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Los retos del trabajo infantil en México

por Thomas Wissing

En los cruces de nuestras ciudades; en los talleres familiares y tiendas de abarrotes de nuestros barrios; en los campos agrícolas y la agricultura familiar; en los centros turísticos y en el trabajo doméstico; muchos niños, niñas y adolescentes están dejando su infancia para ganar unos pesos que se supone contribuyen al sustento económico de sus familias. Sin embargo, este trabajo a temprana edad, más que beneficios, ocasiona una serie de daños, problemas y secuelas, algunas irreversibles


¿Qué es el trabajo infantil, según la OIT?

El término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Para ello, el Convenio núm. 138 de la OIT (1973) sobre la edad mínima establece que la edad legal para trabajar “no deberá ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar, o en todo caso, a quince años”I. La idea central de este Convenio es asegurar el derecho a terminar la educación obligatoria antes de comenzar a trabajar. Obliga, además, a establecer en por lo menos 18 años la edad mínima para cualquier trabajo que “por su naturaleza o las condiciones en que se realice pueda resultar peligroso para la salud, la seguridad o la moralidad de los menores”II. Es decir, protege también a los adolescentes de entre 15 y 17 años que ya tienen edad de trabajar a no ser expuestos a situaciones peligrosas o nocivas para su salud y desarrollo.

Adicionalmente, el Convenio núm. 182 sobre las peores formas de trabajo infantil (1999) urge a los Estados Miembros de la OIT tomar medidas para la eliminación inmediata de la esclavitud; la venta y la trata de niños; la servidumbre por deudas; el trabajo forzoso; el uso de niños en conflictos armados; el reclutamiento para la prostitución o las producciones pornográficas; la utilización de niños para actividades ilícitas como el tráfico de drogas; y cualquier otro trabajo que ponga en peligro el desarrollo físico, mental o moral de la niña o el niñoIII.

No todas las tareas realizadas por las niñas y los niños deben clasificarse como trabajo infantil que se ha de eliminar. Por lo general, la participación de niñas, niños o adolescentes en trabajos que no atentan contra su salud y su desarrollo personal ni interfieren con su escolarización se considera positiva. Cabe citar, por ejemplo, la ayuda que prestan a sus padres en el hogar, la colaboración en un negocio familiar o las tareas que realizan fuera del horario escolar o durante las vacaciones para ganar dinero de bolsillo. Este tipo de actividades pueden ser provechosas para el desarrollo de los pequeños; les proporcionan calificaciones y experiencia, y les ayudan a prepararse para ser miembros productivos de la sociedad en la edad adulta.

¿Cuál es la situación del trabajo infantil en México?

El mapa del trabajo infantil coincide en gran medida con el mapa de la pobreza. Donde haya más familias en condición de vulnerabilidad, bajos ingresos y exclusión social, el riesgo del trabajo infantil es varias veces más alto que en el promedio de la población. De 2007 a 2013, México ha logrado disminuir el número de niños, niñas y adolescentes que trabajan de 3.6 a 2.5 millones. Esto significa el 8.6% de la población entre 5 y 17 años. De ellos, una tercera parte tiene edades por debajo de los 15 años, que es la edad mínima que la Constitución establece para poder trabajar. Una de cada tres es una niña. Una tercera parte labora en actividades agrícolas, muchas veces en trabajos peligrosos. Probablemente exista incluso cierto subregistro, por ejemplo, de aquellos niños y niñas que, como hijos e hijas de trabajadores migrantes, se incorporan de manera invisible al trabajo agrícola o doméstico, doblemente vulnerables por su situación de indocumentados.

¿Por qué es importante sumar esfuerzos?

El trabajo a temprana edad, aun aquél que quizás no sea peligroso por sí mismo, seguramente afectará el desarrollo educativo. Los datos demuestran la dificultad de conciliar el trabajo con la educación. La tasa general de inasistencia escolar de niños y niñas entre 5 y 17 años en México está cerca del 7%. Sin embargo, entre aquellos que están trabajando, la tasa de abandono escolar se eleva casi al 36%, cinco veces más que el promedioIV. Aproximadamente una cuarta parte de ellos laboran una jornada completa, equivalente a 35 horas o más a la semana.

