El salón Tesorería de Palacio Nacional se ha convertido en púlpito, desde el cual el pastor de la República ofrece diariamente su homilía -no siempre ajena al dogma y el misticismo-. Por sus formas, cada “mañanera” es en sí misma un acto litúrgico, un ejercicio de evangelización. Diariamente se predica sobre el venturoso porvenir de la nación que llegará de la mano de la 4t. La esperanza futura -algo así como el paraíso- que en ellas se ofrece, se nutre más de la emoción, las creencias y las necesidades de la gente, que de hechos objetivos. La realidad ante el discurso, ha entrado en contradicción.
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Una lógica incomprensible
La realidad misma, con todas sus complejidades, poco a poco, corroe la simpleza del “discurso” oficial. Despoja de sustancia la ritualidad y el mensaje de las mañaneras. No importa el tema que se trate -salud, desigualdad y pobreza, economía y empleo, género y derechos, violencia e inseguridad-, siempre hay un dato, la mayor de las veces producido por oficinas gubernamentales e instituciones internacionales y un suceso cotidiano que colocan en entredicho la palabra presidencial.
Por eso no extraña la obsesión manifiesta del gobierno por ocultar, negar o desvirtuar toda aquella información relevante sustentada en hechos verificables que no se ajusta a la visión y al modelo que la 4t quiere sembrar en el imaginario colectivo. Las “verdades a medias” pronunciadas desde el púlpito de las mañaneras, son instrumento para construir una realidad “alterna” que oriente la opinión pública en favor de la popularidad omnímoda de una persona, aunque esa popularidad se encuentre desprovista de legitimidad ética.
En todos los campos de la actividad, los escenarios perfilados para el año en curso son adversos. Los contagios confirmados y las muertes por Covid-19 se elevan más allá de las estimaciones y metas oficiales, siempre inciertas y cambiantes.
Rumbo a mayor pobreza
Como consecuencia de la perdida de empleos e ingresos, la pobreza crecerá significativamente, el Coneval estima que entre 8.9 y 9.8 millones de personas podrían caer en pobreza por ingresos.
La economía registra cuatro trimestres seguidos de crecimiento negativo y de acuerdo con el Banco de México, en 2020 se verificará una caída del PIB de -8.8% y se perderán entre 800 mil y un millón 400 mil empleos formales.
En materia de seguridad, la tan anhelada como prometida paz no llega. La violencia letal no cede. Aún con la pandemia las muertes por homicidios dolosos se siguen acumulando. En los 17 meses del gobierno de López Obrador, transcurridos del primero de diciembre de 2018 hasta el 30 de abril pasado, 49 mil 35 personas fueron asesinadas.
El presidente reinicia sus giras en un momento de profunda vulnerabilidad económica y social. Decisión que sólo puede entenderse como una medida tendiente a restañar la popularidad golpeada.
La severidad de la situación actual exige de un gobernante concentrado y dedicado de tiempo completo a construir e instrumentar una estrategia capaz de enfrentar todas las aristas de la crisis derivada de la conjunción de la pandemia con la contracción de la actividad productiva, la creciente aversión al riesgo de los inversionistas y la persistente inseguridad.
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Otro diálogo es posible
Ello requiere de una amplia convocatoria que involucre y comprometa a los diversos sectores que conforman la sociedad mexicana. Contrario a eso, tenemos un hombre dedicado a confrontar a todos aquellos que se atreven a cuestionar la validez de sus decisiones o a señalar la falta de rumbo de su gobierno.
Un riesgo latente es la tentación de meterle mano a los registros institucionales (estadísticas) para acomodarlos al discurso político. Una llamada de atención es el trascendido del periódico Reforma, publicado en Templo Mayor, sobre la renuncia de David Pérez Esparza, titular del Centro Nacional de Información del Secretariado Ejecutivo del SNSP, que entre las razones de su supuesta dimisión “menciona el ninguneo a la violencia contra las mujeres y la evidente desatención a la evidencia científica y técnica”.
Hecho que transcurre en el momento en que López Obrador calificaba de falsas el 90% de las llamadas de auxilio sobre violencia contra las mujeres. Más allá de la falta de sustento de esa afirmación debe tenerse en cuenta que, particularmente en el caso de la violencia contra las mujeres, la existencia de denuncias indica la presencia del delito, pero la falta de las mismas no necesariamente implica la ausencia de delito.
Igual de preocupante es querer presentar supuestas reducciones de la incidencia delictiva como un logro de la estrategia de seguridad de la 4t y no como consecuencia del confinamiento obligado por la epidemia del Covid-19.
La realidad ante el discurso
En la conferencia mañanera del 20 de mayo pasado, al presentar la estadística delictiva del mes de abril, Alfonzo Durazo afirmó que lograron “nuevamente revertir la tendencia de crecimiento y estamos ligeramente a la baja en el número de homicidios dolosos respecto al mes anterior”. Afirmación no del todo cierta, basta señalar que el promedio diario de víctimas de homicidio doloso en el mes de marzo fue de 96.8 y en abril fue de 98.3.
Aún más, en el primer cuatrimestre de 2020, el número acumulado de victimas de homicidio doloso ascendió a 11 mil 535, cifra mayor en 2.4% al número de víctimas registradas entre enero y abril de 2019 y 9.0% más alta que en el mismo periodo del último año del gobierno de Peña Nieto.
El uso sistemático del engaño o la mentira ya sea por convicción ideológica o con fines políticos, invariablemente merma la confianza ciudadana en las instituciones públicas provocando su desgaste. Conforme los hechos se empecinen en contrariar “su realidad”, López Obrador se encontrará cada vez más sólo, encerrado en una burbuja de cristal que le impide entender la coyuntura y dar respuesta a los problemas que exigen atención urgente -salud, economía y seguridad.
Comentario final
La caída inocultable en la credibilidad y legitimidad del presidente puede convertirse en un creciente descontento activo que lo lleve, cada vez con mayor intensidad, a disipar la confianza de sectores que lo llevaron al poder. Hoy el presidente sale a tratar de recuperar la popularidad, lo hace de la única manera que sabe, haciendo campaña. Vamos a ver si lo logra, de lo contrario, podríamos atestiguar la radicalización autoritaria de la 4t.
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Frase clave: La realidad ante el discurso.