por Mario Luis Fuentes
México sigue siendo un país de claroscuros en materia social; a pesar de algunos avances, la pobreza y la mortalidad asociada a ella siguen siendo muy altas. Sorprenden los retrocesos en entidades como el Distrito Federal, cuyas tasas de mortalidad materna e infantil se registran más altas que las de Chiapas; así como la caída en indicadores clave como el de la vacunación, pues a pesar de la recuperación, en el 2013 sólo fueron vacunados 83.8% de las niñas y niños que van a preescolar.
Hace 10 días se presentó ante el Congreso de la Unión, el Primer Informe de Gobierno del Ejecutivo Federal; en él se da cuenta del estado que guarda la administración del país, así como los retos y desafíos que se tienen por delante.
Al respecto, la primera cuestión que destaca es la profunda desigualdad que se mantiene entre las 32 entidades de la República, pero también entre las regiones y municipios que las integran, pues si algo caracteriza al territorio nacional, son las disparidades que existen en cuanto al cumplimiento de los derechos humanos y sociales de la población.
Una compleja demografía
Nuestro país presenta una intensa dinámica demográfica; dada la magnitud poblacional que tenemos -pues somos el 11º más poblado del mundo-, los flujos migratorios (tanto internos como internacionales), las tendencias de mortalidad, fecundidad, natalidad y morbilidad, así como una tendencia acelerada hacia el envejecimiento, el análisis de la población y sus elementos definitorios se no sólo cada vez más complejo, sino sobre todo, más necesario en el ámbito de la planeación del desarrollo nacional.
Desde esta perspectiva, lo primero que debe tenerse en consideración es que según los datos del Anexo Estadístico del Primer Informe, al finalizar el 2013 seremos 118.39 millones de mexicanas y mexicanos; de los cuales 89.97 millones viven en ámbitos urbanos; y 28.42 millones lo hacen en el ámbito rural.
Las mujeres siguen siendo el grupo mayoritario, pues suman ya 60.58 millones; mientras que los hombres son 57.81 millones. Visto por grupos de edad, es importante señalar que tenemos 33.6 millones de niñas y niños menores de 14 años; que 77 millones están en edad productiva, es decir entre los 14 y los 64 años de edad; mientras que 7.74 millones tienen 65 años o más.
Sobre este particular vale la pena decir que estamos envejeciendo rápidamente. En efecto, en 1980, las personas mayores de 65 años representaban el 4.25% de la población total; en 1990, el dato se mantuvo prácticamente igual, pues se ubicó en 4.29%; para el año 2000, creció a 5.22%; en el 2010 subió a 6.14%; y en el 2013 asciende a 6.53%.
Tendencias de mortalidad
De acuerdo con el citado Anexo Estadístico del Primer Informe de Gobierno, la tasa de mortalidad general en México es de 5.2 decesos por cada 100 mil habitantes. Considerando que somos 118 millones, la cifra anual de fallecimientos es cercana a las 600 mil defunciones.
En contraste, cada año nacen, de acuerdo con los registros administrativos del INEGI, alrededor de 2.5 millones de niñas y niños, lo cual refleja la alta tasa de fecundidad que se mantiene como promedio en todo el país, equivalente a 2.22 hijos por cada mujer al final de su vida reproductiva.
Dadas las tendencias de morbilidad y mortalidad, en los últimos años ha habido avances y retrocesos en el indicador relativo a la “esperanza de vida promedio”, cuya proyección para el cierre de este 2013 es de 74.5 años para cada persona del país; aun cuando es un dato relativamente alto, debe decirse que es menor al que se tenía en el 2004, año en que se llegó al máximo histórico con 76.6 años para cada uno de los habitantes del país.
Las muertes evitables
Hay dos “indicadores síntesis” que permiten mostrar el grado de marginación y pobreza en que viven las poblaciones más vulnerables. El primero de ellos es la Tasa de Mortalidad Materna, la cual indica se refiere al número anual de mujeres que fallecen durante o como consecuencia del parto. De acuerdo con el Primer Informe de Gobierno, la tasa esperada para el año 2013 es de 38.3 defunciones por cada 100 mil nacidos vivos estimados. Esto implica, en números absolutos, una cifra cercana a mil casos anuales.
El otro indicador señalado es la tasa de mortalidad infantil, la cual se ubica en 12.9 defunciones de niñas y niños menores de 1 año, por cada mil nacidos vivos; esto implica una cifra cercana a los 28 mil casos anuales; aunque no debe olvidarse que el promedio para la década pasada fue de alrededor de 31 mil casos anuales.
Otros datos que deben llamar a preocupación son los relativos a las tasas de mortalidad para menores de 5 años; una edad en la que las niñas y niños viven importantes condiciones de vulnerabilidad. Así, el Primer Informe de Gobierno muestra que la tasa de mortalidad en ese grupo de edad, por enfermedades respiratorias es de 23.3 casos por cada 100 mil niñas y niños.
Para las enfermedades diarreicas la tasa es de 9.4 decesos de niñas y niños menores de 5 años por cada 100 mil en el grupo de edad; mientras que la tasa de mortalidad por deficiencia nutricional está proyectada en 6.4 decesos por cada 100 mil.
Debe decirse que este último dato es de suma preocupación, pues es mayor a los registrados en 2011 y 2012, es decir, habría un lamentable retroceso de al menos dos años.
Disminuye la vacunación
México tenía en el programa Nacional de Vacunación uno de los ejemplos más exitosos de política pública, pues gracias a su efectividad, se logró en la década de los 90, lo que el Doctor Jesús Kumate ha llamado la “inmunidad de rebaño”, es decir, la inmunidad ante ciertos padecimientos para toda la población.
Sin embargo, este indicador ha ido en retroceso en las últimas dos décadas: en el año de 1994, el porcentaje de vacunación en preescolar llegó a 95.3%, teniendo su máximo histórico en el año 2005 en el que legó a un porcentaje de 98.2%
A partir de ese año se presenta una drástica caída, pues en 2006 se ubicó en 81.5%; en el 2012 se logró una recuperación a 85.5%; pero en el 2013 la cifra proyectada disminuye nuevamente a 83.8%.
Profundas desigualdades
Como se señala al principio del texto, las desigualdades interestatales son muy amplias, y muestran a un país fracturado por las inequidades regionales. Destaca en ese sentido que una entidad como el Distrito Federal presente indicadores tan bajos y de alarma social.
Por ejemplo, la tasa de mortalidad materna, según el primer Informe del Ejecutivo Federal, es de 60.6 decesos por cada 10 mil nacidos vivos proyectados. La tasa de mortalidad infantil es de 17.1, por cada mil nacidos vivos; la tasa de mortalidad por enfermedades respiratorias en menores de cinco años es de 30.7 por cada 100 mil en el grupo de edad; y la tasa de mortalidad por deficiencia nutricional es de 8.3. Estos datos son peores a los que se registran en Chiapas.
Así, si se compara al DF con Nuevo León, lo que se encuentra es que en esta entidad la tasa de mortalidad infantil es de 9; la tasa de mortalidad materna es de 31.8; la relativa a las muertes por enfermedades respiratorias de menores de cinco años es de 3; mientras que la relativa a las muertes por enfermedades diarreicas en menores de cinco años es de 4.4.
*Columna publicada con el mismo nombre en el periódico Excélsior, 10- Septiembre- 2013, p.21
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