Es Una de las lamentables “costumbre” de nuestro país es que los gobiernos, de todo signo, carecen de autocrítica. Históricamente, en cada Informe presidencial se ratifica una y otra vez la misma dinámica: una larga lista de datos relativos a acciones administrativas, enmarcada en una retórica siempre triunfalista que se disfraza de humildad bajo la gastada frase de “vamos bien, y aunque hacen falta cosas por hacer, es claro que el rumbo es el correcto…”
Escrito por: Mario Luis Fuentes
Pese a lo anterior, de manera casi cómica, la información que se presenta en los Anexos estadísticos se encarga de desmentir al propio discurso oficial, sobre todo en los aspectos relacionados con los llamados “programas estratégicos” del gobierno.
Por ejemplo, este gobierno aseguró y continúa manteniendo un discurso relativo a que “como nunca” se han reforestado hectáreas en todo el territorio nacional. Sin embargo, los datos que se presentan indican, en el cuadro titulado “Reforestación e Incendios Forestales” (p. 291 del anexo estadístico), se informa que estamos en la menor cantidad de superficie forestal del país, con 138,695,230 hectáreas en 2018, casi 2.5 millones menos que en 2002.
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A lo anterior se agrega que el registro de plantas plantadas ha sido de 45 millones en 2019; 4 millones en 2020; 3 millones en 2021; y 9 millones en el 2022. Esto se traduce en 100 mil hectáreas reforestadas en 2019; 18.8 mil en 2020; 21.8 mil en 2021; 14.9 en 2022; y un dato preliminar en 2023 de 9.5 mil. En total, en los cinco años de este gobierno, se han reforestado 165.7 mil hectáreas; cifra que es menor a la que se informó solo para el año 2016.
En el caso del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, ha habido un decrecimiento relevante en el número de beneficiarios acumulados en el año. En efecto, en 2019, fue de 1.12 millones; para el 2020 creció apenas a 1.23 millones; en el 2021 disminuyó a 925,066; en 2022 fueron 679,109; mientras que el dato preliminar para 2023 es de 393,083.
Se dice que estamos en el gobierno más feminista de la historia. Sin embargo, en indicadores como la tasa de mortalidad por cáncer de mama se detecta un preocupante crecimiento que tiene como correlato una drástica caída en la cobertura de detección por mastografía realizada por el Sistema Nacional de Salud. En efecto, en 2018 la tasa de mortalidad por ese tipo de cáncer fue de 19.5 casos por cada 100 mil mujeres de 40 a 69 años; para el 2023 la tasa estimada es de 21.1. En contraste, la cobertura de detección señalada cayó de 22.7% en el 2018 a únicamente 7% en el 2023.
Respecto del cáncer de cérvix la caída es igualmente dramática: de 46.7% de cobertura de detección en 2018, se pasó a únicamente 8.3% en el 2023; y el número de estudios de citología se redujo de 1.8 millones en el 2018 a únicamente 488,633 en el año 2023.
Hay datos preocupantes también en materia de registro de casos nuevos por enfermedades transmisibles. Por ejemplo, en el caso de la tuberculosis pulmonar, en 2019 y 2022se han registrado cifras récord de casos, con 19,794 y 19,427 casos, respectivamente, y un dato preliminar de 10,982 casos en 2023, que apunta a ser un año con una cifra similar o superior a la del 2022.
En esta administración se ha eliminado una cifra histórica de Bibliotecas, al pasar de 13,430 registradas en el año 2018, a únicamente 7,474 en el año 2023; esto representa una reducción de 55.6% en sólo cinco años. En ese mismo tenor, la cobertura educativa ha tenido igualmente francos retrocesos: en 2012 era de 96.3% entre la población de 3 a 14 años; en 2018 fue de 94.6%; y en el 2022 fue de únicamente 90.8; cifra apenas superior en tres décimas al 90.5% reportado para el ciclo 2021-2022.
Hay otros retrocesos y estancamientos respecto de los cuales aún no se depuran ni se construyen datos definitivos. Por ejemplo, la razón de mortalidad materna, creció de los 34.6 y 34.2 casos por cada 100 mil nacidos vivos, a 53.2 y 58.6 en los años 2020 y 2021; para ubicarse preliminarmente en 30.9 en el año 2022 (cifra preliminar), y sin tener aún la estimación para el año 2023.
En el caso de la tasa de la tasa de mortalidad infantil, esta será una administración con avance prácticamente nulo, pues se ha mantenido prácticamente sin cambios en los cinco años del gobierno. Fue de 12.9 decesos por cada mil nacidos vivos; en 2019 fue de 13.1; de 12.7 en 2021; y hay estimaciones preliminares de 12.3 y 12.1 para los años 2022 y 2023.
Lo mismo ocurre con la tasa de mortalidad por enfermedades diarreicas en menores de cinco años. En el 2018, el indicador fue de 5.4 casos por cada 100 mil en el grupo de edad. En 2019 creció a 6.6; en 2020 se ubicó en 6.2; creció a 6.8 en el 2021; y se tiene una estimación preliminar de 6.6 para los años de 2022 y 2023.
En lo relativo a la proporción de niños de un año de edad con esquema básico de vacunación, se pasó de 89.8% en el 2018, a 79.7% en el 2019; a 77.6% en el 2020; creció a 88.4% en el 2021; cayó nuevamente a 84.9% en el año 2022; y se tiene una estimación preliminar de 75.7% para el 2023.
Como puede observarse, los datos no legitiman la algarabía del discurso oficial. Y frente a los peores efectos de la carencia de acceso a servicios de salud, que es el crecimiento de la muerte evitable, particularmente en el caso de mujeres, niñas y niños, los resultados aparentemente positivos de la reducción de la pobreza palidecen y llevan a preguntarse si no se tuvieron avances con el costo deliberado de los graves costos en términos de pérdida de salud y de la vida de miles de personas.
La lectura de los nuevos datos del Quinto Informe de Gobierno deben ser por todo lo anterior revisados con mucho cuidado y con mesura para determinar cuáles son los factores que explican los cambios y variaciones, y especialmente en aquellos ámbitos que están provocando mayor enfermedad, sufrimiento y muertes que no deben ser.
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