Las medidas adoptadas en el país para combatir la pandemia en el año 2020, en particular la paralización de las actividades catalogadas como no esenciales por la autoridad sanitaria, enlentecieron o paralizaron la actividad económica, con repercusiones inmediatas sobre el empleo, la producción y la economía de los hogares. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) informó que entre 2018 y 2020 la pobreza multidimensional aumentó de 41.9 a 44.5 porciento, es decir, 2.6 puntos porcentuales.
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El porcentaje de personas en situación de pobreza en este último año marcó un quiebre en la tendencia descendente que había iniciado en 2014 y retrotrajo la prevalencia al nivel que había alcanzado en 2008.
En términos generales el impulso al alza provino esencialmente de dos fuentes. Por una parte, de la pobreza por ingresos, íntimamente ligada al paro económico y al desempleo y, de otra parte, del aumento en la carencia por el acceso a la salud, que sintetiza las limitaciones del sistema de salud para subsanar el exceso de demanda provocado por la dispersión del SARS-CoV-2 sobre el territorio nacional.
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En el bienio la pobreza por ingresos en el país se elevó en 3.4 puntos porcentuales, al pasar de 48.8 por ciento en 2018 a 52.2 por ciento, en 2020. En tanto que la carencia por acceso a los servicios de salud subió de 16.2 por ciento a 28.2, es decir dio un brinco de 12 puntos porcentuales.
Las cifras nacionales aun cuando son de suma utilidad para dar cuenta de las condiciones de vida y de los problemas que enfrenta la población del país, no permiten ver la diversidad de situaciones en el territorio: los cambios observados en el agregado ocultan las variaciones en sus componentes. Con el propósito de afinar la mira del análisis se ha recalculado la pobreza, empleando el método oficial del CONEVAL, para las nueve regiones definidas por Bassols[1].
Con el propósito de contrastar la diversidad regional este artículo se limita a presentar lo acontecido con la pobreza en las regiones que experimentaron los cambios más marcados: Península, Centro, Noreste, por un lado, y Sur y Este por el otro. Las variaciones regionales de la pobreza en el Noroeste, Norte, Centro Norte y Centro Occidente, no distan demasiado de las del país.
La región más golpeada por la pandemia fue la Península de Yucatán. La prevalencia de la pobreza multidimensional pasó de 37.2 en 2018 a 46.9 por ciento en el año 2020, en sólo dos años el alza fue de 9.7 puntos porcentuales, lo que equivalió a poco más de medio millón de personas adicionales en situación de pobreza. Uno de los factores que impulsó la pobreza en la Península fue la paralización de la actividad económica, particularmente el estancamiento de la actividad turística, de modo que la prevalencia de pobreza por ingresos subió de 42.0 a 54.2 por ciento, es decir 12.2 puntos porcentuales entre los dos años considerados.
Por otro lado, a las consecuencias del paro económico sobre el ingreso de los hogares se agregaron las de la crisis sanitaria. La carencia por acceso a los servicios de salud pasó de 14.2 por ciento en 2018, a 24.0 en 2020. Los efectos de la crisis sanitaria/económica quedaron claramente plasmados en la economía de los hogares y en el acceso a los recursos sanitarios de los habitantes de la Península de Yucatán.
La prevalencia de la pobreza multidimensional en la Región Centro escaló de 42.5 en 2018 a 48.3 en 2020. Debido a que es la región más poblada del país, el alza de 5.8 puntos porcentuales se tradujo en 2.7 millones de personas adicionales en situación de pobreza, que representa el 64 por ciento del aumento de las personas en situación de pobreza en el país (4.2 millones de personas).
La profundización de la prevalencia de la pobreza multidimensional en la Región Centro se originó por la caída en los ingresos de los hogares que impulsó la elevación de la pobreza por ingreso de 50.0 a 57.2 por ciento entre 2018 y 2020, equivalente a un incremento de 3.5 millones de mexicanos en 2020 con respecto a 2018. A diferencia de la Región Península, altamente especializada en el turismo, la Región Centro es el corazón de la actividad industrial, comercial y de los servicios del país (incluido el turismo); las empresas de estos sectores se vieron severamente afectadas por las limitaciones que impuso la autoridad sanitaria a la actividad económica y, por lo tanto, se redujeron los ingresos de las personas con la consiguiente alza en la pobreza monetaria.
Además de los problemas económicos, la población de esta Región tuvo que enfrentar las limitaciones de acceso a los servicios de salud; la carencia por acceso a la salud aumentó de 18.9 por ciento de la población en 2018 a 30.8 en 2020. En el año 2020 cerca de 13 millones de personas sufrieron carencia en el acceso a los servicios de salud, lo que significó un aumento de alrededor de 5 millones respecto a 2018.
Si bien las regiones Península y Centro fueron las que exhibieron el aumento más marcado en la prevalencia de la pobreza multidimensional con 9.7 y 5.8 por ciento, respectivamente, la Región Noreste, formada por Nuevo León y Tamaulipas, fue la que experimentó la tercer alza más marcada en la prevalencia de la pobreza al pasar de 22.9 a 26.2 por ciento entre 2018 y 2020, es decir, un incremento de 3.3 puntos porcentuales, de modo que su aporte al crecimiento de la pobreza fue de un poco más de 150 mil personas.
Debe notarse que el Noreste es la región que tiene la menor prevalencia de pobreza del país y que además es una región con fuerte presencia de la industria manufacturera (Nuevo León) y maquiladora (Tamaulipas). El crecimiento de la pobreza multidimensional en esta región, entre 2018 y 2020, se originó en el alza de la pobreza por ingresos que pasó de 33.5 por ciento en 2018, a 35.1 por ciento en 2020, debido a la reducción de las actividades productivas especialmente en el sector manufacturero de las grandes empresas, apuntalada por el alza de la carencia en salud, que se elevó en 8.1 puntos porcentuales entre 2018 y 2020, al subir de 12.6 a 20.7, respectivamente.
