feminista. Arte feminista sería el arte que busca corregir las imágenes estereotipadas de lo femenino que lo masculino-hegemónico ha ido rebajando y castigando.
Simone de Beauvoir en su libro El segundo sexo, nos dice que lo largo del tiempo la tradición del pensamiento ha vinculado a la mujer a la naturaleza, la reproducción, la carencia de transcendencia, y a la inmanencia que es precisamente la propiedad por la que una determinada realidad permanece como cerrada en sí misma, agotando en ella todo su ser y su actuar; es decir, al cuerpo (Beauvoir, 1995). Y de este modo, el cuerpo, como lugar de la identidad femenina, se fue revalorizando por el pensamiento de la diferencia sexual a finales del siglo XX. Y así surge una pregunta clave: ¿de qué hablamos al hablar del cuerpo?
La historiadora del arte Linda Nochlin escribió en uno de sus ensayos más conocidos Women, Art, and Power (Mujeres, Arte y Poder) que “las imágenes de la mujer en el arte reflejan y contribuyen a reproducir ciertos prejuicios compartidos por la sociedad en general, y por los artistas en particular. Se trata de prejuicios acerca de la debilidad y pasividad de la mujer; de su disponibilidad sexual; su papel como esposa y madre, su íntima relación con la naturaleza, su incapacidad para participar activamente en la vida política” (Mayayo, 2003).
De este modo, más que simplemente ver la representación del cuerpo femenino en una obra artística, implica analizar y reflexionar sobre quién lo mira y en qué contexto. Pierre Bourdieu, en su libro “La dominación masculina” expone que al “hablar sobre la percepción del cuerpo desde la posición social la mirada no es un mero poder universal y abstracto de objetivación; es un poder simbólico cuya eficacia depende de la posición relativa del que percibe y del que es percibido o del grado en que los esquemas de percepción y de apreciación practicados son conocidos y reconocidos por aquel al que se aplican” (Bourdieu, 2006); recordemos que el cuerpo es una construcción social y en ese sentido habría que explicar a la mujer y el desnudo.
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En el arte, el cuerpo es connotado como el lugar de la vivencia, la reflexión, el deseo, la resistencia, la protesta; otorgando también un enfoque político, sexual, intelectual, estético. Por ejemplo, el trabajo de la escritora y fotógrafa francesa Claude Cahun (1894 – 1954) giró en torno al tema de la ambigüedad e identidad sexual; se reinterpretó en muchos autorretratos y se auto exploró como si usara máscaras, fabricándose a sí misma con una multiplicidad de personajes.
En México encontramos a Carmen Mondragón (1893- 1978), mejor conocida como Nahui Olin, musa, artista y poeta; fue retratada por Diego Rivera. Perteneció a una de las familias más conservadoras de principios del siglo XX; hija de un general que fue exiliado por traidor. Tuvo la oportunidad de viajar a Europa alrededor de los años 20, y allá conoció a personajes como Picasso, Braque y Matisse, que la provocaron a iniciarse en el mundo del arte. Se casó y tuvo un hijo que murió al poco tiempo de nacer (se sospecha que fue por asfixia).
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Regresó a México y se relacionó con el entorno de la fotógrafa Tina Modotti, y con la pintora Frida Kahlo. Aunque sentimentalmente se le relacionó con varios hombres, Carmen fue más conocida gracias al romance que forjó con el artista Gerardo Murillo, el famoso Dr. Atl, quien le dio el nombre Nahui Olin (en náhuatl significa el quinto sol).
Su obra pictórica se incluye dentro del estilo naif (esa denominada corriente artística que se caracteriza por la ingenuidad y la espontaneidad autodidacta en los artistas muchas veces carente de perspectiva); realizó muchos autorretratos y también posó desnuda para el fotógrafo Edward Weston. Para su época, obviamente rompió paradigmas, tuvo siempre una actitud transgresora y provocadora y vivió de manera libre su sexualidad; en su trabajo artístico argumentó el desnudo como una estética que rompiera tabúes.
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¡De Frida ya sabemos muchas cosas! Desde los años 80 se le prestó total atención a su biografía, y se le mitificó, llevando su biografía al cine. El Victoria & Albert Museum se rindió tributo a su vestuario folclórico en Making herself up recientemente en el 2018. Con mucho tiente de romanticismo, la gente conoce a Frida, pero también actualmente se busca redefinir la historia de la pintora que en ocasiones se ha deformado y victimizado superando la etiqueta de surrealista.