La pérdida de un empleo; la muerte del padre o de la madre; una enfermedad o una incapacidad; la falta de una pensión o una pensión insuficiente tienen como consecuencia que el ingreso familiar ya no alcance para enfrentar los gastos de alimentos, educación, salud y vivienda. En esta situación, muchas familias recurren a sus hijos para asegurar el ingreso familiar necesario. Ello se agrava, particularmente en el caso de los jornaleros agrícolas, pues las familias tienden a emigrar en busca de trabajo y, en los lugares de destino, generalmente tienen acceso limitado a servicios de salud, educación o su inclusión en programas sociales, sobre todo si su estancia es temporal.

Todavía enfrentamos una gran tolerancia social que justifica el trabajo infantil para apoyar al ingreso de las familias o aprender un oficio. La Ley está muy clara al respecto: las personas menores a 15 años deben tener la oportunidad de estudiar e ir a la escuela; y las y los adolescentes de entre 15 y 17 años tienen derecho a un trabajo decente en condiciones seguras, como lo marca el artículo 176 de la Ley Federal del TrabajoV. Es menester señalar además que la aportación económica real de los niños y las niñas al ingreso familiar en general es sobreestimado, incluso para el caso de las familias más pobres: solo uno de cada cuatro niños que trabajan recibe una remuneración arriba del salario mínimoVI, y cada peso que un niño o una niña gane hoy implica tiempo dedicado al trabajo en vez del juego, de la educación o de la recreación y muy probablemente empobrece sus perspectivas de un mejor futuro.

¿Cómo se puede lograr un México libre de trabajo infantil?

En 2013 se creó la “Comisión Intersecretarial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección de Adolescentes Trabajadores en Edad Permitida en México”, para coordinar los esfuerzos institucionales bajo un marco común de protección de derechosVII. Durante 2013-2014, las 32 entidades federativas constituyeron comisiones con el mismo propósito; y en junio de 2014, el Senado de la República adoptó una reforma constitucional para elevar la edad mínima de 14 a 15 años. Finalmente, en abril de 2015, México ratificó el Convenio núm. 138.

Los avances de los últimos años demuestran que los esfuerzos conjuntos de gobiernos, empleadores, trabajadores, organizaciones de la sociedad civil y una mayor conciencia de la población en general han rendido frutos y que sí es posible avanzar hacia la eliminación todo el trabajo infantil en un plazo razonable. Sin embargo, existen todavía 2.5 millones de razones para continuar con estos esfuerzos.

La OIT reconoce que el trabajo infantil no se elimina simplemente por buena voluntad o por ley. La sociedad en su conjunto debe construir alternativas reales y viables al trabajo infantil. En este sentido, los avances legislativos de los últimos años son de suma importancia para normar la conducta de una sociedad que se ha acostumbrado a relativizar los efectos nocivos del trabajo a temprana edad.

Para lograr un México libre de trabajo infantil, solo la acción conjunta de todos los actores involucrados y una estrategia integrada por varios elementos puede rendir frutos sostenibles  Esta acción conjunta debe articular dos objetivos fundamentales: la erradicación del trabajo infantil (crear alternativas para los 2.5 millones de niños, niñas y adolescentes) y la prevención (evitar que en épocas de crisis vuelven a incorporarse niños, niñas y adolescentes al trabajo, antes de la edad permitida).

En alineación con la campaña “Diez por la infancia” de UNICEF, se podría formular el siguiente “Decálogo para erradicar el trabajo infantil en México”:

1. Trabajo decente: La estrategia más importante es sin duda la generación de alternativas de ingreso para los padres y madres, para que no recurran a la mano de obra de sus hijos para asegurar la sobrevivencia de la familia.

2. Educación de calidad: El acceso efectivo a una educación de calidad, incluyendo ayudas de transporte; becas escolares para las familias más pobres; mejoramiento de la infraestructura; contenidos relevantes para el futuro de los niños y niñas; y métodos de enseñanza apropiados para cada edad.

3. Protección social: La OIT sostiene que para romper el círculo vicioso del trabajo infantil y la pobreza resulta necesario construir pisos de protección social que protejan a todas las personas de las familias en situación de vulnerabilidad y riesgo de trabajo infantilVIII. Esto implica acceso a programas de transferencias en efectivo y en especie como “Prospera”; acceso gratuito a servicios de salud y atención médica para familias de escasos recursos; prestaciones de maternidad; protección social para personas con discapacidad; seguros de desempleo; y sobre todo acceso a una pensión digna.

