Este año, la conmemoración del Día Internacional de las Personas de Edad está marcado por la pandemia del COVID-19 y el saber que se encuentran entre los grupos de mayor vulnerabilidad y riesgo de muerte por esta causa.
De acuerdo con Naciones Unidas, el impacto de la pandemia no solo ha tenido repercusiones en la salud de las personas de sesenta años en adelante, sino que también en sus derechos y en su bienestar en general.
El COVID-19 llegó al mundo cuando, por primera vez en la historia, la mayoría de las personas tienen una esperanza de vida igual o mayor a 60 años.
“Será fundamental ampliar las oportunidades para las personas de edad e incrementar su acceso a la salud, las pensiones y la protección social”, ha pedido al mundo António Guterres, secretario general de la ONU.
“Para 2050, se espera que la población mundial en esa franja de edad llegue a los 2 mil millones, un aumento de 900 millones con respecto a 2015”, señala la ONU.
Actualmente, 125 millones de personas tienen 80 años o más. Para 2050, este número crecerá de manera tal, que tan solo China tendrá 125 millones de adultos mayores en ese rango de edad.
En este contexto, es de la mayor relevancia pensar en las políticas destinadas a la protección de las personas de edad. Como señala la ONU, son uno de los grupos más vulnerables y desprotegidos:
“La pandemia de la COVID-19 puede reducir significativamente los ingresos y el nivel de vida de las personas mayores. Actualmente, menos del 20% de las personas mayores en edad de jubilación reciben una pensión”.
Según el Informe Técnico Diario COVID-19, de la Secretaria de Salud, para el 29 de septiembre, la mediana de edad de las personas fallecidas en México es de 63 años.
No obstante, las personas de mayor edad no pertenecen a los grupos con mayor cantidad de contagios, como se puede apreciar en las siguientes gráficas:
Lo anterior comprueba que, aunque existan menos contagios y hospitalizaciones en las personas adultas mayores, el riesgo de que la enfermedad se agrave y termine siendo mortal es mayor que en el resto de la población.
“Teniendo en cuenta los mayores riesgos a los que se enfrentan las personas mayores durante el brote de pandemias como COVID-19, las políticas y las intervenciones deben estar dirigidas a crear conciencia sobre sus necesidades especiales, señala el organismo internacional.
Según la ONU, es urgente sensibilizar a la población sobre las necesidades especiales de salud de las personas mayores y sus contribuciones a su propia salud y al funcionamiento de las sociedades en las que viven.
También es necesario incrementar la conciencia del papel del personal sanitario en el mantenimiento y la mejora de la salud de las personas mayores, con especial atención a la profesión de enfermería.
Una mayor comprensión del impacto de la COVID-19 en las personas mayores debe repercutir en la creación de políticas adecuadas, así como en la planificación y el aumento de calidad en el cuidado de la salud.
“Una vida más larga trae consigo oportunidades, no solo para las personas mayores y sus familias, sino también para la sociedad en su conjunto. Los años adicionales brindan la oportunidad de realizar nuevas actividades, como la educación superior, una nueva vía profesional o la búsqueda de una pasión largamente olvidada.
Las personas mayores también contribuyen de muchas formas a sus familias y comunidades. Sin embargo, el alcance de estas oportunidades y contribuciones depende en gran medida de un factor: la salud”.
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