Kahlo tuvo su primera exposición individual en Nueva York en 1938, en ella había cuadros que narraban la experiencia de un aborto. Coincido con David Lomas citado por Karen Cordero cuando dice que la “biografía es un modo de trivializar el arte producido por mujeres”. (Saénz, 2007) Frida, como artista también representó el cuerpo a través de sus autorretratos para canalizar su dolor; volvería añadir a Lomas cuando recalca la recurrencia de Frida a la imaginería médica.
En su obra “Lo que el agua me dio” (1932), libera la mirada del observador, retrata su cuerpo recargado en una bañera desde su punto de vista, desde lo que ella pretende mostrarnos, en la superficie podemos ver flores, plantas, cadáveres, un rascacielos… quizá proyectando sus recuerdos o fantasías, representa su identidad. “Se abre a posibles del cuerpo femenino distintos de la imagen especular del deseo masculino: el agua de la tina se convierte en fluido amniótico, estableciendo una cadena de asociaciones – una metáfora del fluido- que específicamente connota al cuerpo femenino.” (Saénz, 2007).
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Lo interesante es que temas como el parto, o el aborto no suelen ser muy tratados en el arte. Sus obras en general nos muestra este matiz emotivo y catártico, por ejemplo: “El hospital Henry Ford” justamente abarca ese tema, por supuesto con esa belleza estética que nos remite a un exvoto y su significación; en el contexto y periodo histórico que le tocó vivir a Frida, el aborto era una vergüenza, era el fracaso de la maternidad.
En la obra “Mi nacimiento” (1932) muestra a una madre dando a luz, pero tiene cubierto el rostro como si se tratara ya de un cadáver, y mientras sale un niño inerte que si nos fijamos bien es el rostro de Kahlo. Atrás en la pared está la Virgen de las Angustias llorando. La sangre en escena aparece como parte de la vida. Realmente es una obra impactante.
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En “La columna rota” nos muestra el tormento que sostuvo, el corsé de hierro, incómodo; parece que suscita reminiscencias a los santos mártires, el cuerpo como un templo es desacralizado y abandonado a la ruina. Muchas de sus obras tienen esa iconografía de la exploración del dolor, del sufrimiento, y elementos del arte popular mexicano.
Desde luego, el tema del cuerpo para la mujer artista ha tomado diversas connotaciones. A parte de las artistas mencionadas aquí, también está la pintora portuguesa Paula Rego (Lisboa, 1935) ha mostrado los abortos clandestinos, y la artista Judy Chicago, Kiki Smith, Barbara Kruger, entre otras. Sin duda, muchas preguntas podemos hacer para reflexionar este tema como, por ejemplo: ¿qué sentimos al ver el dolor en las obras de arte a través de su discurso? ¿consideras que el tema del parto y del aborto aún es un tema tabú? ¿consideras que la gente habla y expresa sentimientos fácilmente sobre el aborto? ¿cómo se considera el aborto en nuestro país? ¿seguimos juzgando el desnudo hecho por mujeres artistas? ¿somos abiertos y tolerantes para apreciar el tema de la sexualidad en el arte? ¿seguirá siendo la mayor realización de la mujer la maternidad?
Según datos de la Encuesta General de Genero (UNAM por la Dra. Patricia Galeano) en relación al tema de la Maternidad, nos dice que más hombres (33,6%) que mujeres (31,4%) apuntan a la maternidad como sustantiva en la “realización” de las mujeres. En relación a los retos de las mujeres al ser madres se encuentran estos resultados: enfrentar la vida sola (15.6%), cuidado de los hijos (12.9%), desempleo (9%), falta de recursos (8.8%), limitaciones profesionales (1%).De acuerdo con los datos oficiales, las entidades donde se ha iniciado el mayor número de carpetas de investigación en las que se criminaliza a las mujeres por la interrupción del embarazo son: Estado de México, con 101 casos; Nuevo León, con 67; la Ciudad de México, con 57; Baja California, 28; Tamaulipas 24 y Guanajuato, 20.
En esta cpápsula puedes observar otro ejemplo del tratamiento de la mujer y el desnudo: “Una esclava en venta”
Frase clave: La mujer y el desnudo
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