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Síntesis sobre los derechos de las mujeres en México

En un texto escrito por la Dra. Roxana Rodríguez Bravo (Bravo, 2015), que entre sus líneas de investigación están la historia del feminismo, historia de la participación política de las mujeres, y que además es autora de artículos y capítulos de libros sobre estos temas, se detallan brevemente los derechos de las mujeres en México. Allí nos cuenta como en México los derechos de las mujeres se encuentran fuertemente ligados al sufragio, fundamental para otorgarles a las mujeres la ciudadanía. Recordemos que fue en 1953 durante el gobierno encabezado por Adolfo Ruiz Cortines cuando se les concedió el sufragio a las mujeres y, con ello, su calidad de ciudadanas.

Escrito por:   Mónica Muñoz

A través del recorrido que menciona Rodríguez Bravo, se puede observar que las luchas por la obtención de los derechos de las mujeres en México se remontan al siglo XIX, desde el periodo del Porfiriato se encuentran escritoras como Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, y Dolores Jiménez y Muro, quienes denunciaron las injusticias del gobierno y llamaron a la rebelión. En relación a la obtención del sufragio femenino en 1953, hay que decir que desde el siglo XIX hasta esa fecha, todas las luchas se centraron en lograr los derechos políticos y la ciudadanía para las mujeres.

Poco a poco este tema se ha ido retomando recientemente por investigadoras que la van reconstruyendo desde la perspectiva de género. Dese luego que han sido muy importantes los estudios biográficos que dan luz sobre la trayectoria de mujeres cuya actuación forma también parte de los procesos históricos. De este modo se han estudiado a figuras importantes como Hermila Galindo, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, Esther Chapa, Amalia Castillo Ledón, y muchas otras

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En las décadas de los años veinte y los treinta del siglo XX surgieron muchas organizaciones de mujeres que lucharon por obtener el sufragio femenino. Algunas de ellas como Hermila Galindo tuvieron ideas muy avanzadas para su época, defendiendo la libertad sexual para las mujeres y el uso de métodos anticonceptivos (Bravo, 2015). Galindo también tuvo una participación activa en el Segundo Congreso Feminista Mexicano celebrado en 1916 en Mérida, Yucatán, respaldado por el gobernador Salvador Alvarado (1915-1918); ahí algunas asistentes al evento como Elvia Carrillo Puerto hablaron acerca del derecho de las mujeres al amor libre y otros derechos sexuales y reproductivos. Pero el tema que más influencia ejerció fue la exigencia de reformar el Código Civil, generando efectos positivos en la Ley de Relaciones Familiares, y el del sufragio femenino que fue visto bajo dos enfoques: las que tenían una ideología revolucionaria, y las que tenían una ideología conservadora.

En los años treinta en México se dio un auge en los movimientos feministas y de mujeres que luchaban por la obtención de sus derechos políticos. Así en 1935, con la participación mayoritaria de mujeres comunistas, se formó el Frente Único Pro Derechos de la mujer (FUPDM). Posteriormente en las décadas de los cuarenta y los cincuenta fue notoria una disminución en las organizaciones de mujeres. Lo anterior se relaciona con el hecho de que fue en 1953 cuando el Estado mexicano otorgó el sufragio a la población femenina (Chapa, 1936). Cabe destacar que el derecho al sufragio universal en México, otorgado por Ruiz Cortines en 1953, no se debió a las luchas e impulsos de mujeres ni a las exigencias feministas, fue una “concesión” del Estado mexicano. Tuvimos que esperar hasta 1968 para que se viera el resurgimiento de movimientos de mujeres.

De esta manera, el movimiento estudiantil de 1968 y la influencia de los movimientos feministas norteamericanos durante la década de los setenta conformaron la segunda ola del feminismo en México, como lo denomina la historiadora Ana Lau Jaiven. Sin embargo, el hecho que sí marcó la lucha de las mujeres en México fue la celebración del Año Internacional de la Mujer en 1975. Fue a partir de ese momento se comenzó a discutir sobre sexualidad, anticonceptivos y los derechos a decidir sobre la reproducción y la interrupción del embarazo (temas tabúes en la sociedad católica y conservadora mexicana). En esos años las feministas consideraron la maternidad como un ejercicio voluntario y no como destino inevitable, por ello pedían el derecho a anticonceptivos y a la educación sexual

Ya en la década de los ochenta surgieron otros movimientos de mujeres vinculados a las organizaciones urbano-populares. Roxana Rodríguez, nos dice que hay investigadoras que incluso hablan de la existencia de un “feminismo urbano-popular”. Las demandas principales de esta época fueron establecer derechos laborales y el derecho a la vivienda, así como detener la violencia hacia las mujeres. Pero, continuó quedando rezagado en la agenda el derecho al aborto.

Los años noventa del siglo XX se caracterizaron por la institucionalización de muchas de las demandas de las feministas y su traducción en leyes. A partir de 1995, con la representación mexicana en la Conferencia de Beijing, se empezó a incorporar a las mujeres, sus derechos y necesidades en los programas gubernamentales. Así, en 1996 se logró la creación del primer programa gubernamental de atención a las mujeres. Y por fin, después de tantos esfuerzos en 2001 se fundó el Inmujeres. Con esta iniciativa se empezó a introducir la llamada perspectiva de género en casi todas las instituciones gubernamentales, grupos de mujeres feministas y de otras afiliaciones fueron sumando esfuerzos para lograr la igualdad. Un caso aparte ha sido la Ciudad de México, donde se han promulgado iniciativas importantes en lo que respecta a derechos reproductivos y derechos de la población lésbico, gay, bisexual, transexual, travestis, transgénero e intersexual.

En el año 2000, México se suscribió a la Declaración del Milenio, el cual funcionó para medir los resultados de estas luchas, así como la relación entre género, educación y violencia. México se comprometió a cumplir ciertos objetivos de distintos rubros, como la erradicación de la pobreza, y a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres (Bravo, 2015). En agosto del 2015, se reportaron avances en el cumplimiento de los objetivos antes mencionados. En materia de educación sí se presenta un avance en el acceso igualitario para niños y niñas. Lo mismo ocurre con el tema de la paridad en la política (Bravo, 2015). No sucede lo mismo con la tasa de mortalidad materna que sigue estancada prácticamente desde el año 2000. Lo anterior significa por supuesto, un importante rezago en lo que se refiere a igualdad de género. Este estancamiento también se refleja en la atención a personas que viven con VIH

De esta manera, como podemos vislumbrar, seguimos apuntando hacia la equidad y la igualdad de género, y sobre todo nos hace falta mucho trabajo en lo que se refiere a los derechos de las mujeres.

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