por Teresita González de Cosío / Dinorah González / Arantxa Colchero / David Contreras / Hugo López-Gatell
La lactancia materna (LM) se asocia con una mejor salud de la madre y del niño; reduce las enfermedades infecciosas comunes del primer año de la vida y las enfermedades crónicas en etapas posteriores. Además, la Lactancia Materna Exclusiva en menores de seis meses (LME<6m) es particularmente beneficiosa (I).
Se podrían evitar más de la mitad de las muertes por diarrea e infecciones respiratorias agudas (55%) en América Latina si los niños fueran alimentados exclusivamente al seno por >=3m y continuaran recibiendo leche materna hasta los 2 años de edad, junto con alimentos nutritivos, densos en micronutrimentos, culturalmente adecuados y seguros introducidos a la dieta del niño a partir de los seis meses (II).
Metanálisis recientes sobre el efecto protector de la lactancia en el primer año de la vida han cuantificado el beneficio en términos de reducciones de riesgo de enfermedades infecciosas y crónicas en el niño.
La lactancia es progresivamente más beneficiosa a medida que aumenta la vulnerabilidad biológica y social de los niños. Esto se puede explicar porque los ambientes en los que viven y se desarrollan los niños presentan mayores retos de higiene y de nutrición. Los niños pequeños en el primer año de vida tienen una respuesta inmunológica disminuida; por ello la lactancia materna evita más enfermedades y muertes en edades más cercanas al nacimiento (III), y como ya se dijo, la magnitud de su protección es mayor en hogares en mayor pobreza (IV).
La Inseguridad Alimentaria (IA) es una medida de vulnerabilidad social comúnmente usada en el campo de la salud y la nutrición (V, VI). Los hogares que no tienen seguridad alimentaria en general son los más pobres; los que están en las condiciones más precarias; cuyos miembros suelen tener menores índices de educación y mayores índices de enfermedad y mala nutrición, tanto por deficiencia (anemias, desmedro) como por exceso (sobrepeso y obesidad); menor acceso a bienes y servicios; y en general, mayor marginalidad (VII, XII).
En un estudio reciente documentamos que varios indicadores de alimentación infantil (XVIII) tienen mejores valores en hogares en IA en comparación con hogares que se perciben en seguridad alimentaria. En hogares con IA, los niños que reciben LME<6m tienen un mejor estado de nutrición (casi media desviación estándar más de peso para su longitud), que los niños también en inseguridad pero que no reciben LME<6m*. Esto tiene un efecto muy importante en términos de salud pública ya que en México la prevalencia de inseguridad alimentaria es alta; el 70% de los hogares percibe tenerla en algún grado (XVII), e incluso el 28.2% de los hogares se percibe en inseguridad moderada o severa.
Lamentablemente, en México es en estos hogares más vulnerables en donde la prevalencia de LME<6m es menor; y es precisamente en ellos en quienes la LME<6m se asocia a un mejor peso para la longitud.
Este efecto protector de la lactancia en niños de mayor vulnerabilidad biológica y social se ha documentado en otros países. Por ejemplo, en Malasia, Habicht et al. (IV) documentaron que la LM modificaba el efecto de la insalubridad sobre la mortalidad de la siguiente forma: los niños alimentados al seno que vivían en hogares sin agua corriente ni excusado experimentaron la máxima reducción en mortalidad en comparación con aquéllos cuyos hogares contaron con uno o ambos de estos servicios. En otras palabras, los niños más vulnerables experimentaron mayores beneficios de la LM, tal y como se ha documentado para México.
En la última revisión de la prestigiosa revista Lancet (XXIV) sobre desnutrición infantil se identifica a la lactancia materna como una estrategia para prevenir muertes por desnutrición aguda severa y moderada, que es necesaria para una nutrición óptima. Una observación que se hace en esta serie de Lancet sobre la lactancia es que en los escasos ensayos aleatorizados sobre promoción de lactancia no se muestra que haya un mejor estado de nutrición del niño (XXV). Este hecho es contra-intuitivo, dada la formidable protección que la lactancia ofrece contra las infecciones y la clara relación negativa entre éstas y el estado de nutrición. Es probable que la protección de la lactancia sobre el estado de nutrición se manifieste solamente en niños con mayor vulnerabilidad, como hemos documentado para nuestro país.
En México, la prevalencia de LME<6m en 2012 fue de 14.4%; en franco descenso en comparación con 1999 y 2006, años cuando estas cifras estaban alrededor del 20%XXVI. El descenso ha sido aún más marcado en la población de mayor vulnerabilidad: mujeres indígenas; de menor nivel socioeconómico; aquéllas sin empleo remunerado; con primaria incompleta (XXVII, XXVIII); y en los niños que viven en hogares en pobreza e inseguridad alimentaria.
Es en estos niños de familias más vulnerables y pobres en quienes la LME<6m salva más vidas y evita más enfermedades. Es lamentable y grave que sea precisamente en estas familias con IA severa y moderada donde la LME<6m sea menor. El descenso de la LME<6m en el país es alarmante, pero lo es más cuando se señala que a quienes más abruma sean quienes más luchan por aliviar el hambre y sus consecuencias.
Nota:
* González-de Cossío T, Escobar-Zaragoza L, González- Castell D, Shamah-Levy T, Rivera-Dommarco JA. La lactancia materna exclusiva en menores de seis meses se asocia con un mejor peso para la longitud en hogares con inseguridad alimentaria en México. Salud Pública Mex 2014;56 supl 1:S31-S38.
Referencias:
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Teresita González de Cosío / Dinorah González / Arantxa Colchero / David Contreras / Hugo López-Gatell Investigadoras e investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública. El Doctor López- Gatell es director de Innovación en Vigilancia y Control de Enfermedades Infecciosas del Instituto, y la Doctora Colchero es jefa de departamento de la Dirección de Economía de la Salud. |
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