Entrevista con Sandra Becerril
La exitosa escritora de novela negra y directora/guionista/productora de cine de terror, Sandra Becerril, nos habla sobre su proceso creativo, recorre los intrincados caminos por los que transitan sus personajes, esboza paradojas de la violencia mexicana y delinea algunos de los obstáculos para brillar en el competido mundo literario
Saúl Arellano (MS): ¿Cómo se puede escribir tanto y tan bien? ¿Qué habría que decirle a los jóvenes que hoy están estudiando literatura o cine sobre cuál es la ruta a seguir?
Sandra Becerril (SB): Yo escribo aunque no esté escribiendo. Voy desarrollando los personajes mientras camino por la calle, mientras tomo café o cuando estoy con mi hijo. Todo el tiempo estoy pensando en eso; yo creo que es una obsesión para mí el desarrollar los conflictos de los personajes.
Cuando me siento a escribir me alejo de internet y de redes sociales. Escribo ocho o nueve horas diarias, aunque no sean seguidas. Y si no tengo ganas de escribir en ese momento la novela que estoy desarrollando, me pongo a escribir un guion o un artículo.
También leo mucho. Estudiar es básico para escribir y hacer cine. Tienes que leer muchísimo y amar lo que haces. Yo me emociono con los personajes, me rio cuando estoy escribiendo, lo disfruto mucho.
MS: ¿Cómo vas construyendo tus personajes?
SB: Creo que los mejores personajes son los que tienen un buen conflicto y primero desarrollo el conflicto. Por ejemplo, en Valle de Fuego uno de los conflictos principales es que la protagonista, Mia, es esquizofrénica, drogadicta y mataron al amor de su vida, pero, sobre todo, es la obsesión que tiene, esta especie de ninfomanía.
Investigo sobre los temas. Estudié Psicología y me guío también con amigos psicólogos y peritos, porque por lo general trato esos temas; ellos me van narrando diferentes casos y me recomiendan libros. Investigo mucho antes de empezar a desarrollar los personajes. Y una vez que ya que estoy empapada del tema, sale solito.
MS: ¿A partir de qué edad recomiendas que se empiecen a leer tus libros?
SB: Tengo libros infantiles. Hay uno que se llama La noche de los piratas para que los niños entiendan lo que es el cáncer, y es una historia de fantasía para niños a partir de tres años. La calle de las brujas también la pueden leer desde chiquitos y entenderle muy bien.
Novelas como ¿A quién estás pensando matar? se pueden leer en la adolescencia, no por los temas, sino porque es una edad en la que los entiendes mucho mejor.
MS: ¿Dónde ubicas a tu obra en el marco de la literatura mexicana?
SB: Mis últimos libros forman parte de una nueva ola de thriller y novela negra. Este género siempre ha existido, no es ninguna novedad, pero actualmente hay más libertad para escribir.
Mi editor, Ramón Córdoba, de Penguin Random House, me decía que no puedo tenerle miedo a las palabras. No puedes tenerle miedo a que te lean, ya sea tu mamá, tu hijo, tus vecinos, el sacerdote, o quien sea.
A mí me daba miedo y mis novelas tienen dos fases muy reconocidas: hasta antes de una novela que se llama Ámame más, que no se publicó aquí sino en España y posterior a ella, la novela ¿A quién estás pensando matar?; a partir de este libro soy mucho más libre y me divierto más.
MS: Vivimos un ambiente de violencia terrible, ¿cómo contribuyes desde la literatura a hacer una crítica y ayudar a que la gente pueda encontrar una ventana de salida, de rutas alternativas a lo que está pasando?
SB: La violencia me parece terrible. Amo vivir en la ciudad, pero ya me cuesta cada día más trabajo. Ser una mujer, mamá, soltera, haciendo cine de terror contribuye a que estés más expuesta a la violencia. Mucha gente ve las películas de terror o lee los libros y piensan que lo que hacemos es traer más violencia a la que vivimos a diario y llegan a odiarte.
