Actualmente la ciencia médica avanza en un tren de alta velocidad; en la misma vía le sigue la ética médica, ¿la alcanzará algún día?
Durante millones de años las necesidades vitales de nuestra especie (alimentación, territorio…) han sido cubiertas con distintas variantes (agricultura, sedentarismo…), pero la reproducción sexual se había conservado sin variaciones: la copulación era necesaria para reproducirse, tener sexo significaba tener hijos, con sus consecuencias sociales y económicas, empleando únicamente múltiples procedimientos vaginales a fin de evitar el embarazo.
A partir de 1960, con la aparición de la píldora anticonceptiva, se dispuso de un método eficaz para controlar la reproducción humana (tener sexo sin tener hijos), creándose de inmediato procedimientos para el manejo de parejas infértiles y lograr embarazos sin padecimientos hereditarios.
Con la aparición de la píldora anticonceptiva, se dispuso de un método eficaz para controlar la reproducción humana: tener sexo sin tener hijos
En la atención de parejas infértiles la obligación del médico es proporcionar toda la información posible sobre la causa de la esterilidad y los métodos de concepción que están indicados, así como la elaboración de un consentimiento informado y comprendido acerca de los riesgos del procedimiento a emplear. No debemos olvidar los aspectos emocionales, que generan una serie de pensamientos secundarios, así como las influencias de tipo religioso, moral y ético, entre otras (E. Pérez Peña, Atención integral de la Infertilidad. Mc Graw Hill, Interamericana, 2002).
Es éticamente adecuado utilizar los avances de la ciencia para ayudar a parejas infértiles a tener hijos mediante procedimientos que tengan alto grado de seguridad para la salud de la madre que sean practicados por personas expertas en instalaciones que cuenten con los equipos necesarios.
En la atención de parejas infértiles la obligación del médico es proporcionar toda la información posible sobre la causa de la esterilidad y los métodos de concepción indicados
“Hoy en día los médicos están en muchas ocasiones desarmados ante las complejas decisiones éticas a asumir. Los nuevos desafíos no tienen precedentes en los viejos textos sobre ética, ni siquiera fueron imaginados cuando se redactaron” (Lifschitz, La Revolución de la Bioética, Med Int Mex, 2002; 18(6) 307-12).
Con estos antecedentes surge la reproducción asistida, que consiste en el empleo de tecnología avanzada que incluye la manipulación de gametos o embriones sin tener copulación (tener hijos sin tener sexo), y puede dividirse en baja, moderada y alta complejidad, con diferentes posibilidades, riesgos e implicaciones médicas, éticas, religiosas, psicológicas, legales y económicas, según el procedimiento que se elija; no existen consensos unánimes y se requiere considerar cuestiones muy variadas. Asimismo, los aspectos legales cambian entre los distintos países.
La posición del médico en la reproducción asistida es no perder la objetividad científica y tener siempre presente la seguridad y beneficio de los pacientes. No existe un consenso universal en lo que constituye la práctica ética en la reproducción asistida, sin embargo, sí existe un acuerdo unánime en la necesidad ineludible de una formación profesional sólida. Tenemos mucho que aprender en cómo conciliar el bien individual y el progreso científico.
En nuestro país carecemos hasta la fecha de una legislación para llevar a cabo estas actividades; sin embargo, existen Asociaciones Médicas de la Reproducción Humana en la Ciudad de México y diferentes estados de gran calidad científica y ética que están en condiciones de asesorar a nuestros legisladores en los aspectos técnicos y éticos de la reproducción asistida.
La investigación en reproducción asistida se ha controlado desde sus inicios por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y su importancia puede ilustrarse señalando que más de 500 científicos de 62 países empezaron a planear los métodos para regular la fertilidad de la reproducción asistida, realizando eventos con este fin en todo el mundo, para tener hijos sanos, sin enfermedades heredadas, los cuales continúan hasta estos días.
Es así que en 1978 nace el primer bebé de probeta; el Comité Internacional para la monitorización de las tecnologías de la reproducción asistida calculó que de 1980 a 2012 fueron concebidos 5 millones de bebés con este procedimiento. Solamente en España el número de nacimientos por reproducción asistida durante 2014 superó los 25,000 bebés en un año.
En 1978 nace el primer bebé de probeta, y de 1980 a 2012 fueron concebidos 5 millones de bebés con este procedimiento
En 1997 Willmut y Campbell publicaron en la revista inglesa Nature la existencia normal de una oveja de seis meses llamada Dolly, que había venido al mundo no por los mecanismos fisiológicos naturales, sino mediante el procedimiento conocido como clonación artificial (la clonación es la replicación de individuos a partir de un solo genoma, o sea la antítesis de la reproducción sexual en que se necesitan dos genomas).
En la clonación humana existen otros problemas que ya no son relativos a la ética médica, sino legales o sociales, que dependen del parentesco que se establece entre el donador del núcleo y su clon, que por definición siempre serían hermanos gemelos genéticos, aunque de muy diferentes edades, y además podrían ser padre o hijo, etcétera.
Cuando se le preguntó a Willmut su opinión sobre la aplicación de su técnica para clonar seres humanos, su respuesta fue “no se me ocurre para qué serviría”; tanto él como Campbell reiteraron su oposición a la idea de clonar seres humanos.
