por Sonia Hernández
La nutrición adecuada es la base fundamental para la salud. Una buena alimentación desde el inicio de la vida –incluyendo la etapa prenatal, es decir antes de nacer, y durante los dos primeros años de vida– determina el futuro de la salud y desarrollo de un individuo, y por ende de una nación
Es durante esta etapa, conocida como los primeros 1,000 días de vida, en la que el cerebro y el cuerpo del niño se desarrollan más rápidamente, y una alimentación correcta es esencial para promover un crecimiento y desarrollo adecuado, así como un futuro saludable y productivo.
Si los niños no reciben una alimentación correcta en esta etapa el daño es irreversible. Las consecuencias inmediatas de la desnutrición durante los primeros 1,000 días incluyen un mayor riesgo de enfermar y morir y un desarrollo mental y motor retrasado. Las consecuencias a largo plazo están relacionadas con un menor rendimiento intelectual, capacidad de trabajo, riesgo reproductivo (en el caso de las mujeres) y salud general en etapas posteriores de la vida (I, II).
La lactancia materna, de forma exclusiva hasta los seis meses de edad y posteriormente de forma complementaria hasta dos años de vida, es la recomendación actual para lograr una alimentación correcta en los niños menores de dos años (III). La evidencia científica disponible sobre los beneficios de la lactancia materna tanto para el bebé como la madre es contundente. Este artículo se enfocará en los beneficios de la lactancia materna en crecimiento y desarrollo del bebé durante el primer año de vida.
1. Diferencias en crecimiento y desarrollo
Ganancia de peso y talla
Las diferencias en el crecimiento de los niños alimentados al seno materno en relación con aquellos alimentados con fórmula se hicieron evidentes en diversos estudios en los que se documentaban las diferencias entre el crecimiento de niños sanos alimentados con leche materna y aquel descrito en las referencias internacionales del crecimiento (IV, V). Estos estudios motivaron el diseño de nuevos estándares internacionales de crecimiento utilizados actualmente a nivel mundial.
Las diferencias en el crecimiento de los niños amamantados pueden encontrarse desde la primera semana de nacimiento. Sin importar el tipo de alimentación (con leche materna o con fórmula), todos los niños recién nacidos pierden peso durante los primeros días de vida (debido principalmente a pérdida de agua y expulsión de meconio), recuperándolo poco a poco a partir del quinto día después del nacimiento (VI).
Los niños alimentados al seno materno de forma exclusiva (es decir, que solo reciben leche materna, sin ningún otro alimento ni bebida, ni siquiera agua) pierden más peso en los primeros días después de su nacimiento, comparado con aquellos que son alimentados con fórmula (VII). Esta mayor pérdida de peso es de esperarse, ya que el establecimiento de la producción de leche materna ocurre entre el segundo y el tercer día después de iniciada la lactancia materna, la cual, idealmente, debe iniciar en la primera hora de vida del bebé.
Una vez que la producción de leche se establece, la ganancia de peso entre los niños alimentados con leche materna y aquellos alimentados con fórmula es muy similar durante las primeras seis semanas de vida. A partir de entonces, los patrones de crecimiento son diferentes, alcanzando a los 12 meses de edad una diferencia en peso de entre 400 y 600 gramos, siendo mayor el peso en los niños alimentados con fórmula (II, VIII).
La diferencia en ganancia de talla (longitud) o crecimiento lineal ha sido menos clara (IX). Algunos estudios han identificado un menor crecimiento en longitud en niños alimentados al seno (V) comparados con aquellos alimentados con fórmula, mientras otros no han encontrado diferencia en talla a los 12 meses por el tipo de alimentación (VI), sugiriendo que los niños alimentados al seno materno son más delgados (en relación del peso con la longitud alcanzada) a los 12 meses de edad.
Composición corporal
A grandes rasgos, la composición corporal se refiere al porcentaje de masa magra (masa libre de grasa, es decir, todo aquello que no es grasa, como músculos, huesos, órganos, nervios) y de masa grasa (tejido adiposo) en relación con el peso corporal total. El efecto de la composición corporal en la salud es bien conocido; se sabe que a mayor masa grasa corporal en la etapa adulta, mayor riesgo de enfermedades crónicas.
