Si hay un grupo de población para el que la actual administración carece de claridad y rumbo en sus políticas públicas, es el de las niñas, niños y adolescentes. Los datos en todos los rubros muestran que el gobierno actual decidió abandonar a la niñez mexicana como grupo prioritario de atención; y que, derivado de ese olvido, las consecuencias pueden ser muy graves para su presente y posibilidades de desarrollo futuro. En ese escenario, uno de los temas más complejos y en los que no hay información apropiada es el de “las otras vacunas”.
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Es cierto que la pandemia de la COVID-19 obligó a la reconversión de varias estrategias y programas en el sector salud; pero lo es también que el mandato del Artículo 4º Constitucional obliga al Estado mexicano a garantizar el principio del interés superior de la niñez, en todas las esferas y rubros de sus vidas, lo que implica, por ejemplo, el goce y disfrute del máximo nivel de salud posible.
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De acuerdo con los datos del III Informe de Gobierno del Poder Ejecutivo Federal, la cobertura en el esquema completo de vacunación a niñas y niños menores de un año ha tenido disminuciones sensibles desde el 2015, año en que se llegó al nivel más alto, con un 97.2% de cobertura de las niñas y niños en el rango de esas señalado. Según los datos oficiales, en el 2016 la cobertura se redujo a 89.7%; en el 2017 a 85%; en el 2018 creció ligeramente a 88.9%; pero en el 2019 se redujo a solo 79.7%, mientras que en el 2020 se llegó al nivel más bajo en las últimas dos décadas con sólo 74.65% de cobertura reportada en el informe presidencial.
En el informe país de México ante la Organización Panamericana de La Salud, en materia de cobertura de vacunación, se desglosan las coberturas por tipo de vacuna; y en ese documento, los datos son aún más preocupantes. Por ejemplo, en lo relativo a la vacuna para la prevención de la Tuberculosis (BCG), el informe señala que en el 2016 la cobertura fue del 100%; en el 2017 bajó a 94%; en 2018 se recuperó ligeramente a 96%; pero en el 2019 el indicador tuvo una drástica reducción a únicamente 76%; mientras que en el 2020 la situación se agudizó aún más llegando a únicamente 33% de cobertura.
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Por su parte, la vacuna para prevenir la Difteria, el Tétanos y la Tos Ferina (DTP3), la disminución para los años señalados es menor, pero aún así, preocupante: 93% en 2016; 85% en 2017; 88% en el 2018; 82% en 2019 y; 86% en el 2020.
En lo que respecta a la vacuna Neumocócica conjugada (PCV13), las coberturas han sido de 92% en 2016; 91% en 2017; 88% en 2018; 82% en 2019; y 86% en el 2020.
Preocupa pues que, en el esquema del cuadro nacional de vacunación, sólo en el caso de la vacuna para prevenir el rotavirus, ha habido reportes de incremento en las coberturas de vacunación; con el añadido de que hay varios biológicos para los cuales la Secretaría de Salud reconoció desabasto en 2019 ante la Organización Panamericana de la Salud; como es el caso de la BCG; la DTP; la vacuna contra la Hepatitis B; la vacuna contra el sarampión; la Tdap y la TT.
De esta forma, y regresando a los datos del III Informe de Gobierno del Ejecutivo Federal, en 2019 la cobertura de vacunación con esquema completo en menores de 1 año fue de sólo el 80.5%; en 2020 cayó a 64.5%; mientras que la estimación preliminar para el 2021 es de únicamente el 50.9%.
Una tendencia a la baja similar se encuentra en la cobertura universal y de esquema de vacunación completo para las niñas y niños de 1 año de edad; pues en el 2018 el indicador fue de 88.9%; en el 2019 se redujo casi 10 puntos porcentuales al ubicarse en 79.7%; en el 2020 una nueva reducción a 74.6%; mientras que el dato preliminar de 2021 se ubicaba en sólo el 57.8%.
De acuerdo con el propio Informe, hasta el mes de junio de 2021 se había alcanzado una cobertura de únicamente de 13% de esquema completo de vacunación en niñas y niños de un año; por lo que incluso la proyección del 57% señalado arriba parece que podría no lograrse.
En ese sentido, es importante subrayar que las asimetrías entre estados son muy grandes. Por ejemplo, mientras que, en Aguascalientes, en el año 2020 se alcanzó el 93.6% de cobertura de esquema completo de vacunación, en Baja California, una entidad con enormes recursos, el porcentaje fue de sólo 58.3%.
Igualmente contrastan Chiapas y Chihuahua, entidades donde habita una gran proporción de las niñas y niños más pobres de México. Así, mientras que en el primero de ellos la cobertura en 2020 fue de 72.9%; en Chihuahua fue de 51.9%. ¿Cómo explicar que en Chiapas se logró esa cobertura, y que en Chihuahua apenas se superó a la mitad de las niñas y niños susceptibles de ser vacunados? Aún con ello, Chiapas aparece, de manera preocupante en 2021, con el indicador más bajo de cobertura preliminar, con únicamente el 9.8%
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Es importante abrir la discusión sobre este tema, y exigir el pleno cumplimiento de los principios constitucionales en materia de derechos humanos, en particular, el de la progresividad de los derechos y de la no regresión en ellos; es decir, nada puede justificar que se esté poniendo en riesgo a la niñez mexicana, en sus oportunidades de acceso a la salud y, con ello, a un proyecto de vida en plenas condiciones de dignidad.
El Sector Salud debe explicar si se ha resuelto del desabasto reportado a la OPS; debe actualizar los indicadores y en la urgencia que implica, revertir la falta de coberturas y proteger hasta el máximo posible a las niñas y niños ante la posibilidad de contraer enfermedades que son perfectamente prevenibles por vacunación.
De acuerdo con el Boletín Epidemiológico de la Semana 52 del 2021, el año pasado se registraron 1,405 casos de sarampión; 16,008 casos de tuberculosis respiratoria; entre 2020 y 2021 se incrementaron los casos de tétanos; crecieron notablemente los casos de Hepatitis Vírica, tipo B; y se incrementaron significativamente los casos detectados de infección por Virus del Papiloma Humano.
Lo que debe comprenderse es que se trata de la salud de la niñez; y que continuar fallando en su vacunación, puede condenarlos a sufrir enfermedades que no debieran parecer; así como secuelas que pueden durar y limitar sus oportunidades a lo largo de la vida.
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