La publicación de la más reciente encuesta del diario Reforma generó un intenso debate en torno a la pretendida inevitable victoria de Claudia Sheinbaum, y el supuesto cataclismo de la campaña de Xóchitl Gálvez.
Escrito por: Saúl Arellano
Ya en otros textos he sostenido lo que cualquier persona medianamente enterada en materia estadística sabe: las encuestas miden probabilidades de eventos, en un tiempo y lugar determinados. No son, ni de lejos, modelos de pronóstico. De ahí la tan trillada y llevada y traída frase relativa a que se trata de “fotografías instantáneas” respecto de un estado de la opinión pública sobre uno o varios tópicos.
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Predecir un resultado electoral, tomando como base sólo una encuesta es tanto un despropósito como un acto de ignorancia absoluta. Y esto es relevante para cualquier democracia contemporánea, porque las encuestas constituyen una herramienta de vital importancia para promover más transparencia, objetividad y, sobre todo, garantía de imparcialidad de los resultados. Es decir, en una democracia funcional, las encuestadoras son parte esencial del entramado institucional pues deberían contribuir a evitar fraudes y “resultados inesperados”, por su total incongruencia con los ejercicios demoscópicos, que podrían poner en tensión la legitimidad de las elecciones.
El problema que se enfrenta en nuestro país es que las casas encuestadoras llevan varios procesos electorales cometiendo yerros gigantescos. El ejemplo más reciente es lo ocurrido en el Estado de México, en el que la inmensa mayoría de las empresas dedicadas a la venta de servicios de análisis y medición de la opinión pública fallaron de manera importante.
En México, Oraculus (www.oraculus.mx) es uno de los sitios que da seguimiento puntual a los ejercicios demoscópicos que se desarrollan en los procesos electorales tanto locales como federales. De manera puntual también, Ricardo de la Peña, director de Investigaciones Sociales Aplicadas (ISA), ha construido un análisis sistemático publicado en México Social (www.mexicosocial.org) sobre las estimaciones de encuestas sobre preferencias electorales en la disputa por la presidencia de la República.
Por razones de espacio y por la sencillez del cálculo, seguiré en esta ocasión el seguimiento que hace Oraculus sobre las preferencias que hay a favor de las y el candidato presidencial.
En primer lugar, si se toman en cuenta las encuestas publicadas desde el mes de enero y hasta el 20 de marzo del 2024, las preferencias son abrumadoramente mayoritariamente a favor de Claudia Sheinbaum, con un promedio de 62.6% de preferencia efectiva. Le sigue en una lejana posición Xóchitl Gálvez, con un promedio de 32.1%, y en un aún más lejano tercer lugar, Movimiento Ciudadano que, hasta ahora, tiene como candidato a Jorge Álvarez Máynez.
Ahora bien, uno de los temas relevantes al dar seguimiento a las encuestas es encontrar o determinar tendencias. En ese sentido, vale la pena desagregar los datos para los tres meses que ya casi han transcurrido en este año. Así, en enero, el promedio de preferencias para Sheinbaum fue de 63.9%; para Gálvez fue de 30.7% y para MC un 5.2%
Para el mes de febrero, el promedio para Sheinbaum fue de 62.2%; para Gálvez fue de 32.7% y para MC, de 5%. Un ejercicio interesante es que, si entre las 13 encuestas que considera Oraculus en febrero, se elimina la de Demotecnia, que tiene un valor extremo de 80 puntos de preferencia a favor de Sheinbaum, el promedio es de 60.7%, el cual sin dejar de ser una amplia ventaja, parece una cifra mucho más realista, dados los resultados promedio de las otras casas encuestadoras.
Finalmente, hasta el 20 de marzo, con sólo tres encuestas computadas por Oraculus, los promedios son: 59.3% para Sheinbaum, 35% para Gálvez y 6% para Álvarez.
Si se toma una media de un margen de error de más o menos tres por ciento, entonces se puede afirmar que sí hay un cambio estadísticamente significativo en lo que muestran las encuestas en lo que respecta a las preferencias detectadas pues el cambio es de más 4.7 puntos porcentuales para Gálvez y de menos 4.6 puntos porcentuales para Sheinbaum. MC se mantiene sin cambios estadísticamente significativos.
Ahora bien, a pesar de lo anterior, los cambios no tienen la celeridad que se requeriría para que se diera una “voltereta electoral”, esto considerando siempre que las encuestadoras están haciendo bien su trabajo. Y ahí está el quid del asunto, porque varios de los directores de esas empresas se han escudado diciendo que no importa tanto que se falle por varios puntos porcentuales, si el resultado coincide con quien gana la elección. Eso es solo parcialmente cierto, porque no se puede decir que se hizo un buen trabajo, con una encuesta que da una ventaja de 20 puntos, cuando el resultado en realidad es de cinco u ocho puntos de ventaja a favor de la o el ganador.
Estamos a prácticamente 10 semanas de la fecha de la elección; por lo que seguramente las y el candidato habrán de poner en marcha todos los recursos y fuerza de que disponen para ganar la preferencia del electorado. Esto sin contar la posible influencia perniciosa de factores reales de poder, entre los que destaca, por su peligro y amenaza al Estado de derecho, el crimen organizado, pues ya se ha documentado que en elecciones locales ha sido un factor determinante en los resultados finales.
Vendrán más mediciones en las siguientes semanas; y con ellas no sólo se juegan su prestigio las empresas de estudios demoscópicos, sino que podría estar en entredicho la propia credibilidad de nuestra democracia y su sistema electoral.
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Investigador del PUED-UNAM
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