Existen diversos estudios explorando el efecto del tipo de alimentación durante el primer año de vida en la composición corporal del bebé. La gran mayoría de ellos han encontrado diferencia en composición corporal de acuerdo con el tipo de alimentación, mostrando que comparando con los niños alimentados con fórmula, los niños alimentados al seno materno tienen menor masa magra en el primer año de vida.
En cuanto a la masa grasa, el cambio durante los primeros 12 meses de vida varía a lo largo del tiempo. Los diferentes estudios indican que hasta los seis meses los niños alimentados al seno materno tienen una mayor masa grasa. Después de los seis meses, esta diferencia se diluye (X), mostrando hasta antes del primer año de vida una tendencia a invertirse, es decir, a los 12 meses de edad, los niños alimentados con fórmula tienen una mayor masa grasa (XI).
Existen varias posibles explicaciones de las diferencias en patrones de crecimiento y composición corporal antes descritas. Las explicaciones de origen biológico se relacionan con la diferencia en la composición de la leche materna y la fórmula láctea. El mayor contenido de proteína en la fórmula puede estimular un crecimiento acelerado en los niños.
Otra posible explicación es la res-puesta metabólica que se ha encontrado en los niños alimentados con fórmula, en los cuales se han identificado mayor concentración de insulina (hormona que favorece la utilización de glucosa, la síntesis de ácidos grasos y masa grasa en el cuerpo), comparados con los niños alimentados al seno materno (V). En cuanto a la diferencia en la composición corporal, la cual, como se mencionó antes, consiste en una mayor masa grasa y menos masa magra en niños alimentados al seno (lo que se ha encontrado en otras especies de mamíferos), puede representar un mecanismo de evolución para proteger al bebé amamantado durante la transición a la alimentación complementaria, que usualmente tienen menor calidad que la leche materna (XI).
Por otro lado, existen hipótesis de que la diferencia encontrada en los patrones de crecimiento entre los niños amamantados y aquellos alimentados con fórmula se debe más a la forma en que se alimenta a los niños. Los niños amamantados al seno autorregulan su consumo de leche, al separarse del seno una vez que se sienten satisfechos. En los niños alimentados con fórmula, la persona que los alimenta por lo regular no reconoce los signos de saciedad en los niños, e insiste en que el bebé termine la botella (VIII). Lo anterior a largo plazo puede resultar en una mejor identificación de los signos de saciedad entre aquellos niños que son alimentados al seno materno.
Desarrollo cognitivo
Existe evidencia contundente sobre el beneficio de la lactancia materna exclusiva y prolongada en desarrollo cognitivo y aprendizaje durante la niñez (que incluye procesos de aprendizaje; memoria; atención; el lenguaje; percepción; la solución de problemas o inteligencia; y la planificación) (XII, XIII). Se ha encontrado que niños que son amamantados tienen un mayor coeficiente intelectual (CI), el cual ha sido utilizado como un indicador de inteligencia, y que el efecto persiste durante la niñez y la etapa adulta (VIII).
Adicionalmente, se reporta consistentemente sobre el efecto dosis-respuesta de la lactancia materna y desarrollo cognitivo, es decir, a mayor duración de la lactancia materna, mayor CI (VIII). Este mayor desarrollo cognitivo persiste después de considerar otras características que pueden influir en el efecto de la lactancia materna en el mismo, como por ejemplo, educación de la madre (se ha identificado que las mujeres con mayor educación amamantan más y por más tiempo a sus hijos); nivel socioeconómico (de igual forma, a mayor nivel socioeconómico mayor lactancia materna); o inteligencia de la madre (VII, VIII).
Existen varios posibles mecanismos por los cuales la lactancia materna exclusiva favorece un mayor desarrollo cognitivo. Uno de ellos es el contenido de ácidos grasos poli-insaturados de cadena larga contenidos en la leche materna, mismos que no se encuentran de forma natural en las fórmulas lácteas, sobre todo en aquellas fórmulas fabricadas antes de 1990. Las membranas celulares del sistema nervioso central contienen ácidos grasos poli-insaturados de cadena larga, particularmente ácido docosahexaeconoico (DHA por sus siglas en inglés) de la serie omega-3. Durante el desarrollo del sistema nervioso central, que ocurre durante la etapa prenatal y los dos primeros años de vida, es cuando más de acumula DHA. Posiblemente los niños alimentados con fórmula que no reciben suficiente DHA, no alcanzan los mismos niveles, comparado con los niños alimentados al seno, y estos diferentes niveles de DHA pueden explicar el mayor desarrollo intelectual de los niños que reciben leche materna (VII, VIII).
