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La UNAM bajo asedio

El sexenio del Presidente López Obrador ha embestido una y otra vez a la UNAM. A los pocos días de tomar posesión, el 12 de diciembre de 2018, envío un proyecto de decreto a la Cámara de Diputados que eliminaba la reforma educativa surgida del Pacto por México. Sin embargo, el proyecto también eliminaba la Autonomía Universitaria.

Escrito por: Jorge Federico Márquez Muñoz

Un alud de críticas no se hizo esperar. El Gobierno Federal argumentó que no era su intención arrebatar la autonomía a las decenas de universidades, sino que se trataba de “un error de dedo”. No son pocos los casos en los que Morena, durante el actual sexenio, ha intentado someter a las universidades públicas. Están por ejemplo los intentos por parte de legisladores oficialistas de retirar la autonomía a las universidades autónomas del Estado de México, Colima, Sonora, Sinaloa, Baja California Sur, Querétaro y, en Veracruz, al Colegio de Veracruz. Con excepción de este último caso, dichas iniciativas han fracasado.

Pero las iniciativas de Ley para lastimar la vida universitaria no han sido el único recurso de los morenistas. También la asfixia financiera y la persecución a las autoridades universitarias han sido métodos recurrentes, como en el caso de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

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Ayer, 9 de marzo de 2023, un diputado federal de Morena presentó una propuesta para reformar la Ley Orgánica de la UNAM. Parece una calca de la presentada por ese mismo partido en 2020, por Miguel Ángel Jauregui Montes de Oca.

La de aquel entonces proponía:

“…al rector, a los directores de las escuelas y facultades, así como los directores de los institutos de investigación, los elijan sus propias comunidades por medio de elecciones abiertas, equitativas, competitivas y transparentes, a través de voto libre y secreto”.

La de ayer, la del Diputado morenista Armando Contreras Castillo, propone que “la persona titular de la Rectoría será elegida por la comunidad universitaria mediante elección directa y sufragio universal”.

Me llamó especialmente la atención el siguiente párrafo, que aparece en el apartado “Exposición de Motivos”. A la letra dice:

Históricamente la facultad de elegir al Rector de la UNAM descansaba en el Consejo Universitario conforme lo dispusieron las leyes orgánicas de 1929 y 1933, lo cual ya era de por sí, un mecanismo de elección indirecta, la Ley Orgánica de 1945 le quitó al Consejo dicha atribución otorgándosela a una instancia que esa misma Ley creaba: la Junta de Gobierno.

Todo lo que ello retrata es una situación incomprensiblemente cupular en una institución no sola diversa y plural, sino de alcance nacional (…).

En las “Consideraciones” también me llamaron la atención las siguientes líneas:

En el marco de una enorme e incomprensible paradoja histórica, mientras la UNAM ha sido una fuerza de cambio orientadora del proyecto nacional emanada de la revolución mexicana, de la Constitución de 1917 y del devenir histórico de la lucha de México por la democracia, ésta se ha mantenido sin cambio interno alguno en lo relativo a las formas de definir su propio rumbo político.

Más adelante, el ilustre autor de la Ley afirma: “es incomprensible que encontrándonos de lleno en la tercera década del siglo XXI, la comunidad que forma parte de la Universidad más grande y relevante del país no tenga participación directa” en la elección del Rector. Y unas líneas más abajo encontramos: “es incomprensible que el gobierno de una institución tan relevante para el país se concentre en un número tan reducido de personas”, es decir, en los miembros de la Junta de Gobierno.

Concluyo la colección de valiosas citas con la siguiente: “para un universitario es una contradicción inadmisible (…) la remembranza del movimiento del 68 (…) y no intentar cambiar para mejorar una forma de gobierno interno que nació hace casi 80 años”.

Ahora el análisis:

1)es revelador que tantas veces diga que “le parece incomprensible” esto o aquel aspecto de la legislación universitaria. El autor admite, implícitamente, que en relación con la historia de la UNAM y de sus normas, entiende muy poco.

2)Sin embargo, ante tanta incomprensión el legislador decide que es buena idea, en lugar de intentar comprender, reformar. ¿Por qué no? ¿Qué podría salir?

3)El ilustre Contreras Castillo hace un análisis de la historia de las legislaciones universitaria, claro está, desde su admitida incomprensión. Lamenta que las leyes orgánicas de 1929 y 1933 hayan sido sustituidas por la de 1945. Es un lamento basado en un solo argumento: antes la designación de los rectores era más democrática. Claro está, desde su incomprensión, el Diputado morenista omite hablarnos de los conflictos que estas leyes provocaron, del cierre de la universidad; tampoco nos habla de que con base en la Ley de 1933, la UNAM perdió su carácter de “nacional” ni del drástico recorte presupuestal; olvida también el hecho de que, durante los once años que estuvo vigente dicha ley, hubo 10 rectores. La inestabilidad fue el sello de esta desastrosa ley.

4)Tampoco, claro está, el legislador morenista nos habla de la violencia desatada en los procesos de designación de rector entre 1929 y 1944. Omite también que el dinero partidista contaminaba la vida universitaria en las “elecciones”. Claro está, para un legislador tan democrático, la UNAM debería ser una copia de la República. Aunque es evidente que una Universidad es algo distinto a un país. Si todo funcionara bien con base en la democracia, porque no democratizarlo todo. ¿Por qué no los usuarios del IMSS eligen a su director -como dice mi amigo Saúl Arellano-? Claro está, porque la democratización se da en otro momento y de otra forma. La democracia electoral y la democracia directa están presentes en toda nuestra vida pública, pero de maneras distintas, con matices distintos y en grados distintos. Simplemente, porque las instituciones tienen fines distintos.

5)Tampoco el distinguido legislador Contreras, nos habla del efecto de la Ley Orgánica de 1945: la estabilidad de la Universidad, un gran desarrollo de sus tres funciones principales (formación, difusión cultural e investigación), y su capacidad para resolver conflictos, tanto internos como externos.

6)El Diputado morenista intenta agitar las aguas de la UNAM. Quiere indignarnos porque un pequeño grupo decide quien es Rector. La verdad es que yo no me siento indignado, pues la Junta de Gobierno está compuesta por destacados profesores e investigadores, defensores de los valores, los intereses y la autonomía de la Universidad. Soy profesor desde hace 25 años de la Máxima Casa de Estudios, y no recuerdo, más que a una pequeña minoría lamentándose de la “paradoja” del modo de elección del Rector.

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Muy lejos estamos de ese 2003 cuando la Cámara de Diputados  dispuso inscribir con letras de oro, en el muro de honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, el nombre de Universidad Nacional Autónoma de México, ejemplar institución pública y máximo proyecto cultural del Estado Mexicano”.

A la ceremonia acudieron 481 de los 500 diputados. Los discursos fueron emotivos, respetuosos. Todas las facciones parlamentarias hablaron en un marco de reconocimiento a la UNAM y, sobre todo, civilidad. Del bello discurso del entonces Rector Juan Ramón de la Fuente, vale la pena citar:

Más allá de su cotidiano sentido creador en aulas y laboratorios, los principios y valores universitarios, los de la educación pública, laica y popular, han sido empleados exitosamente contra la acción de quienes, conociendo su significación básica y su poder, la han asediado cada vez que temen el adelanto en su misión.

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