“Derecho y violencia son actualmente para nosotros una antinomia. Resulta fácil demostrar que el primero deriva de la segunda” Sigmund Freud
Al observar todo lo que sucede en esta sociedad contemporánea es inevitable dejar a un lado la inminente violencia presente en diversos escenarios. El conflicto se hace perentorio cuando el acuerdo no tiene cabida, y cuando la razón se torna unipersonal, egoísta y ejerce su propio poder, en ese momento estamos ante la guerra.
Por Andrea Rodríguez
El odio se manifiesta de la mano de miserables que abusan y asesinan a niños, de feminicidas, de homofóbicos, y de abusadores de todo aquel que pertenece a un grupo vulnerable en primera instancia. Sin embargo, en esta ciudad nadie está a salvo. Los violentos nos han robado la tranquilidad. Todos los días se mata a alguien por ejercer el poder.
El instinto de destrucción adherente al humano se ha minimizado porque se supone que el proceso de civilización ha contribuido al control de la pulsión de muerte. Sin embargo “control” supone reglas y contención, simplemente ejecución, sin la mediación de ningún proceso de conciencia.
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Pero la violencia está tan sesgada a la normalidad que es difícil notarla. El estado, violenta a la sociedad al mal informar sobre una crisis inminente. Todos los días se dicen mentiras, se descalifica, se omiten datos, se desafía la ética universal, hay una mofa continua a la inteligencia. Los gobernantes y legisladores hacen las veces de actores de un reality show. No asumen sus roles, no gobiernan y no presentan propuestas legislativas inteligentes, en sus manos está el destino de un país, no hacer bien su trabajo, es corrupción. En este sentido, la realidad que presentan es igual de violenta que la mentira.
Dos grandes pensadores del siglo XX Albert Einstein y Sigmund Freud en un intercambio epistolar reflexionaron acerca de la violencia, el instinto de destrucción, el conflicto de interés y el poder del estado, al preguntarse ¿Por qué la guerra?
Una posible respuesta es porque ese instinto de muerte se convierte en una pulsión destructora, debido a que se exterioriza la violencia, con ayuda de ciertos órganos, contra los objetos. El ser animado protege, por así decirlo, su propia existencia destruyendo el elemento extraño. Freud (1993)
El mismo padre del psicoanálisis, Sigmund Freud (1993) afirma que en la naturaleza las comarcas felices no existen, simplemente son mitología. En este sentido, y en términos de plenitud, el estado de bienestar no se logra porque la naturaleza destructiva del ser humano se impone. No obstante, si hay una oportunidad para la felicidad, se encuentra en todo lo que engendra lazos sentimentales entre los hombres, lo que debería ocasionar una reacción contra la guerra. La actividad de Eros[i] (Dios griego del amor) como generador de relaciones afectuosas y empáticas sería la única manera de continuar con la edificación de la sociedad humana.
Pero se encuentra difícil que estas relaciones de amor sean solidas cuando el país está convulsionado por tanta confusión fundada por el sistema político y social. Desde esta perspectiva el estado de bienestar tan mencionado por el ejecutivo se queda en un anhelo, en una promesa que difícilmente se cumplirá. No por mencionar muchas veces una mentira se convertirá en una verdad.
La gente no tendrá más recurso económico solo por el hecho de que el presidente lo mencione todas las mañanas. El discurso propagandístico de torna violento cuando promete una trasformación basada en el odio o la aniquilación del otro. En este sentido, los medios de comunicación, principalmente los informativos también entran en conflicto de interés y de manera antiética luchan por la audiencia.
El lenguaje audiovisual y el discurso que manejan en sus emisiones son cada vez más obscenos. El abuso de las historias de desgracia son parte de la editorial de los noticieros, quienes se reconocen como autoridad para informar de acuerdo con sus apegos económicos, al olvidar el compromiso moral con la ciudadanía.
Una ciudadanía que se encuentra ahogada en la pobreza, las desigualdades, la inseguridad la indiferencia de las instituciones, es un pueblo violentado en donde prevalece un estado de derecho inexistente.
Bibliografía
UNESCO. 1994. ¿Por qué la guerra? Cartas de Sigmund Freud a Albert Einstein. Recuperado de https://es.unesco.org/courier/marzo-1993/que-guerra-sigmund-freud-escribe-albert-einstein
[i] En la mitología griega, Eros era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. Recuperado de https://www.ecured.cu/Eros
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