2. Implicaciones en salud a corto y largo plazo
En el corto plazo, la evidencia indica que no existe ningún efecto adverso de estos patrones de crecimiento en niños alimentados al seno materno, ya que no existe diferencia alguna en la actividad del bebé; aquellos alimentados con leche materna tienen un menor riesgo de enfermedades y existe evidencia que tienen un mayor desarrollo cognitivo (VI).
En el largo plazo, existe evidencia que sugiere que la lactancia materna exclusiva y prolongada, de acuerdo con la recomendación actual antes mencionada, está asociada con un menor riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad, así como enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida (XIV), sugiriendo que las diferencias en crecimiento entre las diferentes formas de alimentación (lactancia materna exclusiva vs alimentación con fórmula u otros tipos de leche) encontrada en los primeros meses de vida pueda “programar” el control del apetito, aumento en la síntesis de adipocitos (células grasas) o metabolismo energético en etapas posteriores de la vida (XV, XVI)). El aparente cambio en la composición corporal después del año de edad en niños alimentados con fórmula (mayor masa grasa a los 12 meses de edad) puede apoyar la hipótesis del “efecto de programación de la alimentación temprana” en el metabolismo y su relación con riesgo de obesidad y enfermedades crónicas en etapas posteriores.
En resumen: Los patrones de crecimiento de los niños alimentados al seno son diferentes a aquellos alimentados con fórmula, teniendo estos últimos un crecimiento acelerado y un mayor porcentaje de grasa durante el primer año de vida. Por otro lado, existe evidencia contundente que los niños amamantados tienen un mayor desarrollo cognitivo, aunque aún se requiere más investigación al respecto, la evidencia disponible hasta ahora sugiere que la lactancia materna y los patrones de crecimiento que presentan los niños alimentados al seno materno pueden proporcionar un efecto protector para desarrollar obesidad y enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida.
Referencias:
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II. Martorell R, Melgar P, Maluccio JA, Stein AD; Rivera RA.The Nutrition Intervention Improved Adult Human Capital and Economic Productivity.J. Nutr; 210, 140: 411–414
III. OPS/OMS. Principios de Orientación para la Alimentación Complementaria del Niño Amamantado. Washington DC. 2003
IV. Dewey KG;Heinig J;Nommsen LA;Peerson JM;Lönnerdal B. Breast-fed infants are leaner than formula-fed infants at 1 yof age: the DARLING study.AmJClinNutr 1993;57: 140-5
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XII. Kramer MS; Aboud F; Mironova E; VanilovichI; Platt R; Matush L, Igumnov S; Fombonne E, Bogdanovich N, Ducruet T, Collet J-P, Chalmers B; Hodnett E; Davidovsky; Skugarevsky O; Trofimovich O; Kozlova L; Shapiro S; for the Promotion of Breastfeeding Intervention Trial (PROBIT) Study Group. Breastfeeding and Child Cognitive Development. New Evidence From a Large Randomized Trial Arch Gen Psychiatry. 2008;65(5):578-584
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XIV. Giannì ML, Roggero P, Orsi A, Piemontese P, Garbarino F, Bracco B, Garavaglia E, Agosti M, and Mosca F. Body Composition Changes in the First 6 Months of Life According to Method of Feeding. Journal of Human Lactation. 214, Vol. 30(2) 148–155)
XV. Kramer M, Guo T, Platt R, Vanilovich I, Sevkovskaya Z, Dzikovich I, Michaelsen K, Dewey K, for the Promotion of Breastfeeding Intervention Trial Study Group. Feeding effect on growth during infancy. The Journal of Pediatrics; 2004; 145:600-605
XVI. Hassioto F; Geddes D. Programming of Appetite Control during Breastfeeding as a Preventative Strategy against the Obesity.J Hum Lact, 2014. 30:136
Sonia Hernández Investigadora del Centro de Investigaciones en Nutrición y Salud, Instituto Nacional de Salud Pública. |