Moderada, frágil, incompleta, modesta, desigual, heterogénea, lenta, irregular, inestable, incierta, débil, incipiente, arrítmica, espasmódica… Estos y otros adjetivos se le aplican a la recuperación económica en curso, algunos en la Junta de Gobierno del Banco de México, otros en la calle, en consultoras, cámaras, seminarios y tertulias.
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Nadie esperaba que la activación económica después del desplome de 2020 fuera uniforme, constante o sin contratiempos. Hay muchos desajustes que la entorpecen y por eso no puede dejarse a su propia inercia. De hecho, los pronósticos siempre empezaban diciendo que el futuro estaría condicionado por la evolución de la pandemia. Sigue ocurriendo, el Covid continuará sometiendo la vida a la incertidumbre.
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¿Por qué, entonces, en las versiones oficiales se da por hecho que todo va viento en popa? Porque se quiere proyectar la versión de que la crisis ya quedó atrás, y también para destacar la idea de que la política económica fue efectiva en 2020, que se está haciendo lo correcto en 2021 y que se hará bien en mantenerla para los próximos años.
No hay que confundir la reactivación con la recuperación, por cierto. Lo que viene ocurriendo es lo primero, y de hecho buena parte de lo que se festina como salida de la crisis es un efecto estadístico y de rebote. Una tasa de crecimiento de varias decenas de puntos porcentuales en estos meses, comparados con los mismos periodos de 2020, no dice mucho, salvo para quien se deje impresionar por datos más o menos equívocos.
La recuperación estará llegando cuando la economía alcance por lo menos los niveles que tenía antes de la pandemia y, en realidad, los que se registraron en 2018. Eso podría ocurrir a fines de 2022 o principios de 2023. Y luego hay que tener en cuenta lo que sea necesario para compensar lo perdido, pues en dos años de estancamiento o de desplome la población siguió creciendo y con ella las necesidades de empleo. Muchas empresas se perdieron y las capacidades productivas se deterioraron por falta de mantenimiento o por envejecimiento.
No está mal que el discurso trate de infundir ánimos, levantar la confianza, generar certidumbre, mejorar las expectativas y hasta estimular la imaginación, las voluntades y las ganas de avanzar. A fin de cuentas todo eso forma parte de los quehaceres gubernamentales y de la política, de los informes y los discursos, de la conformación de las llamadas narrativas de cambio.
Las narrativas triunfalistas están pensadas para incidir en las percepciones y las opiniones, pero no generan mejoras reales en el desempeño económico, en las decisiones de inversión y consumo. Tras la reactivación que viene ocurriendo, lo más seguro es que volvamos a las mediocres trayectorias previas a la crisis, y eso es lo que dicen los pronósticos.
Aún peor, con las caídas de la inversión, la nueva y la de reposición, en los próximos años pueden quedar aún más dañadas las capacidades económicas y la productividad, y con ello la generación de empleos e ingresos. La inversión pública no da señas de avance, de hecho los primeros cinco meses de 2021 sufrió nuevos recortes, que ojalá se compensen en el resto del año. La inversión privada ya está fluyendo y, si continúa así, para diciembre puede andar quedando en los niveles que tenía una década atrás. Todo esto augura que, tras la reanimación, la recuperación no se sostendrá mucho tiempo.
La reciente y tercera ola de la pandemia, que por fin fue oficialmente reconocida, introduce nuevas sombras a la recuperación. Será muy difícil volver a un confinamiento estricto, pero al comenzar el segundo semestre de 2021 en varios estados ya se están restringiendo otra vez diversas actividades. Los índices de movilidad en lugares de trabajo, que a mediados de junio parecían, por fin, regresar a sus niveles previos a la pandemia, retrocedieron en la segunda quincena de ese mes https://bit.ly/2SWMNgW .
No será fácil encontrar soluciones para atacar más a fondo la pandemia, acelerar la recuperación y reconstruir lo dañado por la crisis, pero nos urgen estrategias que se apoyen mutuamente. No bastará con que nos jale la economía de Estados Unidos. Para colmo, los aumentos de la tasa de interés y la inflación afectarán a las empresas y los sectores más rezagados y pueden atajar la titubeante recuperación.
En la reunión del G-20 de este 9 de julio, el Fondo Monetario Internacional llamó a que las empresas y hogares vulnerables ante la pandemia continúen recibiendo apoyos con medidas fiscales específicas https://bit.ly/2T09RLS . El llamado es claro: la crisis no ha terminado, urge reforzar las estrategias de recuperación, acelerar la vacunación, aplicar más pruebas y mantener la precaución. Pues eso.
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Frase clave: La titubeante recuperación económica
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