Pero, no todas las regiones sufrieron incrementos en la pobreza en los años de la pandemia, la Región Sur, formada por Chiapas, Guerrero y Oaxaca, cuya pobreza multidimensional ascendió a 70.6 por ciento de la población en 2018, experimentó una reducción a 68.7, es decir, bajó en 1.9 puntos porcentuales. La caída se debió a que la prevalencia de la pobreza por ingresos se redujo de 73.2 a 71.6 por ciento (disminuyó en 1.6 puntos porcentuales), sin embargo, la carencia por acceso a la salud presentó el mayor aumento (20 puntos porcentuales) en comparación con las restantes regiones del país, al pasar de 16.1 por ciento en 2018 a 36.1 por ciento en 2020. El aumento en el ingreso que recibieron los hogares de la Región Sur presionó a la reducción de la pobreza multidimensional mientras que la carencia en salud lo hizo al aumento.
En el caso particular de la Región Sur hay que destacar que, a diferencia de las restantes regiones, en que la carencia por acceso a la seguridad social tuvo variaciones menores, la merma fue de 2.8 puntos porcentuales en la carencia por acceso a la seguridad social a contrapelo de lo que ocurrió en la mayoría de las demás regiones. Descartando por remota la posibilidad de que haya habido un proceso masivo de inscripción a algún instituto de seguridad social entre 2018 y 2020, la disminución debe haberse originado en la expansión del programa de adultos mayores[2].
Por otra parte, los ingresos de las familias del Sur son relativamente reducidos y, por tanto, la pobreza monetaria alcanza a casi tres de cada cuatro habitantes, es en ese contexto que el apoyo del programa de adultos mayores debe haber jugado un papel importante en su reducción, tanto vía los ingresos como por la caída en la carencia de acceso a la seguridad social.
Las actividades económicas principales de la Región Sur son la agropecuaria y los servicios (con preeminencia del turismo). Los tiempos de pandemia han sido un acicate al trabajo en las zonas rurales, no sólo por producir alimentos para el consumo interno sino también por la exportación que llevó a un superávit comercial agroalimentario de 12,000 m.d.d en el año 2020[3]. La reducción de la pobreza por ingresos en esta región, es un indicador de que los recursos económicos generados por la expansión de la actividad agropecuaria superaron la merma provocada por la paralización del turismo en los tiempos de pandemia.
El efecto del ingreso en reducir la pobreza multidimensional en la Región Sur fue suplementado por la disminución de la carencia en seguridad social y la combinación de esas dos reducciones fue contrarrestada parcialmente por la fuerte presión que ejercieron las necesidades de salud no satisfechas, para aumentarla.
El mismo patrón de cambios de la Región Sur se observa en la Región Este (formada por los estados de Tabasco y Veracruz), aunque la caída de la pobreza multidimensional fue de solo en 0.9 puntos porcentuales, ya que en 2018 era de 59.9 por ciento de la población y bajó a 59.0 por ciento. La reducción se originó en una disminución de un punto porcentual de la pobreza por ingreso al pasar de 65.2 a 64.2 por ciento de 2018 a 2020, cuyo efecto sobre la pobreza multidimensional fue modulado por el aumento de 14.2 puntos porcentuales en la carencia en el acceso a la salud. La estructura ocupacional de esta Región es muy similar al Sur, preeminencia del sector agropecuario, combinado con servicios (donde el turismo tiene un papel importante), pero se diferencia en la presencia de actividad petrolera.
Una mirada de conjunto permite concluir que la crisis económica derivada de la pandemia, y de las medidas para combatirla, si bien paralizó la economía del país, sus efectos regionales estuvieron fuertemente condicionados por sus estructuras económicas. Fueron severamente golpeadas aquellas que cuentan con un sector industrial manufacturero fuerte donde predominan las grandes empresas formales, así como las regiones que tienen un sector servicio muy desarrollado en turismo, restoranes, bares, etc. Entre los años 2018 y 2020 la pobreza disminuyó en aquellas regiones que tienen un sector agropecuario importante, productor de alimentos y en que, además, sus habitantes recibieron apoyos gubernamentales significativos en relación con sus magros ingresos por trabajo.
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[1] Bassols Á. (2012). Geografía Socioeconómica de México: Aspectos físicos y económicos por regiones. 8ª ed. México: Trillas. Este autor distingue las siguientes nueve regiones: Noroeste (Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora), Norte (Coahuila. Chihuahua y Durango), Noreste (Nuevo León y Tamaulipas), Centro Norte (San Luis y Zacatecas), Centro Occidente (Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Nayarit), Centro (Ciudad de México, Hidalgo, México, Morelos Puebla y Tlaxcala), Sur (Guerrero, Oaxaca y Chiapas), Este (Tabasco y Veracruz) y Península (Campeche, Quintana Roo y Yucatán).
[2] Una de las maneras de no ser considerado carente en seguridad es recibir el apoyo de algún programa de adulto mayor siempre que el monto mensual recibido sea superior al promedio del valor de la canasta alimentaria y no alimentaria.
[3] http://t21.com.mx/2021/02/15/superavit-comercial-agroalimentario-rebasa-12000-mdd-2020-mexico#:~:text=La%20Secretar%C3%ADa%20de%20Agricultura%20y,anual%20de%2039.92%20por%20ciento.
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