En la reproducción asistida hay que enfrentar complejas decisiones éticas, entre ellas, emplear la razón, la lógica y el sentido común, en tanto que no existan los precedentes que establezcan jurisprudencia. ¿Cómo conciliar el bien individual y el progreso científico? La enmienda de Tokio de 1975 defiende la primacía del individuo: “en la investigación sobre el hombre, los intereses de la ciencia y de la sociedad nunca deben prevalecer sobre el bienestar del sujeto”.
La influencia potencial del conocimiento sobre el genoma humano va mucho más allá del nivel puramente biológico y se proyecta en una escala social, como desde hace algún tiempo sugieren los sociobiólogos.
“En la investigación sobre el hombre, los intereses de la ciencia y de la sociedad nunca deben prevalecer sobre el bienestar del sujeto”
Al final de su importante texto (O. Wilson, On Human Narure, Harvard University Press, Cambridge, 1978, pp. 108-109) escribió lo siguiente:
“La génetica humana está creciendo rápidamente junto con otras ramas de la ciencia; con el tiempo se irá acumulando mucha más información sobre bases genéticas del comportamiento humano, y se desarrollarán técnicas para alterar complejos de genes por medio de ingeniería molecular y selección rápida por medio de clonación.
”Cuando menos será posible realizar cambios evolutivos por medio de eugenesia convencional, de modo que la especie humana podrá cambiar su propia naturaleza. ¿qué escogerá? ¿seguirá siendo la misma, titubeando al borde de una base construida con adaptaciones parcialmente obsoletas de la Edad del Hielo?, ¿o decidirá por moverse hacia niveles más elevados de inteligencia y creatividad, acompañados de mayor -o menor- capacidad de respuesta emocional?”.
Los avances científicos, sociales y medios de comunicación se incrementan en número gracias a las nuevas tecnologías de comunicación instantánea, generando como consecuencia la inmediatez y la transitoriedad de los valores morales, éticos y fundamentos filosóficos, dando lugar a mayor innovación y creatividad.
El 16 de febrero de 2001 se publicaron simultáneamente en las dos revistas cientifico-técnicas de mayor circulación y prestigio del mundo las dos versiones completas de la secuencia molecular del genoma humano, después de muchos años de estar hablando del Proyecto Internacional del Genoma Humano (PIGH). Este tema es analizado ampliamente en la Ética Médica Laica de Ruy Pérez Tamayo (El Colegio Nacional. Fondo de Cultura Económica, 2002), desde su desarrollo histórico hasta el examen de los principales problemas éticos médicos a los que ha dado lugar.
El PIGH agrupaba cerca de 12 000 trabajadores (contando genetistas, técnicos, ayudantes y administradores) en 11 países de tres continentes, con participación activa de la iniciativa privada. De esta manera culminó la primera etapa de un programa internacional de investigación que se inició 11 años antes, pero que al principio se pensó que tendría una duración de 15 años.
Este año se cumplió la fecha pronosticada por Wilson en 1978, y en agosto la revista National Geographic en español (Michael Specter, pp. 46-65) publicó “La revolución del ADN”, donde informa que por primera vez los científicos pueden alterar, borrar y reorganizar de manera rápida y precisa el ADN de cualquier organismo vivo, incluyendo el ser humano (¡la posibilidad de cambiar el genoma humano!).
Por primera vez los científicos pueden alterar, borrar y reorganizar de manera rápida y precisa el ADN de cualquier organismo vivo, incluyendo el ser humano
La capacidad de modificar el código de la vida nos ha dado un poder insólito sobre el mundo natural, la pregunta es ¿debemos usarlo?
Ningún procedimiento del último siglo ha sido más prometedor ni ha planteado cuestionamientos éticos más perturbadores. El bien potencial que podemos hacer es inmenso, pero hay que reconocer que se trata de un tipo de poder fundamentalmente nuevo y debemos asegurar que se use con sabiduría.
En este momento no estamos preparados para hacerlo así, y no hay tiempo que perder; ¿seguirá nuestra especie desertando de la naturaleza o decidirá moverse a niveles más elevados de inteligencia y creatividad ?
¡La ciencia debe seguir avanzando! ¡La imaginación no tiene límites! El hombre ha sido un desertor de la naturaleza y se ha convertido en un prófugo de la misma.
El hombre ha sido un desertor de la naturaleza y se ha convertido en un prófugo de la misma
A fines de septiembre de este año se publicó en la prensa nacional el primer nacimiento de un producto con tres progenitores en la ciudad de Guadalajara, realizado por médicos extranjeros, y al parecer existen casos parecidos en otros países.
Desde septiermbre de 2003 el Programa Mujer y Salud y la Dirección General de Salud Reproductiva se integraron en el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (CNEGSR), quedando bajo su responsabilidad todos los Programas que dichas áreas venían desarrollando en Salud Reproductiva.
El epitafio escrito en la tumba de Kant dice:
“Dos cosas me llenaron de admiración: el cielo estrellado sobre mi cabeza y el imperativo categórico en mi corazón”.
Con estas palabras quedan definidas sus dos grandes preocupaciones: el misterio de la ciencia y la imperiosa necesidad de una moral. Actualmente la ciencia médica avanza en un tren de alta velocidad; en la misma vía le sigue la ética médica en un armón de mano, ¿la alcanzará algún día?
Manuel Campa Especialista certificado “In Tempore” por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia. Es Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana (U.V.) desde 1966; fue Comisionado de Arbitraje Médico del Estado de Veracruz de 1999 a 2008 |