La literatura es un escape a la realidad y la puedes usar como medio de denuncia. Yo lo hago para explicarle a la gente que también puede pasarle algo así, por eso me gusta hacer los personajes muy humanos, para que se puedan identificar con ellos y tener más cuidado.
MS: Hay una racionalidad muy fuerte en Mia (Valle de Fuego), ¿cómo explicas un personaje así? Agobiado, con angustia ante la terrible pérdida, y al mismo tiempo capaz de tener una racionalidad muy fuerte en su búsqueda y en sus mecanismos de la vida cotidiana.
SB: Hay que conocer muy bien al personaje. Todos hemos leído libros o visto películas en los que el personaje no actúa de acuerdo con su personalidad y yo creo que son personajes mal concebidos. Iniciar la escritura desde el conflicto hizo más sencillo el poder guiar a Mia por ese mundo, un mundo que conozco, porque ella se mueve en el mundo del cine de terror.
Yo he recorrido los lugares que recorrió Mia, fui a Valle de Fuego y después a Las Vegas. Investigar todos estos datos para poder atribuírselos al personaje a mí me ayuda a que no se pierda y a que la gente se pueda identificar con él.
La violencia tiene mucho que ver también con Mia: se va de la Ciudad de México en busca del asesino, pero también en busca de una libertad que aquí no tiene por ser mujer, por estar sola, por la violencia que existe.
MS: El personaje de Mia transporta violencia, discriminación, segregación, agresividad y un cuestionamiento de la forma esquizoide de vivir la realidad. Vive en un mundo violento con el que ya no puede más…
SB: Mia tiene un rechazo a la violencia, pero la violencia es inherente a ella. Es una persona que sale de la Ciudad de México hacia otro país, buscando una libertad que no va a encontrar.
Eso le pasa a muchos mexicanos que se van para allá: no van a encontrar una libertad y no van a dejar de tener esta violencia, ya la traen adentro, y llevamos el miedo dentro de nosotros mismos.
MS: ¿Qué tendría que hacer la literatura de hoy para ayudarnos a escapar de estas “sociedades furiosas”, como las ha denominado Juan Ramón de la Fuente?
SB: La literatura es un espejo de la sociedad. Al vernos reflejados en ella, podemos vernos mejor y darnos cuenta de que el “monstruo” está dentro de nosotros. Solo dándonos cuenta de lo que está dentro podemos eliminar esa parte y progresar.
Se necesita mucho trabajo y que la sociedad quiera hacerlo, porque en realidad se ha convertido ya en un modo de vida para los mexicanos. Rechazamos la violencia, pero nosotros somos violentos; es una paradoja muy mexicana.
MS: ¿Cómo encontrar ideas que no sean frívolas para que se lleven a cabo más ejercicios de este tipo?
SB: Aquí en México estamos muy enfocados a tocar los mismos temas de siempre y no nos atrevemos a abrirnos más allá. La literatura mexicana tiene que revolucionarse continuamente, igual que la sociedad. La literatura se estanca cuando la sociedad se estanca, y el cine también.
MS: A veces podría pensarse que no tenemos una generación tan potente como la que tuvimos en el siglo XX, liderada por grandes escritores como Alfonso Reyes y Octavio Paz, ¿hacia dónde crees que vamos?
SB: El problema es que actualmente hay demasiados escritores y demasiados cineastas. Hay millones de libros y millones de películas, por eso hay que saber quitar toda la paja para encontrar a los grandes referentes de la actualidad. La inmediatez del internet afecta también, porque ya todo el mundo se cree filósofo y todo el mundo se cree escritor.
Hay escritores muy buenos que no han recibido el apoyo de las editoriales; a pesar de que hay tantas publicaciones, es difícil publicar en una editorial que te apoye con la distribución, y lo mismo pasa en el cine.
