Escrito por 3:00 am Arte, Desigualdades, educación, En Portada, Igualdad de género, Mónica Muñoz • Un Comentario

Las publicaciones de mujeres en el siglo XIX

Hacer historia, a fin de cuentas, significa articular un discurso que produzca inteligibilidad sobre el tiempo y las huellas de un pasado del cual queremos apoderarnos en función de las expectativas que cargamos desde nuestro presente (Jaiven, 2015). Sin duda, durante mucho tiempo, las mujeres quedaron abandonadas en la sombra de la historia. Poco a poco fueron emergiendo de esa sombra, pero fue sobre todo gracias al movimiento de las mujeres el que las ha llevado al escenario de la historia, con ciertos interrogantes acerca de su pasado y de su futuro.

Escribe: Mónica Muñoz

De este modo, si reflexionamos sobre el escenario del siglo XIX en México, por supuesto que hubo mujeres ilustradas. Sin embargo, se necesitaba tener solvencia económica para poder tener cultura, el acceso a libros y a una mejor educación. O sea, tener fortuna o pertenecer a una familia acomodada era prácticamente un requisito para ingresar a la élite del conocimiento, y aun así muy pocas lo lograban. Mientras que los hombres conseguían oportunidades de manera mucho más fácil. Tan sólo para que las mujeres pudieran emanciparse y dedicarse a la docencia, fue algo muy difícil antes del Porfiriato. No obstante, el magisterio fue también refugio de mujeres empobrecidas, pues no todas las maestras fueron cultas. Sin embargo, también hubo mujeres que, si fueron cultas que vivieron de su talento, aunque para ese tema es importante reflexionar sobre si eran solteras, casadas o viudas. La libertad legal no garantizaba el nivel educativo de las empresarias, prestamistas, hacendadas o herederas.

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Lo femenino en el escenario periodístico

Elvira Hernández Carballido, periodista, catedrática e investigadora mexicana, nos cuenta que de 1873 a 1889 las mujeres mexicanas empezaron a fundar sus propias publicaciones periodísticas, a insertar en sus páginas artículos y columnas, a construir sus realidades, a hacerse visibles en su sociedad, a argumentar sobre su propia condición femenina y a integrarse al periodismo. Ellas tuvieron la certeza de que la prensa ya formaba parte de su vida. Menciona cuatro publicaciones representativas del siglo XIX como fueron: Las Hijas del Anáhuac, El álbum de la mujer, El correo de las señoras y Violetas del Anáhuac (Carballido, 2015).

Hay que tener en cuenta que el estilo del periodismo del siglo XIX era de opinión, con textos argumentativos. Algunas veces se escribía a favor de la dictadura porfiriana y otras veces, en cambio, se arriesgaban a escribir bajo una manera crítica y de denuncia. Elvira Carballido nos comenta de la implicación de mujeres en las publicaciones especializadas. La información periodística se considera especializada cuando se propone profundizar en la información mediante un tratamiento específico, esto es, en función del tema que aborda. Justo fue en esa área en la que las mujeres aprovecharon la oportunidad de integrarse al periodismo. Las primeras publicaciones que se preocuparon por atraer al público femenino fueron las especializadas en literatura. Fue así como “El águila mexicana” (1826), “Almanaque de las señoritas” (1825) y “El Iris” (1826) insertaron en sus páginas secciones para mujeres. (Carballido, 2015)

Poco después surgen también publicaciones exclusivas para mujeres, pero hechas por hombres. Ellos escribían, traducían y publicaban lo que consideraban apropiado para ellas. Ejemplos de ello son: “El calendario de las señoritas mexicanas” de 1838, “Panorama de las señoritas” en 1842; “Presente amistoso dedicado a las señoritas mexicanas”, primero en 1847 y después entre 1851 y 1852, allí Ignacio Cumplido dio a conocer su opinión sobre la condición femenina: “Las mujeres, más débiles que nosotros en el orden de la naturaleza y en el de la sociedad, son inclinadas por el instinto mismo de su debilidad, a elegir de preferencia para objeto de su principal afecto y cariño, a un ser más fuerte que ella, que pueda sostenerlas, protegerlas y defenderlas”. En general todas estas publicaciones abogaban y correlacionaban su contenido con la vida doméstica, reafirmando que el rol de las mujeres únicamente podía desempeñarse en la vida privada.

