por Mario Luis Fuentes
En nuestro país, el 74% de las niñas y niños de 9 a 11 años cree que es normal que “las mamás se queden en casa a cuidar de los hijos mientras los papás trabajan”; al 10% le han pegado en sus casas; y al 12.5% le han pegado, jaloneado o amenazado en sus escuelas. Enfrentamos una arraigada cultura de estereotipos y prácticas discriminatorias que es urgente cambiar; en ello se juega buena parte de la transformación de México
Erradicar la discriminación es una tarea que exige una cultura para la tolerancia y la paz; y su construcción, pareciera obvio, comienza en la niñez, en los principales espacios de socialización: en las familias, en las escuelas y en los entornos comunitarios en que las niñas y niños desarrollan sus principales actividades.
A pesar de los avances institucionales, México carece de un programa nacional integral de formación para la tolerancia y la paz que opere de manera transversal tanto a nivel federal como a nivel estatal y municipal. De hecho, uno de los retos para el próximo gobierno será incorporar a la perspectiva de la no discriminación como un criterio transversal en todas las estrategias y objetivos del Plan Nacional de Desarrollo; así como en las nuevas políticas y estrategias que habrán de ponerse en marcha a partir del 1º de diciembre.
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Ni los ven ni los oyen
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Discriminación (Enadis, 2017), presentada hace unos días por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en alianza con el Conapred, la UNAM y el Conacyt, muestra que a millones de niñas, niños y adolescentes les es negado su derecho de prioridad y el derecho a ser escuchados.
En efecto, el Artículo 71 de la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes establece lo siguiente: “Las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a ser escuchados y tomados en cuenta en los asuntos de su interés, conforme a su edad, desarrollo evolutivo, cognoscitivo y madurez”. Asimismo, el artículo 72 de la misma Ley establece: “Las autoridades federales, de las entidades federativas, municipales y de las demarcaciones territoriales del Distrito Federal, en el ámbito de sus respectivas competencias, están obligados a disponer e implementar los mecanismos que garanticen la participación permanente y activa de niñas, niños y adolescentes en las decisiones que se toman en los ámbitos familiar, escolar, social, comunitario o cualquier otro en el que se desarrollen”.
Frente a lo anterior, la realidad es muy distinta; la Enadis estima que en 51% de los casos las niñas y niños menores de 12 años son escuchados siempre en sus casas; en 36.6% les escuchan “algunas veces”; en 9.2% pocas veces y en 3%, nunca. En la escuela el panorama no es muy distinto: sólo a 50.9% le escuchan, en 33.8% “algunas veces”, en 10.2% “pocas veces” y en 3.8% nunca.
En sus contextos comunitarios, en sus colonias o localidades, sólo 20.1% es escuchado, 29% lo es “algunas veces”, 22.6% “pocas veces”, mientras que en 24.8% de los casos “nunca son escuchados”.
¿Y ellos a quién discriminan?
De acuerdo con la Enadis, entre las niñas y niños de 9 a 12 años, a la pregunta de “¿a quiénes sí aceptarían como amigos?”, el 94.6% aceptaría a niñas o niños con discapacidad, 94.3% aceptaría a niñas y niños con gustos distintos a los suyos, 91.2% aceptaría a niñas o niños con religión distinta a la suya, el 90.2% aceptaría a niñas y niños de otro país, 90% aceptaría a niñas y niños afrodescendientes, mientras que 87.1% aceptaría a niñas o niños indígenas.
¿Cuáles son sus mayores prejuicios?
La discriminación está vinculada a la persistencia de prejuicios y estereotipos asumidos, que se traducen en prácticas discriminatorias. Desde esta perspectiva es importante destacar que, entre las niñas y niños de 9 a 11 años, 44.4% se mostró de acuerdo con la frase “jugar con muñecas es sólo para niñas”. El 19.5% estuvo de acuerdo con la frase de “es mejor tener la piel blanca”; el 15.5% piensa que “los pobres son pobres porque son flojos”; el 21.1% se mostró de acuerdo con la frase de “los hombres no deben llorar”; mientras que el 72.4% estuvo de acuerdo con la idea relativa a que es mejor que “la mamá se quede en casa con los hijos mientras el papá trabaja”.
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¿Cómo los afectan en casa y en la escuela?
En el mismo grupo de edad, es decir, de los 9 a 11 años, las principales situaciones de agresión o discriminación que reportaron las niñas y los niños en sus casas son: al 11.3% los ignoraron o los hicieron sentir miedo”, a 9.2% le “hicieron sentir humillado o avergonzado”, a 13.2% “le insultaron, se burlaron o le dijeron cosas que le molestaran”, a 10.1% amenazaron con pegarle, a 10.5% le jalonearon, empujaron o golpearon, mientras que a 14.4% le hicieron sentir miedo.
Por su parte, en el ámbito escolar, 35.6% fue discriminado por su forma de vestir, 32.5% por su forma de hablar o expresarse, 41.8% por su peso o estatura, 11% por su sexo, 9.6% por la colonia o localidad donde vive, 25.1% por sus gustos o preferencias musicales y 27.5% por su nombre.
Asimismo, 22.6% declaró que se han burlado de ellos o les han sido puestos apodos ofensivos, a 15.7% le han rechazado o han puesto en su contra a otras compañeras o compañeros, 7.45 ha sido obligado a hacer algo que no quería, a 15% le prohibieron participar en juegos, equipos o deportes, a 8.5% le han quitado su dinero o su comida, mientras que a 12.5% le han pegado, empujado o amenazado.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 14-agosto-2018, p.14.