La violencia criminal está imparable en nuestro país. En particular los asesinatos dolosos, producto del enfrentamiento entre los numerosos cárteles y organizaciones criminales que infestan a la nación. Según el bufete TResearch de Carlos Penna, al 6 de julio ya se habían alcanzado los 159,581 homicidios dolosos en lo que va de este sexenio presidencial. El día previo se perpetraron 63 asesinatos, 14 de ellos en el estado de Guanajuato. Estas cifras colocan a esta administración federal como la de peor desempeño en el rubro de la preservación de la vida de sus gobernados.
Escrito por: Luis Miguel Rionda
Hay que reconocer que en el plazo mediato hay un ligero avance si se analizan los promedios diarios de los homicidios dolosos: desde los 107 registrados en diciembre de 2019, hasta los 77 de junio pasado. El promedio general en el sexenio se ubica en los 95 muertos al día, lo que sigue siendo espeluznante.
Para colmo, los gobiernos se han convertido en expertos para esconder sus realidades locales, como afirma David Saucedo, especialista en seguridad pública: “Es una estrategia de maquillaje de cifras que operan las fiscalías estatales, que son las que nutren la métrica del Sistema Nacional de Seguridad Pública y que hacen pasar homicidios dolosos como si fueran culposos. Una ejecución la hacen pasar por un accidente de tránsito.” (Milenio León, 6/julio/2023: https://t.ly/7WQtj).
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Guanajuato ha acumulado 18,877 homicidios dolosos en lo que va del sexenio, el 11.8% del total nacional. Le sigue de lejos el Estado de México con 13,721 (8.6%), una entidad con 2.8 veces más población, y un mosaico social mucho más complejo. Además, mientras que entidades como Michoacán han descendido en un 41% su número de homicidios en el último año, Guanajuato sólo lo ha hecho en apenas 1%.
Estoy convencido de que el problema de la inseguridad pública debe ser asumido con un enfoque regional, que considere las especificidades del fenómeno en cada entorno social, económico y cultural, incluso a nivel de cada municipio. Por eso cuestiono la efectividad a nivel local de las grandes corporaciones que combaten el crimen. La Guardia Nacional, el Ejército, la Marina y la FGR tienen poco qué hacer ante los grupúsculos o los mini cárteles que asolan las poblaciones del país. Creo que ha sido un error debilitar financiera y tácticamente a las policías municipales y estatales, despareciendo los fondos federales que antes permitían profesionalizar a estas corporaciones locales. Algunas entidades del norte y centro del país han tratado de reforzar sus cuerpos de seguridad. Pero en el sur no ha sido así, y eso explica el renacimiento de los grupos de autodefensa, que luego se transforman en nuevos practicantes del crimen.
Las fuerzas policiacas locales podrían aportar información e inteligencia específica sobre las amenazas provinciales. Pero para eso necesitan apoyos sustantivos, tanto financieros como de capacitación y profesionalización. Pero el centralismo redivivo que se ha impuesto en este sexenio no parece comulgar con esta visión localista. Es la vieja desconfianza del centro hacia las periferias, al que le estorba el desarrollo regional.
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(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León, Departamento de Estudios Sociales. @riondal – FB.com/riondal – https://luismiguelrionda.academia.edu/
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