Un caso especial fue la revista “El Búcaro” en la que su fundador Miguel Acuña, nombra como directora a la poeta Ángela Lozano. Y ese sería el punto de partida, pues comenzaron a surgir publicaciones periodísticas de verdadera trascendencia, dirigidas por señoras, donde escribían crónicas, cuestiones históricas, literarias y científicas. Ejemplos de esto lo tenemos en “Las Hijas del Anáhuac” (1873), “El álbum de la mujer” (1883-1890), “El correo de las señoras” (1883-1894) y “Violetas del Anáhuac” (1887-1889).

La Escuela de Artes y Oficios para Mujeres

La Escuela de Artes y Oficios para Mujeres (EAOM) fue el escenario, el pretexto y la razón para que un grupo femenino decidiera crear su propia publicación periodística. Fundada durante la presidencia de Benito Juárez el 16 de noviembre de 1871 por el secretario de Gobernación José María del Castillo Velasco, fue parte de la Secretaría de Gobernación y su financiamiento provenía de los fondos de la Lotería Nacional Mexicana. Su objetivo principal era formar a la mujer como un agente productivo para la nación en términos económicos, y morales, como educadora de cuerpos sanos para el progreso del país. Allí se crea un periódico de cuatro páginas en el que la redactora en jefe fue la profesora Concepción García y Ontiveros. El primer número apareció el 19 de octubre de 1873 y dejó de circular el 18 de enero de 1874. Todas las colaboradoras firmaron con seudónimo y optaron por usar nombres de mujeres de la época prehispánica.

Las Hijas del Anáhuac

Durante su corta existencia, allí se publicaron notas que se referían a consejos caseros o de belleza, poemas y narraciones; así como composiciones poéticas, cartelera teatral, y en la sección “Gacetilla” se presentaban notas en donde comentaban las opiniones de otros periódicos sobre el nacimiento del semanario. Con sus altas y bajas, las fundadoras manifestaron la firme convicción de que la mujer podía ya dar a conocer públicamente sus ideas, sin temor a la crítica o al rechazo. Se inaugura la etapa del feminismo en México. Aunque invitaban a instruirse sin dejar la “misión sublime” refiriéndose a sus labores domésticas. Desapareció sin aviso, destacando el papel de la mujer a incursionar en el periodismo nacional, un extracto de sus últimos artículos expresó esto: “Tal vez dentro de algún tiempo, habrán otras jóvenes que siguiendo nuestro ejemplo, se lancen al difícil camino del periodismo, afrontando todas las espinas que en él se encuentra”.

El álbum de la mujer

Concepción Gimeno de Flaquer fundó y dirigió “El álbum de la mujer” en 1883, semanario que circuló durante siete años. Sus contenidos presentaron crónicas de la vida social en el Porfiriato y los eventos artísticos más importantes de México en el siglo XIX. Allí tenía cabida la moda y el teatro. Publicó la mejor poesía de la época e informaba sobre los acontecimientos noticiosos nacionales e internacionales. El semanario siempre estuvo ilustrado con bellas litografías. También, por medio de cartas, aconsejaba a sus lectoras sobre la finalidad de preservar una buena salud, y daba sugerencias para que se transformaran en esposas perfectas, madres eficientes, así como buenas amas de casa (Carballido, 2015). Allí, Concepción Gimeno escribió artículos diferenciando a la mujer de acuerdo con sus virtudes o defectos, físicos o morales.