4. Combatir la tolerancia social: Para romper con el mito de que el trabajo infantil no haga daño, es importante lanzar campañas que informen objetivamente sobre los riesgos y señalen alternativas. La campaña “México libre de trabajo infantil” es un buen ejemploIX. El combate al trabajo infantil no debe agotarse en foros, eventos y otras acciones puntuales de gran visibilidad. El trabajo infantil es un reto estructural que requiere también –y sobre todo– una visión conjunta y estratégica de todos los actores que tenga como horizonte el mediano y largo plazo.

5. Decisiones informadas: Es importante que quienes tomen decisiones cuenten con bases de datos y líneas base, información estadística relevante y evidencia empírica sobre modelos de intervención exitosos. El “Módulo de Trabajo Infantil” de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que el INEGI y la Secretaría del Trabajo levantan cada dos años proporciona una riqueza enorme de datos sobre el fenómeno; sin embargo, esta fuente está todavía subexplotada para definir y desarrollar intervenciones estratégicas de política pública o acciones prioritarias de la sociedad civil.

6. Cumplimiento de la ley: Si bien no hay que criminalizar a los padres que involucren a sus hijos al trabajo, sí es necesario reorientar y sancionar a quienes abusen de la mano de obra infantil en una relación comercial. Para ello, es preciso fortalecer mecanismos como la inspección de trabajo, auditoria social e incluso denuncia penalX.

7. Estrategias y acciones coordinadas: Ninguna institución, por más voluntad o presupuesto que pueda aportar, por sí sola estará en condiciones de generar las alternativas necesarias al trabajo infantil. Se requiere de una articulación de las intervenciones laborales, sociales, educativas y económicas y la participación de la STPS, del DIF, de la SEP, de la Secretaría de Economía, de la SEDESOL; de la coordinación con programas con los estados; y de la convocatoria y activa participación de las organizaciones de empleadores y trabajadores, como mínimo.

8. Priorizar peores formas: Es necesario concentrar los esfuerzos y recursos en un inicio en la eliminación inmediata de las peores formas de explotación, con base en calendarios y metas concretas.

9. Enfoque en grupos vulnerables: Los niños, las niñas y las y los adolescentes de madres solteras, de trabajadores migrantes, de pueblos indígenas; las niñas en trabajo doméstico; y los que viven en zonas de alta incidencia del crimen organizado merecen especial atención e intervenciones específicas.

10. Articulación regional y global: La vinculación con la Iniciativa Regional para una América Libre de Trabajo Infantil, con el Día Mundial contra el Trabajo Infantil (este año con el lema de erradicarlo en las cadenas de valor) y con la Agenda 2030 fortalecen el sentido y el impacto de las actividades locales y nacionales. Las niñas y los niños tienen el derecho a una vida saludable, feliz y productiva. Cuando los padres reciban un salario suficiente para mantener a sus familias; cuando los niños reciban una educación de calidad; cuando las familias gozan de una protección social efectiva contra las adversidades de la vida; y cuando la sociedad en su conjunto proteja sus derechos, México paulatinamente se puede convertir en un país libre de trabajo infantil.

El trabajo no es cosa de niños y el trabajo infantil no es destino.

NOTAS:

I. Convenio núm.138, Art.2, 3.

II. Convenio núm.138, Art.3, 1.

III. Convenio núm.182, Art.3

IV. En la Ciudad de México, la relación es once veces más: 3% inasistencia escolar en general versus 33% de los que trabajan.

V. El Art.176 de la LFT señala como “trabajo peligroso” entre otros largas jornadas de trabajo, trabajo nocturno, insalubre o cualquier otro que afecte la integridad física o mental de las personas.

VI. ENOE, Módulo de Trabajo Infantil, INEGI-STPS, 2013

VII. http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=53 02215&fecha=12/06/2013

VIII. Véase la Recomendación núm.202 de la OIT sobre Pisos de protección social.

IX. La campaña ha sido impulsado por la STPS, con el apoyo de la Fundación Panamericana para el Desarrollo, la CONCAMIN, la OIT y varios otros actores.

X. La contratación de menores de 15 años para el trabajo es tipificado como delito.

Thomas Wissing
Director de la Oficina de Países de la OIT para México y Cuba
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