La distribución es un gran problema. Las películas que vemos en el cine no son ni el cinco por ciento de las películas que se hacen en México. Muchas solo se ven en festivales y no toda la gente va a festivales.
Otro problema es que ahora las personas pueden “autopublicar” todo lo que escriban y hay una cantidad bárbara de libros electrónicos; poder distinguir entre ellos cuáles valen la pena es una tarea titánica.
Además, está comprobado que las editoriales que apostaron por los libros electrónicos no están ganando ni siquiera la mitad de lo que pensaban ganar: la gente no lee ni en la computadora ni en papel. Sí, es más fácil descargar los libros en línea, pero eso no significa que lo vayan a leer.
MS: El título ¿A quién estás pensando matar hoy? es una pregunta existencial muy fuerte…
SB: Todos tenemos un dark side, solo que es difícil reconocerlo, y son los temas que me gusta tratar en las novelas.
Me gusta llevar a mis personajes por un camino muy complicado para que tengan una especie de purga de sus sentimientos, de la oscuridad, y que, al momento de reconocerla y ponerse frente a ella, tengan la opción de sobrepasarla. Pero primero hay que reconocerla y vivirla.
Mis personajes sufren y lloran y tienen muchas pérdidas, pero al final viven una historia que nunca hubieran tenido oportunidad de vivir para reconocerse. No nos gusta sufrir, pero el mexicano sufre.
Trato de que los personajes incluso disfruten un poco su dolor, que abracen su lado oscuro para poder progresar. A nosotros no nos gusta eso, a nadie le gusta aceptar ni reconocer su parte oscura.
MS: ¿Hasta dónde tenemos opciones en el sistema de distribución de libros, en los apoyos gubernamentales?
SB: Yo jamás recibí una beca, pero me he dado cuenta de que muchas personas que las reciben, las ocupan y no vuelven a hacer absolutamente nada. Habría que apoyar a quienes sí están produciendo en el país, porque qué caso tiene que vivas dos o tres años de una beca y luego te dediques a nada.
En contraste, hay ganadores de premios nacionales de novela y poesía a quienes después no les publican y tienen que ir con sus libros de editorial en editorial a ver quién los publica. Necesitamos oportunidades para publicar y para hacer cine para todos.
Varias veces he aplicado a apoyos para hacer cine y por diversas causas no me los dieron; sin embargo, las películas sí se hicieron. La película que hice en Estados Unidos, Mashit, fue una de ellas, pese a que en ese país es muy difícil que apoyen un género como el terror, pues hay preferencia por la comedia.
Aquí la habían rechazado dos veces e incluso un productor intentó quedarse con el guion. De repente salió la oportunidad en Estados Unidos, la hicieron de una manera magistral y yo en la vida vuelvo a ofrecer este tipo de guiones aquí. Si ya tienes la oportunidad en otro lugar te vas a otro lugar.
Como creador te das cuenta de que tienes oportunidad de irte a otros lados. El mundo te puede aceptar; si aquí no gustan tus ideas, van a gustar en Asia o en Canadá, en cualquier otro lugar.
El mexicano tiene muchos complejos. En Estados Unidos, en Hollywood, me di cuenta de que muchos latinos que trabajaban en la producción tenían guiones que no querían ofrecer porque pensaban que se los iban a rechazar.
De entrada se están rechazando ellos mismos antes de que lo hagan los demás. Hay que quitarse todos esos complejos y enviar tu trabajo a todos lados, y en alguno va a pegar.
Mashit [película dirigida por Ryuhei Kitamura y que forma parte de la antología Nightmare Cinema] se va a estrenar en agosto en el Teatro de la Ciudad, y no fue por el gobierno, sino por el festival Macabro.
Tuvo que ser una película extranjera para que me sucediera eso, a pesar de que las películas mexicanas que había hecho ya se habían ganado premios. Te tienes que ir al extranjero para ser reconocido en tu país. Barack Obama presentó su último “discurso a la nación” el pasado marte
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