En la realización efectiva de los derechos humanos y en los avances en la igualdad sustantiva de las mujeres se vislumbra un panorama poco propicio en el mundo.
Se detectan al menos tres situaciones que significan retrocesos reales en los logros alcanzados y se observa el surgimiento de nuevas problemáticas.
Escrito por: Clara Jusidman
En primer lugar las políticas de encerramiento social adoptadas para enfrentar la pandemia, impactaron de manera desigual a las mujeres en varios aspectos: perdieron proporcionalmente más sus trabajos y sus ingresos que los hombres debido a que muchas se ocupa en actividades informales que se llevan a cabo en espacios públicos o en los hogares de otras personas, prestando servicios domésticos; siete de cada diez personas que trabajan en servicios de salud que estuvieron en la primera línea de atención a las personas afectadas por la COVID son mujeres por lo que experimentaron un riesgo más alto de contagiarse ellas y sus familias; así también, con el cierre de las estancias infantiles, de las escuelas y de los servicios hospitalarios para personas con diversas enfermedades los cuidados de niñas, niños y adolescentes y de enfermos tanto de COVID como de otros padecimientos, recayó en los hogares y dentro de estos, en las mujeres que vieron duplicarse sus jornadas laborales o perdieron sus trabajos para dedicarse al cuidado de los miembros de sus familias. Se constata que el apoyo a los trabajos escolares a distancia fue realizado fundamentalmente por mujeres.
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Adicionalmente la violencia doméstica aumentó lo que, sumado a las mayores cargas de trabajo, deterioró la salud mental de las mujeres.
En síntesis, la pandemia significó un mayor costo en el bienestar de las mujeres y un retroceso en la realización de sus derechos económicos y sociales.
En segundo lugar, la violencia criminal en el mundo tiene como uno de los delitos más lucrativos en la actualidad, la trata de personas. Son las mujeres adolescentes y jóvenes las víctimas preferidas. Son secuestradas, desaparecidas violentadas sexualmente y engañadas mediante el uso de las redes sociales. A ello se suma el aumento de feminicidios. La desaparición reciente de varias mujeres jóvenes en el estado de Nuevo León se relaciona con diversas modalidades de trata. En el mercado global de seres humanos la mercancía preferida son las mujeres.
Un tercer factor que incide en el retroceso en los derechos de las mujeres está representado por el auge de movimientos, partidos y gobiernos de extrema derecha en el mundo. Se observa un aumento de las autocracias con líderes autoritarios, creyentes y practicantes de alguna religión como Jair Bolsonaro, evangélico, Vladimir Putin, ortodoxo, Viktor Orbán, calvinista, Mateusz Morawiecki, católico en Polonia. La presencia de gobernantes masculinos en países practicantes del islam como Arabia Saudita, Afganistán y los Emiratos Árabes, así como su expansión en África vulneran las libertades, los derechos y la integridad de las mujeres que habitan esas regiones. Las autarquías de Nicaragua y de China supuestamente de izquierda, también violentan los derechos de las mujeres, como es el control natal forzado en las mujeres de la minoría uigur y de otras minorías musulmanas en este último país.
Cada vez se registra una mayor influencia de partidos políticos de derecha en el mundo como Vox en España, el Partido Republicano en Estados Unidos, Polonia solidaria o la Liga Norte en Italia. Estos fomentan la confesionalidad frente al laicismo del Estado y se oponen a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y en particular, al aborto. Vemos con preocupación como el derecho al aborto logrado hace 50 años en Estados Unidos, está en riesgo de ser revertido por la Suprema Corte de Justicia con una mayor presencia de jueces conservadores promovidos por Donald Trump.
El retroceso en materia democrática que se observa en el mundo representa un enorme riesgo para el bienestar de las mujeres, mismo que ya se está expresando.
En el caso de América Latina el riesgo proviene también del avance de “grupos evangélicos interesados en participar en política”. Son ya los casos de Jimmy Morales, el actual presidente de Guatemala, un ministro de la Supremo Tribunal Federal brasileño y varios funcionarios en el gobierno de Duque en Colombia. Estos grupos ejercen una creciente presión para incluir en el debate público cuestiones de familia, género y sexualidad.
Cuando uno observa lo que está ocurriendo en materia de derechos de las mujeres comprende mejor por qué se habla de “olas” del feminismo. Se trata de una metáfora que significa que los avances no siguen una línea ascendente, sino que hay épocas de avances y otras de retrocesos.
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