“Que se vayan con su cuento a otro lado”, es lo que sentenció el Presidente de la República al referirse a las críticas sobre el rediseño de la navegación aérea que se puso en marcha en 2021 en el Valle de México, y que ha mostrado sus peligros para la seguridad de la aviación, de los pasajeros y de la población.
Escrito por: Enrique Provencio D.
Es decir, el problema no existe, es una invención para boicotear el aeropuerto de Santa Lucía y para atacar a las autoridades. Lo dijo el Presidente con toda claridad el 10 de mayo: “no hay, así lo sostengo, categóricamente, ningún problema de rediseño en el manejo del espacio aéreo; al contrario” https://bit.ly/3Mnqbwo .
Contra la opinión técnica de controladores aéreos, organismos especializados y los testimonios directos que están documentados, la negación de los hechos es contundente. Aún más, se infiere del dicho presidencial, incluso mejoró el diseño del espacio aéreo. La respuesta se ajustó al molde con el que se trata cualquier cuestionamiento a las acciones de gobierno, tal como viene ocurriendo con tantas otras decisiones de política.
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Las críticas son siempre invenciones de adversarios conservadores, así se trate de la carencia de medicinas en hospitales públicos, de los cierres de estancias infantiles, del cambio sin ton ni son de los servicios de salud para quienes no tienen seguridad social, de la realización de obras sin autorización de impacto ambiental, de la extinción de instituciones de probada utilidad y eficacia. Lo primero es señalar a un supuesto enemigo, un medio de comunicación, algunas personas, ciertas organizaciones, y dar por falsos lo hechos.
Junto con la negación de los hechos y su adjudicación a los enemigos, suele venir la descalificación moral: “quienes hicieron los estudios de manejo de espacio aéreo actuaron de manera tendenciosa, por decir lo menos, porque les pagaron para que resolvieran que no se podía interactuar en el espacio aéreo”. La mención iba contra The MITRE Corporation, un organismo que lleva más de 60 trabajando en soluciones tecnológicas y reconocida globalmente en el tema de la navegación aeroportuaria. Esto suele ser lo segundo: a quien cuestiona se acusa de mentira, de insolvencia ética, así se trate de fuentes creíbles y confiables.
Lo tercero, aunque no siempre en ese orden, es releer la historia, distorsionarla y reinterpretarla para justificar las nuevas decisiones. El 10 de mayo, por ejemplo, el Presidente sostuvo que la construcción del aeropuerto de Texcoco obedecía al interés de “quedarse con los terrenos del actual aeropuerto, con las 600 hectáreas del actual aeropuerto para hacer una especie de Santa Fe, un negocio inmobiliario”. De haber sido el caso, no lo sé, la solución era tan simple como aplicar un programa de usos y destinos de dichos terrenos, que son públicos, e impedir así la maniobra.
Además, cualquier otro indicio de corrupción alrededor del aeropuerto de Texcoco tenía que ser impedido y denunciado, lo cual sigue sin ocurrir. El destino de los terrenos del actual aeropuerto había sido muy discutido desde 2015, como lo recordó Ricardo Becerra en un artículo en La Crónica de Hoy el mismo 10 de mayo https://bit.ly/3w8QwJb , y había opciones muy estudiadas para reconvertir ese espacio en beneficio de la Ciudad de México, de forma coordinada entre autoridades.
En la relectura de los hechos también se dijo que el “cierre” del aeropuerto de Toluca se hizo para “llenar el aeropuerto de la Ciudad de México y justificar la construcción del aeropuerto de Texcoco”. La previsión de saturación del aeropuerto de Ciudad de México ya existía en los años noventa, se sabe bien, y, en todo caso, para descongestionar el aeropuerto había que promover el mayor uso de la terminal de Toluca, lo cual no se hizo ni se está haciendo.
El cuarto paso, ya se sabe, es condesar todos los males pasados y los problemas actuales al neoliberalismo, en particular a los antiguos conflictos de interés entre gobierno y poder económico. Que existían esos conflictos y que era urgente separar el poder político del económico es algo que no se discute, pero el punto hoy es otro, muy concreto y actual: la seguridad de la navegación aérea, que ha empeorado en los últimos dos años según tantos testimonios y evidencias, en muy buena medida por decisiones erróneas, por los recortes presupuestales, la corrupción, el amiguismo y otros problemas denunciados y documentados por el sindicato de controladores aéreos y otros involucrados.
Estos son hechos recientes, no del pasado, que se agravaron y que no se conocían tan abiertamente por la opacidad en el manejo de la información pública, y también por las amenazas a los técnicos para que no denunciaran las anomalías. Así que los ocultamientos también agravaron los riesgos en la navegación aérea.
El quinto paso es insistir en la cultura, los valores y la honestidad de la comunidad, la familia y el pueblo como salvación de los males: es “gracias a las culturas de México que enfrentamos todas las calamidades, la cultura es lo que nos ha salvado siempre”. No importaba mucho la conexión de esto con el problema concreto de la seguridad en la navegación aérea, lo que parece convenir es la recurrente contraposición entre el individualismo y el egoísmo neoliberal con la felicidad del pueblo: “ese es el cambio que se requiere de fondo: reforzar valores morales, culturales, espirituales”.
En este punto de la alocución presidencial ya estaba fuera de foco el tema del rediseño del espacio aéreo, y lo importante era la revolución de las conciencias, el cambio de las mentalidades, la alegría y el orgullo nacional. Así, en unos cuantos minutos, el problema fue negado y declarado inexistente, fue convertido en una invención conservadora, la historia previa acabó manipulada, los hechos actuales se endosaron al pasado neoliberal y todo se sublimó apelando al sentimiento popular.
Este fue un episodio más de lo que ocurre diariamente con el tratamiento de cualquier problema. El orden de los pasos y los énfasis puede variar, en ocasiones se agregan otros recursos retóricos, pero en general así se abordan los asuntos de interés público.
Mientras tanto, la crisis del aeropuerto de la Ciudad de México sigue y puede agravarse, ante la ruinosa condición de la Terminal 2, que se hunde irremediablemente y que está cada vez más expuesta a los peligros sísmicos. Ahí se condensan las insuficiencias de inversión y renovación de la infraestructura, la regulación inadecuada de la navegación aérea y una gestión administrativa ineficiente.
Con esta crisis aeroportuaria pierden los usuarios, pierde potenciales la Ciudad de México, sobre todo en su zona oriente, y se ve afectado el desarrollo de la mayor parte del país. Había una alternativa ya en marcha, que era el nuevo aeropuerto de Texcoco. Hoy las opciones son dos males: prolongar la vida del actual aeropuerto hasta donde sea factible o forzar el uso de Santa Lucía como válvula de escape. Y todo esto en las complejas condiciones de seguridad por la saturación y por el nuevo diseño de la navegación aérea en el Valle de México. Aunque el problema se declare inexistente.
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