Hay una constatación en los resultados presentados por Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) sobre las comparaciones de la pobreza entre 2018 y 2022: una mejora en el bienestar económico y en la situación de pobreza, y al mismo tiempo, un incremento de las carencias, de la vulnerabilidad social y de la población en pobreza extrema.
Escrito por: Enrique Provencio D.
No es un resultado contradictorio ni paradójico. El bienestar económico se benefició del buen desempeño del ingreso de los hogares, tanto el del trabajo (empleo y salarios), como el de las transferencias (pensiones y jubilaciones, programas gubernamentales, remesas y otros). Las carencias y la vulnerabilidad, en cambio, se vieron afectadas por políticas que desprotegen los bienes públicos, sobre todo en la salud y la educación, y, en algunos estados, por rezagos en agua y otros servicios.
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El tema más destacado, como se apreciaba ya en los resultados de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2022, es el crecimiento en la carencia por acceso a los servicios de salud, pues en 2016 afectaba a 18.8 millones de personas y en 2022 a 50.4 millones. Se ha dicho mucho que la causa directa de este grave empeoramiento en el acceso a la salud estuvo en la reforma mal diseñada y peor ejecutada de los programas para atender a la población no cubierta por la seguridad social.
Lo que no se ha dicho suficientemente, y CONEVAL lo destaca en uno de los documentos que difundió el 10 de agosto pasado https://cutt.ly/PwfBKTxX es que las consecuencias de las políticas fallidas para sustituir al Seguro Popular afectaron más, notablemente más, a los grupos de menores ingresos de la población.
Ya antes era un hecho demostrado que los deciles mas pobres tenían peor acceso a los servicios de salud, pero entre 2018 y 2022 los cinco deciles de más bajos ingresos empeoraron en 35 por ciento en promedio dicho acceso, y en el primer decil la pérdida fue de un 50 por ciento. En el decil X, el de más altos ingresos, el cambio a mal fue de 4.4 por ciento.
El contraste no podía ser más notorio y no debe ser ignorado: son los grupos más desfavorecidos los que están pagando desproporcionadamente las consecuencias de la malograda reorientación de los programas de salud y de la baja prioridad otorgada a los presupuestos para los servicios a la población que no está cubierta por el IMSS, el ISSTE y los otros sistemas, y eso mismo está perjudicando más a la población rural que a la urbana.
Un indicador distinto es el de las personas que buscaron atención médica en instituciones públicas al experimentar dolor, malestar, enfermedad o accidente. Esta población pasó de 22.4 millones en 2018 a 18.1 millones en 2022. La otra cara de este problema es que los que buscaron dicha atención en el sector privado, pasaron de 21.5 millones en 2018 a 30 millones en 2022. Como parte de estos últimos, las personas que se atendieron en consultorios de farmacias se movieron de 8.6 a 12.6 millones de 2018 a 2022.
El origen de este retroceso no reside solo en el fracaso del Instituto de Salud para el Bienestar, el INSABI, que nació y desapareció en la opacidad, pues de acuerdo a la ENIGH, tanto el IMSS como el ISSSTE y los otros servicios públicos nacionales distintos a los de la Secretaría de Salud, atendieron menos personas que presentaron problemas de salud.
En otras palabras, el resultado conseguido en el cuatrienio 2018-2022 en el acceso a la salud fue el contrario al esperado y anunciado: se redujo la atención en los servicios públicos, y especialmente los de la Secretaría de Salud, mientras aumentaba la demanda en los hospitales y consultorios privados. Este retroceso no fue una consecuencia de la crisis del Covid-19, sino de la irresponsable decisión de abandonar una estrategia sin preparar bien la siguiente.
Hasta ahora esta realidad ha sido evadida por las autoridades, desde la Presidencia de la República y la Secretaría de Salud y las demás entidades públicas, y toca ahora, ante estas y otras evidencias, replantear la estrategia para lograr la universalización en el acceso a la salud ofreciendo servicios de calidad, medicamentos suficientes y la atención que supone el cumplimiento efectivo del derecho a la salud.
Número de personas que presentaron problemas de salud y recibieron atención médica, según lugar de atención. México. 2018-2022
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Frase clave: la realidad social
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