En la mayoría de los análisis en torno a la violencia en nuestro país, se pone el énfasis, casi exclusivamente, en el dato de los homicidios intencionales. Sin duda alguna es imprescindible su consideración; sin embargo, hay otros datos, como el relativo a las lesiones intencionales o dolosas, que permiten dimensionar otras formas de violencia, más allá de la que ejerce el crimen organizado.
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En efecto, de acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el año 2021 se llegó a la cifra récord de víctimas de lesiones intencionales, con 170,470 personas que sufrieron algún daño físico por la agresión de otra u otras personas que se los infligieron. La cifra es 5.5% superior a la registrada en el año 2020, y prácticamente igual a la registrada en el año 2019.
Récord en lesiones dolosas
En el 2019 se tuvo el récord de personas lesionadas por dispar de arma de fuego, con 12,302 víctimas; en el 2020 hubo 10,456; mientras que en el 2021 la cifra fue de 10,100 víctimas. Como se observa, en ese rubro hay una disminución relevante; sin embargo, no ocurre así con las personas lesionadas con arma blanca, pues en el 2019 hubo 11,396 víctimas de este tipo de agresiones; en el 2020 el número descendió a 10,496; mientras que el año 2021 cerró con un registro de 11,226 víctimas, cifra que es estadísticamente similar a la del 2019.
El mayor número de personas lesionadas lo es “por otro elemento”; de ellas, en el 2019 se tuvo un registro de 127,391 víctimas; en 2020, un total de 122,712; mientras que en el 2021 se llegó al récord de 131,116. La cifra señalada para el 2021 implica un promedio de 359 víctimas por día; es decir, prácticamente quince cada hora o bien, una cada cuatro minutos.
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Más allá de este dato, un análisis relevante que está pendiente por llevar a cabo es el relativo a las secuelas, físicas y psicológicas de esas lesiones, porque más allá de la clasificación que se hace en el Código Penal, respecto del tiempo que tardan en sanar, no se tiene mayor información las consecuencias y secuelas de mediano y largo plazo.
Las lesiones y su impacto
¿Cuántas de estas lesiones se generan en los contextos familiares o de relaciones de pareja? ¿Cuántas tienen qué ver con asaltos o robos en vía pública? ¿Cuántas de ellas tienen qué ver con pleitos y conflictos en las calles? ¿Cuántas por desavenencias entre vecinos? ¿Cuántas de esas víctimas eran niñas y niños y cuáles son los mecanismos que se desplegaron, o no, para su protección y salvaguarda?
Es importante decirlo, porque la categorización que se usa a nivel institucional oculta el horror que hay detrás de los datos. Por ejemplo, el informe Mundial sobre la Prevención de Lesiones en Niñas y Niños (2008), alertaba desde entonces que, entre las lesiones intencionales que se cometen en su contra se encuentran: quemaduras, golpes, intento de ahorcamiento; otros reportes hablan de traumatismos con objetos o enseres domésticos; traumatismos con utensilios de cocina, y un largo etcétera que revela dimensiones de la maldad frente a las cuales la mayoría prefiere no mirar.
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lesiones y cifra negra
Si la cifra negra en nuestro país supera el 90%; puede pensarse que la cifra de personas que han sido víctimas de lesiones intencionales es mucho mayor; lo cual habla de un país en permanente conflicto; más allá del crimen organizado; y cuya pacificación requiere de mucho más de lo que se ha hecho en las últimas décadas.
La reconciliación nacional exige por definición una sociedad en paz; en la que la resolución de los conflictos se logre mediante el diálogo y el entendimiento mutuo. Ya no cabe más tristeza y dolor en este país; ya no cabe más encono y más resentimiento; y por ello es urgente, de verdad prioritario, diseñar una nueva estrategia para una cultura de paz en nuestra sociedad.
Frase clave: Lesiones dolosas
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