Gimeno detalló la manera de ser de las mexicanas presentándolas como criaturas perfectas, como amas de casa espléndidas y madres impecables; recalcando en ellas el amor maternal y la absoluta dedicación a su familia. Asimismo, trató principalmente de que, por medio de sus argumentos, la sociedad reconociera y comprendiera las facultades intelectuales femeninas: “El hombre quiere débil a la mujer para hacerla su juguete, para explotar su debilidad, permítaseme esta frase escapada de mi indignación y que repugna mi delicadeza, frase que no borro por no encontrar otra más gráfica para lo que quiero expresar”.

Otras publicaciones

El correo de las señoras” por José Adrián M. Rico en 1883, y continuando con Mariana Jiménez su viuda. Allí se discutían aspectos relacionados con la educación femenina o la moral y también ofrecían una visión muy particular sobre los sentimientos que motivaban a la mujer a actuar de determinada forma, también proporcionaban consejos útiles a las señoras para el quehacer de su hogar, y cada semana tenían una columna denominada “Educación de la mujer” en el que se presentaban dos puntos de vista: los que apoyaban y consideraban la educación femenina como medio necesario para ser buena esposa y madre, y por el otro, los que estaban a favor de la instrucción y superación femenina criticando lo que se daba en la sociedad. Durante una década “El correo de las señoras” justificó la convicción de que la educación femenina sólo debía abarcar el campo doméstico, su único papel era ser buena esposa y madre.

Violetas del Anáhuac” surge en 1887 dirigido por Laureana Wright de Kleinhans y posteriormente por Mateana Murguía de Aveleyra en 1889. Este periódico daba a conocer recetas de cocina, consejos de belleza, y crónicas de sociales y moda. Y una gran cantidad de sus artículos comentaban la condición femenina, unos apelando a la mujer como buena esposa y madre y otros que consideraban necesaria la educación de la mujer. Su fundadora Laureana Wright de Kleinhans afirmó que uno de sus mayores intereses al escribir en el semanario era dar a conocer la vida de aquellas mujeres de nuestro país “notables por su ilustración, por sus adelantos o por sus cualidades morales”.

Destaca un artículo titulado “El profesorado en México” de Mateana Murguía de Aveleyra, en el que se plantea la grave situación de las mujeres que decidían ser maestras y vivir de su profesión, comentando como resultaba imposible que una familia completa consiguiera sostenerse con decoro ante tan escasos recursos. “Violetas del Anáhuac” es un antecedente del feminismo en México pues como recalcó una de sus fundadoras al decir: “Venimos al estadio de la prensa a llenar una necesidad: la de instruirnos y propagar la fe que nos inspiran las ciencias y las artes. La mujer contemporánea quiere abandonar para siempre el limbo de la ignorancia y con las alas levantadas desea llegar a las regiones de la luz y la verdad”.

Reflexiones finales

En estos semanarios femeninos podemos apreciar como las escritoras mexicanas comenzaron a integrarse en el campo del periodismo nacional. También, podemos ver los escenarios en los que a través de diversos géneros ellas van tomando la palabra, dando sus aportaciones, reflexiones, escritos y críticas sociales. En primera instancia, como bien nos dice Elvira Hernández Carballido, las escritoras dieron a conocer sus deseos, problemas, goces y anhelos en diferentes campos y situaciones, para después externar su visión del mundo en general.

El camino no ha sido fácil. No lo fue antes, y no la ha sido ahora. Sin duda es interesante conocer cuáles fueron las implicaciones de aquellas mujeres del siglo XIX por ir teniendo espacios para tener voz y expresar sus ideas. Reflexionemos también en la situación actual del periodismo para las mujeres. De hecho, tanto para hombres o mujeres, por tercer año consecutivo, de todos los países del Mundo, México ocupa el deshonroso primer lugar de mayor letalidad para los periodistas. Y para las mujeres las agresiones en su contra se multiplican, las mexicanas viven una realidad en la que se ejerce violencia de forma cotidiana.

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